miércoles, 29 de enero de 2014

¿LAS NUEVAS VERSIONES DE LA BIBLIA SON CONFIABLES?

1. La importancia de la base textual griega para las traducciones españolas del Nuevo Testamento

     Cada versión del Nuevo Testamento (NT) en lengua española es una traducción de un texto griego del NT. 
Este texto básico griego, por su parte se basa en los más de 5.000 manuscritos griegos del Nuevo Testamento que conocemos hoy.  Estos a su vez son todos copias de copias anteriores que al final se basan en los manuscritos originales.  Las palabras de cada traducción de la Biblia quedan determinadas por las palabras de la base griega que se utilice en la traducción.  Por eso es de mucha importancia para todo lector de la Biblia, saber en qué texto básico se apoya la Biblia que él utiliza.
Las traducciones de la Biblia que surgieron de la Reforma y el “Textus Receptus” del Nuevo Testamento
Se puede decir que todas las traducciones de la Biblia a las lenguas comunes o vulgares de las diferentes naciones se remontan al tiempo de la Reforma.  Por la gracia de Dios en aquel entonces los pueblos de Europa y aún más allá de este continente recibieron las Sagradas Escrituras en sus propias lenguas.  En muchos países terminó el negro dominio de la iglesia católica, que privaba a las personas de la verdad de la Biblia e impedía, en parte de manera sangrienta, cualquier traducción de la Biblia a las lenguas populares.  En los siglos que siguieron, la Palabra de Dios libremente accesible produjo frutos maravillosos en la salvación de muchas personas.  La Biblia se tradujo a cada vez más lenguas populares, cuando los mensajeros llamados por Dios llevaron el evangelio a todo el mundo.  Millones de personas en todo el mundo fueron tocados, iluminados y llevados a la conversión y al nuevo nacimiento por la Palabra de Dios.  Para ellos la Sagrada Escritura llegó a ser la autoridad suprema de su vida espiritual.
Desde el tiempo de la Reforma hasta finales del Siglo XIX todas las traducciones protestantes de la Biblia, como por ejemplo la de Lutero, la Biblia original de Zurich, la Biblia del Rey Jaime (King James) de Inglaterra, la versión de Reina-Valera en España y otras, para el Nuevo Testamento se basaban en un mismo texto griego, el llamado “Textus Receptus” (quiere decir “Texto recibido o aceptado por todos”).  Este había sido publicado por primera vez en el año 1516 por el erudito Erasmo de Rotterdam.  Todos los reformadores recibieron este texto como dado por Dios y fiable.  Pero también le aprobaron unánimes millones de creyentes de distintas convicciones.  De modo que el Textus Receptus del Nuevo Testamento fue durante más de 350 años para todos los creyentes la base fiable e indiscutida de su fe.
El surgimiento de la crítica textual y de las Biblias críticas (Cuando hablamos de “Biblias críticas” nos referimos a Biblias que tienen como base un texto griego establecido por la crítica textual.)
Pero con el Siglo XIX ganó influencia la ciencia de la “crítica textual”  entre las iglesias y los teólogos.  Ésta pretendía construir un texto básico “mejor”, más aproximado al texto original, por medio del examen de manuscritos (abreviado: mss) particulares y suposiciones propias.  Al hacerlo se apoyaban en algunos manuscritos muy viejos que en numerosos pasajes se apartaban del texto recibido de la Reforma.  Algunos de los más conocidos críticos textuales del Siglo XIX son Constantin Tischendorf, Brooke Foss Westcott y Fenton John Anthony Hort.  Frente al Textus Receptus pusieron ediciones críticas del NT griego, que contenían numerosas tachaduras y cambios del texto bíblico transmitido durante siglos.  Al cabo del tiempo adquirió cada vez más importancia la edición del crítico textual alemán Eberhard Nestle.  Después de éste continuaron su trabajo su hijo Erwin Nestle y luego Kurt Aland.  La edición “Nestle-Aland” (= NA) del NT griego son hoy las normas para teólogos y sociedades bíblicas.
Paso a paso los cambios originados en el texto tradicional por la crítica textual fueron penetrando en las versiones de la Biblia.  Con la publicación de la English Revised Version de 1881, que debía sustituir laAuthorized Version (“La Biblia del Rey Jaime”) de 1611, por primera vez una gran traducción de la Biblia se basó en un texto básico crítico del NT compilado por la crítica textual.  Pero esta revisión halló poca aprobación entre los creyentes ingleses.  Hasta el día de hoy, la Biblia del Rey Jaime ocupa un lugar especial en los países de habla inglesa y es apreciada y conservada por muchos creyentes que creen fielmente en la autoridad e inspiración de la Biblia.
Hasta 1912, en Alemania la Biblia de Lutero aún se basaba íntegramente en el Textus Receptus.  En 1912 sólo se cambiaron unos pocos pasajes.  La incursión de la crítica textual vino con la revisión de 1956.  Desde entonces la Biblia de Lutero por lo general sigue las nuevas normas del texto crítico de “Nestle-Aland”.  La Biblia alemana de “Schlachter” (1905) por lo general siguió el Textus Receptus y le conservó especialmente en los pasajes espiritualmente importantes.  Con algunas restricciones, esto se puede decir también de la antigua traducción de Elberfeld (1855).  Las traducciones y revisiones más recientes se basan casi exclusivamente en Nestle-Aland.
En España las versiones Reina-Valera 1909 y 1960 se apoyan casi totalmente en el Textus Receptus, mientras que las traducciones modernas como la de “Dios habla hoy” y la “Biblia de las Américas” presentan muchos de los cambios críticos por tomar el texto de Nestle-Aland como base.
¿Textus Receptus o Nestle-Aland?
Los lectores de la Biblia española, por lo tanto, pueden escoger entre dos clases distintas de traducciones del NT: versiones basadas en el texto de la Reforma y versiones que se basan en un texto científico-crítico con omisiones y cambios.  Pero la mayoría de los lectores en muy pocos casos son conscientes de la diferencia.  Esto se debe en parte a que más del 80 % del texto neotestamentario no se ve afectado por las diferencias textuales.  Muchos lectores más jóvenes ya no conocen las Biblias basadas en el texto tradicional.
Es lamentable que a menudo también entre los lectores más maduros y predicadores de la Palabra de Dios se sepa tan poco sobre la historia y las causas de la incursión de la crítica textual en nuestras versiones de la Biblia.  La mayoría de los lectores de la Biblia se conforman con las explicaciones dadas en las nuevas revisiones y versiones que dicen basarse en el texto griego fiable del NT según los más recientes conocimientos científicos.  Y es lógico, pues no tienen ninguna clase de información o argumentos contrarios que rebatan estas afirmaciones.
Entonces ¿ha perdido su puesto el texto recibido de la Reforma, como consecuencia del avance científico y sería justificado desecharle como tantas otras cosas?  Un buen número de creyentes serios no son de esta convicción.  Sobre todo en los Estados Unidos de América hay muchos creyentes fieles a la Biblia que consideran hoy todavía al Textus Receptus como el texto del NT conservado y dado por Dios.  También en los países de lengua alemana muchos lectores de la Biblia de avanzada edad no han dejado la Biblia de Lutero de 1912, porque sentían que con las revisiones desde 1956 en adelante se cambió más que algunas meras palabras anticuadas.  En el año 1999 se publicó en Alemania la Biblia revisada de Schlachter, y con ella una traducción del NT que se basó exclusivamente en el texto recibido de la Reforma.
Muchos lectores se preguntarán por qué al final del Siglo XX se toma como base de una traducción de la Biblia un texto acerca del que han oído que sería “anticuado” y “poco fiable”.  Pero hay buenas razones para defender el texto recibido de la Reforma e incluso para volver a él conscientemente - precisamente hoy en día, cuando la crítica bíblica y el poner en duda la Palabra de Dios se está extendiendo cada vez más.  A continuación quiero intentar dar unas informaciones acerca de lo que es el texto recibido de la Reforma y explicar porqué los creyentes que creen fielmente en la autoridad e inspiración de la Biblia aún hoy lo pueden aceptar como el texto del NT que Dios ha guardado y transmitido con toda garantía.

 

2. Breve resumen de la historia del texto griego recibido de la Reforma

El texto griego recibido de la Reforma, (Informaciones fundamentales sobre el Textus Receptus se hallan en los siguientes títulos que se utilizaron para este trabajo: David Otis Fuller (Ed.): Which Bible?; Theodore P. Letis (Ed.): The Majority Text: Essays and Reviews in the Continuing Debate.  Edward Freer Hills: The King James Version Defended.  El texto mismo, donde mejor se puede estudiar es en la siguiente versión, que es la que contiene la mayoría de los cambios críticos en el aparato de notas: The Interlinear KJV Parallel New Testament in Greek and English.  Based on the Majority Text [en realidad: Stephanus 1550] With Lexicon Synonyms. George Ricker Berry.) también denominado Textus Receptus (=TR) tiene sus raíces en tiempos anteriores a la Reforma.  La transmisión textual en que se basa se remonta al ancho cauce de manuscritos bizantinos y hasta los mismos originales.  Coincide esencialmente con el texto de aproximadamente el 90 % de los más de 5.000 manuscritos griegos conocidos del NT, que en la crítica textual están agrupados bajo la expresión “Koiné”, texto “bizantino” o “Texto Mayoritario” (Majority Text = MT).  Esencialmente, todos estos manuscritos dan testimonio del mismo texto del NT generalmente reconocido durante siglos en todo el territorio de habla griega.  Después de 14 siglos, esta transmisión del texto desembocó en el Textus Receptus.  Se puede decir que el Textus Receptus representa una forma especial del texto bizantino o mayoritario.
En todo el territorio donde se difundió el NT, el texto mayoritario es una transmisión testificada que tuvo su origen en las iglesias del primer siglo de Grecia y Asia Menor.  Fue preservado y transmitido en los siglos subsiguientes (principalmente por la iglesia griega) en multitud de manuscritos.  Ya en el Siglo II está atestiguada esta transmisión del texto; hasta el Siglo IV fue ganando cada vez más influencia.  Esto lo prueban los papiros tempranos, las citas bíblicas de los primeros Padres de la iglesia y las traducciones de la Biblia del Siglo II, sobre todo la Peshita siríaca.
Como muy tarde en el Siglo V, la transmisión mayoritaria era la forma textual predominante reconocida por la mayoría de los cristianos grecohablantes.  De ahí que más o menos el 90 % de todos los manuscritos hoy conocidos contienen precisamente esta forma textual.  Estos manuscritos entraron en Europa Occidental después de la caída de Bizancio y despertaron el interés por el texto griego del NT, después de que hasta entonces estaba difundida casi exclusivamente la Biblia latina oficial de la iglesia, la Vulgata.
El origen del Textus Receptus en el siglo de la Reforma
Tras años de estudios preliminares, el erudito humanista Erasmo de Rotterdam, que era un extraordinario conocedor del griego, habiendo visto y analizado manuscritos del NT en muchas bibliotecas, publicó en 1516 una versión del Nuevo Testamento griego, que se divulgó ampliamente y fue reeditada varias veces.  Se basaba en manuscritos procedentes de la transmisión mayoritaria, aunque en algunos lugares del texto también se apartaba de ella.  Algunas publicaciones influidas por la crítica textual realzan que esta edición se hizo con prisas y que contenía algunos errores.  Pero dejan de decir, que esta primera edición del Nuevo Testamento en griego en aquel entonces fue una obra pionera que abría nuevos caminos, y dejan de decir también la importancia espiritual revolucionaria que correspondió precisamente a este libro.
El Textus Receptus de Erasmo en ningún modo fue un trabajo chapucero ocasional, motivado, si cabe, por intereses de lucro, como afirman ciertos defensores de la crítica textual.  Indiscutiblemente, Erasmo fue el mayor erudito de su tiempo y se había ocupado durante años con el NT griego.  En sus viajes de investigación ya en años anteriores había analizado diferentes manuscritos del NT y llevado a cabo una traducción del NT griego al latín.  Por lo que hoy sabemos, él conocía la gran mayoría de los pasajes que se apartan del texto transmitido, pasajes que la crítica textual hoy aprueba, pero él los desechó como erróneos. (En las notas a su edición, Erasmo discute numerosas variantes de “Nestle-Aland”, como por ejemplo Juan 7:53-8:11 o 1 Timoteo 3:16 - comp. Hills, King James Version, pp. 194-199.)
Aunque oficialmente no se salió de la iglesia católica y no sabemos si fue creyente, tenía bastante más reverencia por la Biblia como Palabra revelada por Dios que la mayoría de los críticos textuales de hoy, y era su anhelo que las personas sencillas de Europa pudieran leer el Nuevo Testamento.(Comp. su introducción al NT griego de 1516 en: “Wegbereiter der Reformation” (Ed. G.A. Benrath), Wuppertal (R. Brockhaus) 1988, pp. 527-537.)
Por la providencia de Dios, él mismo fue un instrumento decisivo para que se hiciera realidad este deseo.  La prisa con la que preparó su primera edición, nosotros los creyentes de hoy deberíamos considerarlo a la luz del hecho que sólo un año después, en 1517, comenzó la Reforma.  El texto publicado por Erasmo constituyó la base para la traducción del NT de Lutero en 1522 y también para el NT de la Biblia de Zurich (“Froschauer Bibel”) de 1529.
El impresor Robert Estienne (“Stephanus”) que se había convertido y después emigró de Francia, publicó varias versiones del NT griego entre 1546 y 1551, que se basaban en la versión de Erasmo, pero mejorándola en varios detalles.  La versión de Stephanus del Textus Receptus de 1550 ha llegado a ser una de las más importantes e influyentes.  También el reformador suizo Theodor Beza y los editores holandeses Elzevir publicaron en los años 1565-1604 y 1624-1678 respectivamente numerosas versiones de este texto.
Este texto, por lo tanto, con razón se denomina el texto recibido de la Reforma.  Los líderes y maestros de la Reforma (entre los cuales algunos como Beza, por ejemplo, habían estudiado a fondo la transmisión de los manuscritos) en todos los países lo aceptaron.  Y también otros creyentes como los Valdenses y Anabaptistas.(Con esto no nos referimos a la secta antibíblica de los “Anabaptistas” münsteristas, sino a las iglesias Anabaptistas serias y fieles a la Biblia, como las que se formaron alrededor de Menno Simons, de las que surgieron entre otros los menonitas.)  Todos ellos reconocieron al Textus Receptus como texto del NT conservado y sacado a luz por la providencia de Dios.
Por la soberana dirección de Dios, precisamente este texto fue la base de todas las Biblias de la Reforma, no sólo la de Lutero, la de Zurich y la del Rey Jaime, sino también la Biblia de Olivetan, la de Ostervald (francesa), la de los Países Bajos, la Reina-Valera española y muchas otras más.  Por causa del principio básico de que solamente la Biblia debería ser la suprema autoridad para los creyentes, en cierto sentido este texto llegó a ser el fundamento reconocido de la Reforma, la base determinante para todas las doctrinas y la predicación.  Lo mismo es válido para las iglesias anabaptistas y los Husistas.

3. El ataque de la crítica textual racionalista contra el texto recibido
Entre los primeros “críticos textuales”, que pusieron en duda la credibilidad del texto recibido del NT, desempeñaron un papel importante los Jesuitas y otros representantes de la iglesia católica, (Obsérvese sobre este tema los trabajos muy reveladores en Letis (Ed.) The Majority Text, especialmente las pp. 126 y 145-190.)que, alegando las “lecturas” (pasajes) discrepantes, trataban de minar la enseñanza de la Reforma de que la Sagrada Escritura era la única autoridad para los creyentes.  La crítica textual les proveyó con la argumentación necesaria para afirmar que la Escritura sola no era suficiente como norma, sino que los creyentes necesitaban la enseñanza y tradición de la iglesia católica para saber con seguridad lo que Dios había dicho.
Con esto querían también defender la posición predominante de la traducción del NT de la “Vulgata” latina usada oficialmente por la iglesia, antes que el texto básico griego; porque la Vulgata se aparta en bastantes puntos de la transmisión bizantina del NT y presenta modificaciones “críticas”.  Pero este ataque astuto contra los fundamentos de la Reforma fue rechazado por los creyentes y sus líderes en aquel entonces.  Ellos consideraban al Textus Receptus como el texto que Dios les había conservado y le retenían por fe.
En los siglos XVIII y XIX, cuando la ciencia y la teología estaban marcadas cada vez más por la Ilustración, el Racionalismo y la apostasía de la fe, hubo críticos textuales, como Griesbach, Lachmann, Tischendorf y también Westcott y Hort que emprendieron la tarea de intentar reconstruir el texto del NT original, según su opinión por medio de la comparación de diferentes manuscritos más antiguos.  Todos ellos desecharon la norma autoritativa del texto transmitido y le calificaron a él y a la transmisión del texto mayoritario en que se basaba de ser un texto malo y corrupto que se habría originado por una elaboración posterior.  Por otra parte explicaron que los poquísimos manuscritos muy antiguos de la transmisión alejandrina (que parte de la ciudad egipcia de Alejandría) serían los únicos testigos fiables del texto original. (Una presentación crítica muy buena de los métodos y fundamentos de la crítica textual se encuentra en Wilbur N. Pickering: The Identity of the New Testament Text (p. 180) Nashville (Thomas Nelson) 1980.)
Las recriminaciones de los críticos textuales contra el texto recibido de la Reforma
Los críticos textuales afirmaban que el texto recibido de la Reforma no era fiable, porque sólo estaba contenido en manuscritos más tardíos.  De hecho, en el clima húmedo del territorio mediterráneo, los manuscritos de pergamino tenían normalmente una vida de 150-200 años como mucho y tenían que ser reemplazados entonces por nuevas copias.  De ahí se explica que la mayoría de los testigos del texto mayoritario sean del Siglo VIII al Siglo XIV.  Pero también hay manuscritos de los siglos V y VI que testifican del texto mayoritario, y ya en los papiros más tempranos que se han conservado se hallan formas textuales típicamente bizantinas.
El hecho de que el texto mayoritario estaba atestiguado con asombrosa uniformidad por muchos cientos de manuscritos de diferentes siglos y diferentes regiones del cristianismo, trataron de explicarlo Westcott y Hort de esta manera: según ellos habría habido en el siglo IV una reelaboración y unificación llevada a cabo por la iglesia (la llamada “Recensión Luciana”).  Según ellos entonces se habrían armonizado y retocado diferentes transmisiones más antiguas para formar un nuevo “texto uniforme”.
Sin embargo, no se hallaron pruebas históricas de ninguna clase para esta afirmación arbitraria.  Una revisión del NT griego tan transcendente, aprobada por todos los obispos, con toda seguridad habría tenido que ser documentada en alguna parte.  Tanto los hallazgos de antiguos manuscritos en papiro, como las citas antiguas de los “Padres de la iglesia” y las traducciones, muestran que la transmisión del texto mayoritario ya había tenido que existir antes del Siglo IV.  De manera que esta teoría ya la han desechado la mayoría de los críticos textuales. (Comp. Pickering, Identity, p. 93ss.)
Unido a esto afirmaban que las lecturas del Textus Receptus tan lógicas entre sí, de un lenguaje claro y doctrinalmente sanas no podían ser originales, sino que tenían que ser el resultado de una amplia reelaboración redaccional.  Añadido a esto se planteó la suposición de que los copistas del NT habrían tenido más bien la tendencia de mejor corregir de por sí las palabras de las Sagradas Escrituras que tenían delante y de ampliarlas por medio de adiciones, antes que de omitir algo (sin querer o intencionalmente).  De ahí que las “lecturas” (o variantes) más oscuras y más difícilmente comprensibles habría que considerarlas como las originales, igual que las lecturas que ocasionaron diferencias entre las transmisiones de los evangelios.
En algunos manuscritos muy antiguos de Alejandría y Egipto, los críticos textuales hallaron el texto del NT que más se aproximaba a la idea que ellos tenían de lo que debía ser el “texto original”.  Estos manuscritos omitían muchas de las palabras testificadas en el 90 % de los manuscritos de las Sagradas Escrituras, sustituían otras por expresiones más oscuras y difíciles de comprender, contenían numerosas contradicciones y faltas gramaticales.  A estos manuscritos se les atribuyó una transmisión textual prácticamente libre de errores y “neutral”.
La transmisión bizantina, por el contrario, fue tratada con desprecio.  Se dijo y se dice que sería “falsificada” y “desfigurada”, que sería un texto “normalizado y oficialmente impuesto”, que “con violencia había sido encerrado en un rígido esquema”.  Su divulgación habría sido “dirigida desde una central”. (Comp. Bruce M. Metzger, A Textual Commentary on the Greek New Testament, 2a ed. Stuttgart (Dt. Bibelgesellschaft) 1994, p. 7*; Kurt u. Barbara Aland, Der Text des Neuen Testaments.  Einführung in die wissenschaftlichen Ausgaben und in Theorie wie Praxis der modernen Textkritik. Stuttgart (Dt. Bibelgesellschaft) 2a ed. 1989, p. 79.) El crítico textual Hort a la edad de 23 años expresó sus prejuicios contra el texto tradicional de la siguiente manera: “Hasta hace algunas semanas yo no tenía ni idea de la importancia de los textos, porque había leído tan poco del Testamento griego, y me arrastraba pesadamente con ese vil Textus Receptus (...) Pensar en ese horrible Textus Receptus que se apoya totalmente en manuscritos tardíos; es una bendición que haya estos tempranos”. (Citado según Pickering, Identity, p. 31.  Este pasaje dice en el original: “...and dragged on with the villainous [= vil, malvado, malísimo] Textus Receptus ... Think of that vile [= vil, horrible, pésimo, asqueroso] Textus Receptus...”.)

4. ¿Son los manuscritos más antiguos los más fiables?

Los “testigos principales” de la crítica textual que supuestamente prueban el rechazo del texto de la Reforma, son un par de copias “unciales” antiguas (unciales eran manuscritos escritos en mayúsculas), sobre todo elCódice Sinaítico (Alef) y el Códice Vaticano (B), ambos del Siglo IV, procedentes de la transmisión alejandrina.  En ellos se omitieron o cambiaron muchas palabras y muchos pasajes en parte importantes que se encuentran en el texto mayoritario.
Aunque estos manuscritos antiguos muchas veces se contradicen entre sí y demuestran ser testigos muy poco fiables (véase más abajo), entre otras cosas por abundantes y graves faltas cometidas por los copistas, casi todos los representantes de la crítica textual afirman que estos serían los que más se acercan a los originales de la transmisión textual.  Por otra parte, declaran que son de poca importancia para el atestiguamiento del texto original, las 2.500 copias cursivas (manuscritos escritos en minúsculas griegas) y las numerosas copias unciales (a partir del Siglo V), que dan testimonio del “texto mayoritario”, por lo cual las rechazan y no las toman en consideración.
La suposición de que los textos más antiguos del NT tienen que ser los más fieles, parece lógica a primera vista.  Pero ya fue rechazada y rebatida en el Siglo XIX por creyentes fieles a la Biblia y eruditos, entre los cuales se hallan extraordinarios conocedores de la historia de los textos, como John William Burgon (Las obras en las que el investigador textual inglés, John W. Burgon, rechaza la crítica textual de Westcott y Hort con argumentos bien fundamentados, están hoy aún sin rebatir y son de un valor permanente para todos aquellos que se quieran ocupar a fondo con estas cuestiones.  Han sido publicadas en una colección abreviada en un volumen: John William Burgon: Unholy Hands on the Bible.  Vol. I. Editor Jay P. Green sen. (p. 624) Lafayette, Indiana (Sovereign Grace Trust Fund) 1990.  Los volúmenes sueltos con el aparato completo de notas han sido reimpresos por “The Bible for Today”, 900 Park Ave., Collinswood NJ 08108, USA (ver Bibliografía).) y Frederick Henry Ambrose Scrivener de Inglaterra.  Contrastando con esta suposición, ellos han mostrado que precisamente la transmisión del texto en los primeros siglos fue muy poco uniforme en lo que se refiere a su fidelidad.
Por lo tanto es muy importante saber si los escribientes copiaban el texto de fuentes fiables cotejadas con los originales.  En numerosos manuscritos muy antiguos se puede demostrar que fueron escritos por copistas que trataban la santa Palabra con gran dejadez o incluso con arbitrariedad.  Esto originó errores de copia, mutilaciones evidentes del texto, pero también a veces cambios del texto original inducidos por herejías.
Las herejías de la iglesia primitiva y las resultantes falsificaciones de la Escritura
En este contexto es importante conocer algo del trasfondo de la historia de la iglesia primitiva.  Especialmente en los Siglos II y III surgieron numerosos herejes y movimientos falsos en la iglesia.  Irrumpieron poderosas luchas relacionadas con la doctrina bíblica de Cristo y otros temas básicos.  Se escribieron evangelios y epístolas apostólicas falsificadas (“apócrifas”), con el propósito de apoyar las falsas doctrinas.  Herejes como Marción y Taciano no vacilaron en falsificar también el texto de las Sagradas Escrituras para apoyar sus opiniones.  Es conocido, por ejemplo, que Marción utilizaba una versión abreviada y falsificada del Evangelio de Lucas, para cimentar sus herejías.  Para los gnósticos “iluminados” las escrituras del NT no eran ni mucho menos santas e intocables, sino que pensaban que podían utilizarlas libremente, es decir, recortarlas, cambiarlas o ampliarlas cuando fuera necesario.
Los papiros y unciales alejandrinos manifiestan una gran arbitrariedad en el trato de la santa Palabra de Dios, como solamente pueden ser propias de partidarios de herejías.  Kurt y Barbara Aland hablan con toda naturalidad de que muchos papiros presentan “un texto ‘libre’, es decir, un texto que de distintas maneras dispone de modo relativamente libre del texto original”.  El antiguo copista de la transmisión alejandrina se sentía “libre” para “cambiar el texto de la Sagrada Escritura según lo que él creía objetiva, gramatical o estilísticamente correcto”.  Esto es tanto más válido para los tiempos más tempranos cuando los textos aún no tenían la canonicidad de los tiempos posteriores (!), y mucho más en los comienzos, cuando el cristiano era consciente de ser poseedor del Espíritu (!!)”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 69 y 79, comp. también p. 60)
En esos tiempos había, por lo tanto, dos líneas de transmisión: Por una parte manuscritos hechos por creyentes que retenían la fe bíblica.  Estos manuscritos conservaban con todo cuidado el texto literal divinamente inspirado, y eran comparados con los originales (o las copias directas y atestiguadas de estos).  Pero, por otra parte, había también manuscritos que se caracterizaban por un trato del texto negligente, arbitrario y hasta a veces intencionadamente falsificante.  Por eso es importante conocer las líneas de transmisión sobre las que se apoyan, por una parte el “texto mayoritario” y el Textus Receptus, y por otra los textos críticos.  Porque es absolutamente decisivo para una evaluación espiritual, saber de qué ambiente espiritual y en base de qué fuentes proceden los textos que deben contener una transmisión fiel de los escritos originales.

5. El origen del texto alejandrino y del greco-bizantino

La línea de transmisión alejandrina y las herejías de Egipto
Los manuscritos Sinaítico y Vaticano y también los papiros proceden de una transmisión que tiene su origen enAlejandría Egipto.  Esto es una región que estaba muy lejos del lugar de los originales de modo que los escribientes difícilmente podían cotejar sus copias con las copias primeras atestiguadas.  Y los lectores tampoco podían reconocer tan fácilmente las divergencias de los originales como en el territorio griego de Asia Menor, donde las iglesias fundadas por los Apóstoles seguían existiendo.
Pero más grave es que precisamente en Alejandría y Egipto actuaban muchos herejes (del gr. hairesis = doctrina equivocada, partidismo, secta) y enemigos de la fe bíblica, que estaban influenciados sobre todo por el Gnosticismo [derivado de gnosis = conocimiento secreto], el Arrianismo y la filosofía griega.  El gnosticismo era una doctrina pagana de misterio que estaba basada en conocimientos de revelaciones demoníacas y que ya en el primer siglo comenzó a obrar en las iglesias cristianas que se estaban formando (comp. 1 Ti. 4:1-5; 1 Ti. 6:20 donde la traducción “ciencia” en el gr. dice gnosis; Col. 2; 1 Jn.).
Los gnósticos enseñaban entre otras cosas un dualismo antibíblico de (buen) espíritu y (mala) materia, la autosalvación del hombre por medio de la “iluminación” demoníaca o “conocimiento”, el desprecio por todo lo corporal o creado (tendencia a un ascetismo equivocado o un total desenfreno) y especulaciones pagano-ocultistas sobre la creación y el mundo de los ángeles.  Hacían una distinción entre la divinidad suprema y otro supuesto dios creador inferior malo (“un demiurgo”), que habría hecho la creación mala y al cual identificaban con el Jahvé del Antiguo Testamento.
El Gnosticismo “cristiano” y Orígenes como defensor de los textos alejandrinos
Bajo el ropaje “cristiano”, el gnosticismo, entre otras cosas, causó una devaluación del Antiguo Testamento (interpretándole esencialmente de manera alegórica y figurada).  Los gnósticos negaban que Jesucristo es Dios, con la misma naturaleza que el Padre; negaban que Él es desde la eternidad el Hijo de Dios y se hizo hombre verdadero (comp. Jn. 1:1-14, lo cual va dirigido directamente contra los gnósticos), y negaban su muerte en la cruz como sacrificio expiatorio.  Para los gnósticos, Cristo era un ser angélico creado, que nunca se hizo realmente hombre (“ha venido en carne” - 1 Jn. 4:1-3) y no podía morir en la cruz por los hombres.  Para otros herejes Él era un hombre normal, aunque “espiritualmente” dotado, que nunca fue engendrado por Dios y no era Dios desde la eternidad (la raíz del “Arrianismo”).  Muchas herejías horribles sobre la persona de Jesucristo que caracterizaron la historia temprana de la iglesia católica, tienen que ver directa o indirectamente con la influencia dañina del gnosticismo “cristiano” y de la filosofía griega. (Sobre estos nexos comp. entre otros Heussi, Kompendium der Kirchengeschichte, 10a ed. Tubinga (J.C.B. Mohr) 1949, p. 50-106.)
De gran importancia para la transmisión textual alejandrina fue el famoso erudito Orígenes (aprox. 185-254).  Estudió en la “escuela catequística” alejandrina dirigida por el gnóstico “cristiano” Clemente de Alejandría, y después fue maestro de la misma.  Bajo la influencia de herejías místico-ascetas se castró él mismo.  Orígenes estaba muy influenciado por el gnosticismo y la filosofía neoplatónica y se le conoce como fundador de la herejía del universalismo. (UNIVERSALISMO: Creencia de que todo ser humano finalmente alcanzará la salvación en Jesucristo (llamada también “restauracionismo”). [...] La doctrina tiene una larga historia.  Hubo teólogos universalistas en la Iglesia Antigua.  Se enseñó primero en Alejandría.  Orígenes elaboró extensamente la doctrina ... . (De Diccionario de Historia de la Iglesia, Editorial Caribe, p. 1036-1037).)  Ponía en duda la autenticidad de algunos pasajes de los evangelios, por su método arbitrario de interpretación alegórica.
Se puede decir que Orígenes fue el primero que practicó la “crítica textual” en el sentido científico moderno.  Por eso los críticos textuales de hoy le aprecian tanto.  Algunos investigadores atribuyen a Orígenes una gran influencia sobre los manuscritos Sinaítico y Vaticano.  Estos manuscritos probablemente fueron hechos por encargo del emperador Constantino por Eusebio de Cesarea que era gran admirador de Orígenes.  Eusebio los hizo elaborar según los principios críticos de su maestro.  Así entraron en estos manuscritos influencias gnósticas y otras influencias perniciosas de la transmisión alejandrina.
La iglesia católica occidental cuyo idioma oficial era el latín adoptó algunas lecturas alejandrinas y las incorporó en la traducción latina de su Biblia “Vulgata”, después de haber llegado a ser la iglesia estatal y “popular” bajo el emperador Constantino.  Esto parece mostrar que esta iglesia no era capaz de superar del todo las doctrinas erróneas de los enemigos de la fe, porque ya en aquel entonces estaba en su interior completamente leudada por ellas y no se encontraba ya sobre el fundamento bíblico.  Con el tiempo, la Vulgata llegó a ser el texto estándar del NT en la iglesia católica, mientras que el texto griego se fue dejando de lado casi totalmente.
El clima seco y cálido de Egipto posibilitó la supervivencia de manuscritos alejandrinos antiquísimos, que por sus muchos errores, inexactitudes y falsificaciones heréticas posteriormente no se volvieron a utilizar (¡de otra manera se hubiesen deshecho!).  Son testigos de una línea lateral desfigurada de la transmisión textual, que con buenas razones se dejó de lado, de modo que sus manuscritos en tiempos posteriores ya casi no se copiaban, porque fueron reconocidos como no fiables y falsificados. (Estos puntos de vista están muy bien explicados en Pickering, Identity, p. 99ss.)  Su edad, por lo tanto, de modo alguno es una garantía para denotar su proximidad al texto original, porque la actitud arrogante y negligente de sus escribientes, causada por herejías, les sedujo a transmitir el texto de manera desfigurada y mutilada.
La línea de transmisión del texto mayoritario
El texto mayoritario proviene de una región (Asia Menor y Grecia), en la que muchas de las primeras iglesias cristianas fueron fundadas todavía por los mismos apóstoles y poseían aún los escritos originales (al menos el Evangelio de Juan, las epístolas a los Corintios, a los Gálatas, Efesios, Colosenses, Filipenses, Tesalonicenses, Timoteo, las epístolas de Pedro y el Apocalipsis) o copias correctas certificadas, para garantizar una transmisión fiel.  En esta región obró Timoteo (quizá hasta entrado el Siglo II) a quien el apóstol Pablo había encomendado la tarea de guardar la Palabra de Dios (comp. 2 Ti. 1:13, 14).  Hasta aproximadamente el año 90 el apóstol Juan tuvo su ministerio en esta región, siendo un testigo de la verdadera transmisión, autorizado por Dios.
En esta región, pues, había las mejores condiciones para garantizar una transmisión fiel del NT revelado.  Esto también es válido para los copistas de los escritos originales.  En el primer siglo se puede decir que en casi todas las iglesias de esta región había aún judíos creyentes, y podemos partir de la base de que sus copias del NT estaban marcadas por su actitud sumamente cuidadosa, caracterizada por una santa reverencia ante cada una de las letras y palabras en la transmisión de la Escritura.
Añadido a esto hay que decir que durante muchos siglos esta región fue el “corazón del cristianismo”, como hacen constar también Kurt y Barbara Aland: “Es seguro que Asia Menor y Grecia fueron el centro de cristianismo primitivo, ejerciendo una influencia considerable o tal vez incluso decisiva sobre el desarrollo del texto neotestamentario”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 62/63 y 77.)  Precisamente esta influencia se hace visible en la transmisión del texto mayoritario.  Los críticos textuales, sin embargo, se niegan a reconocer este hecho por sus prejuicios espirituales.  Es, por lo tanto, consecuente que los creyentes reconocieran y divulgaran este texto transmitido con toda fiabilidad por la dirección y providencia de Dios.  A partir del Siglo IV es generalmente reconocido por los creyentes de habla griega en todo el imperio romano.
Con respecto a 2 Timoteo 1:13, 14 deberíamos considerar aquí la importancia de los creyentes sencillos guiados por el Espíritu Santo para la transmisión fiel del texto original del NT.  Las sagradas Escrituras del NT eran intercambiadas en las primeras iglesias por medio de copias certificadas, y eran leídas con avidez (en lo que con toda seguridad tuvieron un cierto control los apóstoles y sus colaboradores).  Sobre todo en las reuniones de la iglesia se leían con regularidad (comp. Col. 4:16) con lo que quedaron bien afianzadas las palabras textuales.
De esta manera, en el corazón del cristianismo apostólico, en un período de unos 30-40 años pudo formarse una transmisión cuidadosa del texto verdadero, antes de que irrumpieran las influencias dañinas, falsificaciones y cosas semejantes.  Por esta razón, estos creyentes podían reconocer y rechazar escritos falsos y falsificados, a pesar de que sólo algunos de ellos poseían copias fieles.
Una prueba contundente para la firmeza de esta transmisión fidedigna es, que también los herejes como por ejemplo los origenistas y arrianos que pudieron consolidarse en esa región, tuvieron que conservar ese texto transmitido, para ellos contraproducente, no pudiendo osar meter omisiones o cambios como sus correligionarios en Alejandría.
Por el testimonio y la obra del Espíritu de Dios, el texto mayoritario que se basaba en los originales fue tan difundido y aprobado que éste, y no las formas textuales discrepantes de Alejandría, llegó a ser el texto predominante divulgado en todas partes.  En esto, los creyentes podemos ver la fidelidad de Dios a Sus promesas.  Aún y cuando la iglesia griega ortodoxa vivió una decadencia espiritual y apostasía parecida a la de la iglesia católica de Occidente, sin embargo, fue hecha la guardiana del texto original por medio de la providencia y obra de Dios, a semejanza de los rabinos incrédulos de la Edad Media que fueron los guardianes del texto hebreo del Antiguo Testamento.
Por medio de una cadena ininterrumpida de copias, este texto fiable fue difundido en todas partes donde vivían creyentes.  En el clima húmedo del territorio mediterráneo los manuscritos de pergamino o papiro tenían normalmente una vida de 150-200 años como mucho (puesto que eran usados constantemente) y tenían que ser sustituidos por nuevas copias.  De ahí se explica que el texto mayoritario generalmente reconocido haya llegado a nosotros principalmente en manuscritos relativamente tardíos: sus antecesores tempranos se desintegraron por causa del clima y el uso frecuente y fueron sustituidos por copias fieles.
La gran fidelidad de esta línea de transmisión con respecto al trato del texto que le ha sido confiado se muestra en la asombrosa uniformidad del texto en las muchas copias de copias, que además proceden de regiones muy alejadas la una de la otra.  Esta uniformidad solamente se explica por el hecho de que reproducen con gran cuidado un antecedente común: los originales inspirados.
De esta manera se explica que un manuscrito del S. XIV pueda contener una reproducción del texto original más fiable que un manuscrito del S.II. (Esto, de hecho, es algo indiscutido en la investigación textual del Antiguo Testamento; referente al AT, la mayoría de los eruditos defienden la fiabilidad y superioridad del texto masorético (que también ha sido transmitido solamente en manuscritos “tardíos” del Siglo X y equivale al Textus Receptus del NT) frente a los manuscritos más antiguos (comp. Ernst Würthwein, Der Text des Alten Testamentes, Stuttgart 1952, p. 19 y 83).)  Lo decisivo es: ¿procede el texto transmitido de los escritos originales y ha sido transmitido fiel y cuidadosamente por medio de las copias intermedias?  El Texto Mayoritario presenta todas las características de semejante transmisión cuidadosa.  Los testigos más importantes de la crítica textual, en cambio, demuestran convincentemente, lo equivocado que es afirmar que los testimonios textuales más antiguos serían los más fiables y los que más se acerquen a los originales.

 

6. Los dudosos testigos principales de la crítica textual

Por medio de unos pocos datos y cifras quisiera demostrar lo poco fiables que son para la transmisión textual los manuscritos más antiguos que han llegado hasta nosotros.  Muestran sobre qué base arbitraria está construido todo el edificio de la crítica textual moderna.  Si los testigos principales de los que presentan sus acusaciones contra el Textus Receptus no son dignos de confianza, entonces tampoco lo son las ediciones de “Nestle-Aland” que esencialmente se basan en ellos.  El caso “Textus Receptus” merece ser de nuevo procesado y decidido.
El Códice Sinaítico (“Alef”)
Este manuscrito del Siglo IV está entre los más famosos y reconocidos.  Fue hallado por Tischendorf en el Siglo XIX en un cubo de la basura del convento de Santa Catalina al pie del monte Sinaí.  Para el crítico textual Tischendorf era el manuscrito mejor y más puro de todos y por causa de él modificó más de 3.500 pasajes de su edición crítica del NT. (Comp. Burgon, The Traditional Text of the Holy Gospels, London (George Bell and Sons) 1896, p. 159-160.
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  Es uno de los testigos textuales principales para el texto alejandrino-egipcio, que según el prejuicio de los críticos textuales sería el que más se acerca al original.  Kurt y Barbara Aland, no obstante, evalúan la calidad de su transmisión textual con cierta reserva: “El texto, que contiene numerosas lecturas singulares [= formas textuales que sólo se encuentran en el Sinaítico.  Nota del autor, R.E.] (y descuidos), fue sobreestimado excesivamente por Tischendorf; en su valor es bastante inferior a B [= Códice Vaticano] (...)”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 118.)
Esta confesión está formulada con bastante finura y embellecimiento.  Burgon ha contado solamente en los Evangelios 1.460 lecturas discrepantes, que no se hallan en ningún otro manuscrito - es decir, ¡casi 1.500 casos en los que este “testigo”, incluso bajo los criterios de la crítica textual, muy probablemente está equivocado!  El manuscrito está plagado de evidentes faltas de los copistas y negligencias, como la omisión de líneas enteras y palabras.  En comparación con el Textus Receptus, el Códice Sinaítico omite 3.455 palabras solamente en los Evangelios, añade 839, sustituye 1.114 palabras por otras, cambia el orden de 2.299 palabras en distintas frases y modifica 1.265 palabras, ¡de manera que resulta en un total de 8.972 diferencias!  Al menos 10 correctores se esforzaron posteriormente en arreglar una parte de estos errores.(Pruebas de esto en Burgon, The Revision Revised, Reimpresión, Collinswood N.J. (Dean Burgon Soc. Press), sin año, p. 12; comp. también Mauro en Fuller (Ed.), True or False? The Westcott-Hort Textual Theory Examined, Grand Rapids (Institute for Biblical Textual Studies), p. 72-80.) Más grave que esto es que el Sinaítico, que se originó bajo la influencia de Orígenes, contiene numerosas omisiones y cambios que indican un menoscabo intencionado efectuado por partidarios de herejías.  El Sinaítico omite por ejemplo “Hijo de Dios” en Marcos 1:1, “en mí” en Juan 6:47, “que está en el cielo” en Juan 3:13, la ascensión en Lucas 24:51, cambia “¿crees tú en el Hijo de Dios?” en “¿crees tú en el Hijo del Hombre?” en Juan 9:35 y en 1 Timoteo 3:16 dice “El” en lugar de “Dios”.  Es uno de los tres (!) manuscritos que omiten el final de Marcos 16, y también omite Juan 7:53-8:11.  A cambio contiene la “epístola de Bernabé” y el “Pastor de Hermas”, escritos católicos tempranos caracterizados por herejías, ¡que los editores “de confianza” de este códice consideraban como santas escrituras!
El Códice Vaticano (B)
El segundo testigo principal de la crítica textual es un manuscrito del Siglo IV procedente de la biblioteca del Vaticano.  Está estrechamente relacionado con el Sinaítico, de modo que los investigadores textuales suponen que tuvieron un antecedente común.  La calidad de esta copia es algo mejor que la del Sinaítico, aunque aquí también hay muchas faltas de los copistas y negligencias.  En los Evangelios solamente contiene 589 variantes, que no se hallan en ningún otro manuscrito.  En comparación con el Textus Receptus, Burgon ha descubierto que omite en los Evangelios 2.877 palabras, añade 536, sustituye 935 por otras, cambia la posición de 2.098 palabras en la frase y modifica 1.132 palabras, de modo que resulta un total de 7578 diferencias.
El Códice Vaticano ha sido para muchos críticos textuales, y de manera especial para Westcott y Hort, el texto consumado “puro”, sin influjos ajenos, que ponían casi al mismo nivel que el original.  Pero la crítica textual ya ha tenido que deshacerse de este dogma insostenible. (El comentario de Aland/Aland sobre este prejuicio “científicamente cimentado” de Westcott y Hort con motivo de Mt. 21:28: “(...) en este caso el dar preferencia a B (Códice Vaticano) les conduce (como tantas otras veces) al extravío.” Der Text..., p. 262.)  El Códice Vaticano muestra un estrecho parentesco con el Papiro P75 que es más antiguo que él, y coincide con el Sinaítico en muchos pasajes cuando se trata de discrepancias del texto transmitido originadas por herejías.

A pesar de que estos dos testigos principales contradicen tan a menudo al texto tradicional, desacreditan su testimonio por el hecho de que entre ellos dos constantemente están en desacuerdo.  El investigador textual Herman Hoskier descubrió que el Sinaítico y el Vaticano ¡se contradicen 3.036 veces en los Evangelios!(Comp. William P. Grady, Final Authority, Schererville, Indiana (Grady Publications) 7a ed. 1995, p. 98.)  ¡Calculado esto en una página normal de la Biblia, esto equivaldría a 30 pasajes contradictorios por página!  Esto nos hace recordar un versículo de la Biblia: “Porque muchos decían falso testimonio contra él, mas sus testimonios no concordaban” (Mr. 14:56).  La señal bíblica de un testimonio verdadero, sin embargo, son varios testigos que coinciden en decir lo mismo.  Estos no los hallamos entre los manuscritos egipcios, sino solamente en la transmisión mayoritaria.
Los Papiros
En el Siglo XX la crítica textual añadió los manuscritos tempranos en papiro (casi todos del Siglo II y III) como testigos al lado del Sinaítico y Vaticano.  Muestran un parentesco interno con estos por su procedencia común de Egipto y el trato negligente y arbitrario del texto. (Ejemplos convincentes en Pickering, The Identity..., p. 121-125.) Algunos de estos papiros, sobre todo el P75 pertenece a los testigos del texto alejandrino.  Otros, sin embargo dan testimonio de la existencia de lecturas típicamente mayoritarias que datan ya del Siglo II y III, y son, por lo tanto, testigos indirectos de la defensa y no de la acusación contra el Textus Receptus. (Comp. al respecto los estudios de los investigadores textuales en Pickering, The Identity..., p. 76-77.)
Códice de Beza (D)
Durante un cierto tiempo otro manuscrito antiquísimo desempeñó un papel muy importante para la crítica textual: el Códice de Beza (Códice D) del Siglo V.  Es uno de los manuscritos más arbitrarios y corruptos de todos, pues contiene un número extraordinario de omisiones, cambios y añadiduras de interpretación libre.  Es interesante que su origen también se dice que es Egipto. (Comp. Aland/Aland, Der Text..., p. 118-119.)  En algunas ediciones del “Nestle-Aland” hasta la 25ª edición se estimó de tanto valor, aún estando casi totalmente solo, que se tomó como base para justificar una serie de omisiones y desfiguraciones arbitrarias.  Hoy se le ha vuelto a quitar mucho del valor atribuido a este “testigo principal” de la crítica textual. (Comp. al respecto Aland/Aland, Der Text..., p. 61, donde también al Códice D se le atribuye un origen egipcio. Comp. también p. 79.)
También en el texto de “Nestle-Aland” actual se da claramente preferencia a la transmisión alejandrina con su pequeña minoría de unciales.  En la mayoría de los casos se da más peso al conjunto del Sinaítico, Vaticano y los antiguos papiros.  Es interesante que en algunos pasajes ya se han reconocido lecturas mayoritarias - pero sólo, en la medida en que se han hallado también en los viejos unciales.  Por lo general, el juicio arbitrario de la crítica textual sigue siendo que la cantidad abrumadora de manuscritos de la tradición textual bizantina “(...) están fuera de consideración para el trabajo de la crítica textual”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 114.)

7. Los métodos de la crítica textual racionalista y sus frutos

Vemos, pues, que la sentencia contra el Textus Receptus la han pronunciado jueces parciales en base de testigos de poco crédito.  Por eso es necesario que los creyentes vuelvan a ocuparse de este caso y comprueben ellos mismos con qué métodos este alto tribunal autodesignado ha llegado a su veredicto.  Se trata aquí de cosas absolutamente esenciales: el carácter intocable y la pureza de la Palabra de Dios, que para nosotros es nuestro Pan de vida y suprema autoridad para nuestra vida.  Nosotros como hijos de Dios ¿podemos dejar la Palabra de la Escritura en manos de la crítica textual siendo ésta una ciencia secular, para que procedan como mejor les parezca a ellos?  Hay buenas razones para no hacerlo.
¿Se puede proceder con la Biblia como con las obras de Platón u Homero?
Un principio declarado de la crítica textual es que la historia textual del NT habría que estudiarla como la de cualquier otro documento antiguo.  Westcott y Hort afirman esto en la introducción a su edición crítica del NT: “Los principios de la crítica textual (...) son válidos para todos los textos antiguos, que han quedado conservados en una mayoría de documentos.  El ocuparse con el Nuevo Testamento no requiere ni justifica ningún principio diferente cualquiera que sea”. (Citado en Pickering, Identity, p. 32. Traducido por R.E.)
La crítica textual, por lo tanto, no considera al Nuevo Testamento como Palabra de Dios, sino como un documento de la antigüedad como tantos otros más, que se puede tratar con el bisturí científico de igual manera que los manuscritos de las obras de Homero o Platón.  Lo que se hallaba en el texto original del NT lo han de averiguar solamente algunos eruditos por medio de conclusiones racionales.
Precisamente este principio básico “neutral” y “científico” es el que jamás debe adoptar un creyente.  El Nuevo Testamento no es palabra de hombres, sino la santa Palabra de Dios, inspirada por Dios mismo.  Dios mismo hizo escribir palabra por palabra los escritos del NT por medio de sus apóstoles y profetas, y Dios ha prometido que velará sobre ellas y las guardará.  El NT es el fundamento de “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Jud. 3).
     Una investigación que niega el carácter de la Sagrada Escritura como Palabra sobrenatural revelada por Dios, jamás puede ser aceptada por los creyentes; y tampoco es capaz de sacar a luz ninguna verdad, porque está edificada sobre una mentira.  El hombre como juez y señor sobre la Palabra revelada de Dios - esta premisa equivocada y audaz ya debería motivar a cualquier creyente fiel a la Biblia a rechazar las conclusiones de la crítica textual, porque, en el fondo, no pueden ser correctas.
El principio del “¿Conque Dios ha dicho?”
El punto de partida de la crítica textual racionalista fue el rechazo del texto básico griego, del Textus Receptus, aceptado por los creyentes de la Reforma.  Lo que la fe sencilla consideraba como Palabra de Dios con autoridad, era cuestionado sistemáticamente por los eruditos según el lema: “¿Conque Dios ha dicho?”.  Con argumentos pensados con astucia y unas construcciones mentales dudosas se calificaron de añadiduras posteriores y de falsificaciones humanas algunas partes de la Biblia.
Esto ya muestra la afinidad interna con la “crítica bíblica” en sí, que emprende la misma empresa con argumentos de la “crítica literaria”.  Los que ellos mismos se han designado jueces sobre la Palabra de Dios han dado su veredicto de “Falso” sobre muchas palabras preciosas de la Escritura, palabras que a través de todos estos siglos pasados los creyentes han amado y estimado, y finalmente incluso se las quitaron de la Biblia.
Los intentos de la crítica textual en el fondo tienen la finalidad de derrocar la Palabra de Dios como autoridad última y someterla al juicio de la sabiduría y ciencia humana.  Kurt y Barbara Aland lo dicen casi abiertamente: “Todos los esfuerzos expuestos para liberarnos de la supremacía del Textus Receptus, hay que estimarlos tanto más, puesto que esa época era de la opinión de poseer en él infaliblemente el texto literal del Nuevo Testamento inspirado por Dios mismo (y esto hasta el más mínimo detalle) (...)”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 21.)
La autoridad de la Palabra transmitida y dada por Dios primeramente se puso en duda; luego cuando hubieron “derribado” el texto transmitido, levantaron sobre los creyentes la autoridad de la sagacidad erudita y del intelecto actuando a rienda suelta.  El resultado fue la inseguridad y confusión, y después los graves recortes y cambios en el texto de la Biblia.
Ceguera frente a las falsificaciones heréticas en la transmisión
Aunque los críticos textuales saben muy bien de la historia de la iglesia, que precisamente los primeros cuatro siglos estuvieron marcados por poderosas luchas espirituales y las más diversas tendencias heréticas, que no tenían escrúpulos en cambiar el texto de los escritos neotestamentarios, se resta importancia a esta circunstancia y a penas se tiene en cuenta.  Westcott y Hort, por ejemplo, afirman que no habría “indicios para una falsificación intencionada del texto con fines dogmáticos”. (Citado según Pickering, Identity, p. 32.)  También Kurt y Barbara Aland expresan imparcialmente que en Egipto “la Gnosis al comienzo parece ser que desempeñaba un papel predominante”, pero a pesar de esto, sitúan nada menos que en esa provincia la “transmisión relativamente fiel” del “texto normal”. (Aland/Aland, Der Text..., p. 69.)
De la misma manera que la crítica textual incrédula cierra los ojos ante el hecho de que la Palabra es una revelación divina y es guardada por Dios, así tampoco ve los ataques de Satanás contra la Palabra de Dios, que dejó desfigurar y mutilar por medio de sus instrumentos, los transcriptores inducidos por herejías.  Esta ceguera también tiene que conducir a errores.
Los dudosos métodos de interpretación de los críticos textuales (Para más información véase sobre todo Pickering, Identity, p. 31-98 y Hills, King James Version, p. 62-114 como también Burgon, Unholy Hands.  El modo de proceder científicamente poco consistente de Westcott y Hort se ve claramente en Aland/Aland, Der Text... p. 28.)
Ya hemos visto que el principio fundamental defendido por la crítica textual hasta el día de hoy, que los testigos textuales mejores serían los más antiguos, en la historia del NT ya no es sostenible ni siquiera según los criterios científicos.  Esto es tanto más válido a la luz de una evaluación espiritual.  En el fondo, la crítica textual implícitamente y quizá de modo inconsciente tiene una preferencia por la línea de transmisión alejandrina, por Orígenes y el gnosticismo, por la tradición de transcriptores “libres” y la cristología “sin dogmatismos” de los herejes, que se acerca mucho más a las convicciones religiosas de la mayoría de los críticos textuales que la cristología “dogmático-ortodoxa” del texto mayoritario. (Westcott y Hort, por ejemplo, honrados por la crítica textual como derrotadores del Textus Receptus, sostenían actitudes expresamente críticas frente a la Biblia, defendían varias doctrinas erróneas y como miembros del “Ghostly Guild” trabajaron con ahínco en experimentos parapsicológicos y espiritistas. Hort era un admirador de Darwin y del católico Newman.  Ambos simpatizaban con la iglesia católica. Comp. al respecto Grady, Final Authority, p. 213-242. Aland/Aland dan a conocer su punto de vista crítico frente a la Biblia, al calificar de “deuteropaulinas” (= escritos falsos posteriores) a algunas epístolas de Pablo, Der Text..., p. 92.)
Otros principios metódicos de la “crítica textual” también son dudosos bajo puntos de vista espirituales.  Por ejemplo, existe la regla de que la “lectura” (= variante del texto) más difícil (oscura, poco clara) habría que considerarla como la más cercana al original.  Las lecturas, sin embargo, que armonizan con otras partes del NT y son claras y fácilmente comprensibles, se explicarían, según ellos, con retoques estilísticos e intervenciones posteriores.  Con esto insinúan que la Escritura originalmente habría sido oscura y contradictoria - aquí también la raíz está en no creer en la inspiración. (La arrogancia y ceguera espiritual de los críticos textuales incrédulos se manifiesta con especial vigor, cuando Aland/Aland con toda seriedad defienden su juicio de que las palabras de 1 Tesalonicenses 2:7 originalmente fueron: “Antes fuimos niños entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos” [gr. nèpioi en lugar de MT/TR èpioi = tierno, amoroso], Der Text... p. 287-288.  Este conocimiento “respaldado por la ciencia” es tan evidentemente equivocado, que ninguna traducción de la Biblia se atreve a traducir aquí según el texto griego de Nestle-Aland.)  Aparte de esto se pasa por alto el hecho de que para los creyentes verdaderos cada palabra de los escritos neotestamentarios era santa e intocable, y que jamás hubiesen osado añadir o quitar algo (¡comp. Ap. 22:18, 19!).
Otra regla igualmente arbitraria es que, en caso de duda, la variante más corta sería la genuina.  Con esto restan importancia al gran peligro que existía precisamente en la escritura griega uncial de omitir pasajes sin querer; así pueden dar preferencia a las reducciones alejandrinas.  Donde la Escritura ofrece dos o tres testimonios de una afirmación, de acuerdo con el principio espiritual de 2 Corintios 13:1, los críticos textuales espiritualmente ciegos explican que el segundo y tercero habrían sido añadidos por motivos de la “armonización”.  Donde el Textus Receptus está completo y claro, y el alejandrino reducido y difícil de comprender, explican que las palabras que dan el sentido han tenido que ser añadidas después, habiendo que suponer aquí más bien que tales palabras que figuran en 99 testigos textuales y en uno no, fueron omitidas por este último, antes que añadidas (comp. p. ej. 1 Co. 11:29).
Los críticos textuales se levantan como jueces y señores sobre la Palabra de Dios
Todo esto no nos debe asombrar, si tenemos en cuenta que la ciencia secular ya en su principio fundamental niega la existencia y el obrar de Dios, excluyendo de su modo de proceder “estrictamente objetivo” los puntos de vista espirituales de la fe, para poder ser considerada como “ciencia”.  Los representantes en cabeza de la “crítica textual” son casi todos científicos incrédulos que rechazan la inspiración y con ello el carácter de revelación divina de la Sagrada Escritura.
Pero también los científicos creyentes o teólogos tienen que adaptarse a este dictado si no quieren caer en deshonra y desprecio.  La fe y lo divino no puede entrar en las argumentaciones de la crítica textual sobre el NT, de otra manera se es considerado como un fanático retrasado y dogmático, que trabaja “poco científicamente” y no se puede tomar en serio.  Toda “crítica textual científica” en el fondo, parte de la base que el hombre con su inteligencia tendría el derecho y sería capaz de decidir él mismo, lo que estaba escrito en los manuscritos originales y lo que no.
Algunos que apoyan el texto de Nestle-Aland objetan que también han participado algunos creyentes en la crítica textual.  Entre ellos, por ejemplo, Bengel, Tregelles, Darby y Kelly.  Es cierto - pero ¿hace esto una diferencia para la evaluación espiritual de la crítica textual?  Hay que suponer que estos hombres con toda seguridad actuaron con las mejores intenciones, pensando que por medio de la investigación de ciertas variantes se podrían aproximar más al texto original del NT.  Pero esto no significa que tengamos que aceptar como correctas sus convicciones en el ámbito de la crítica textual, por el mero hecho de que eran hijos de Dios y en parte, apreciados maestros de la Biblia.  Al contrario, esto nos muestra que algunas veces incluso creyentes espiritualmente maduros y cimentados en la doctrina bíblica pueden dejarse desviar del sencillo punto de vista de la fe en determinados ámbitos, por medio de corrientes intelectuales erróneas.
No obstante, es interesante que, por ejemplo, John Nelson Darby no aceptó en sus traducciones la mayoría de las variantes que no coincidían con el Textus Receptus, cuando tocaban la obra redentora de Jesucristo y el hecho de que era el Hijo de Dios.  De ahí que la Biblia alemana “Elberfelder” antes de la revisión tenga en algunos versículos todavía el texto de la Reforma, mientras que después de la revisión se aparta de él (p. ej. 1 Ti. 3:16; Jn. 9:35; Mt. 1:25; Mt. 18:11).  A pesar de ello es lamentable que también esta traducción antigua en gran parte excelente, por medio de paréntesis pone en duda por ejemplo la revelación transmitida de Marcos 16:9-20 o Juan 7:53 a 8:11.  De modo que tenemos que constatar que la crítica textual tampoco produce buenos frutos en los casos en que la han practicado creyentes.
La gran miseria en la iglesia de hoy es que la gran mayoría de los pastores, maestros, teólogos y predicadores de la Palabra confían de buena fe en el juicio de la crítica textual sin sentir la necesidad o sin atreverse a formarse una opinión propia en la cuestión sobre el texto genuino del NT guardado por Dios.  Detrás de esto, lamentablemente, hay en algunos creyentes una fe equivocada en la ciencia, una confianza descarriada en el progreso de la crítica textual con su “investigación objetiva”, que al fin y al cabo se supone que es la que mejor tiene que saber lo que está en el NT y lo que no.  Algunos creyentes aceptan los principios, métodos y resultados de la crítica textual sin reconocer que en el fondo no son conciliables con su propio punto de vista de la fe.
¿Cuál es el resultado de la influencia de la crítica textual sobre las Biblias modernas?  La base textual imperativa de la mayoría de las ediciones modernas de la Biblia, el texto de Nestle-Aland, queda determinado por debates y a menudo por voto mayoritario de un pequeño grupo internacional de científicos partidarios de la crítica bíblica, entre los que se encuentra también un representante de alto rango de la iglesia católica.  Este círculo selecto de eruditos instaurado por la unión mundial liberal de sociedades bíblicas decide lo que millones de cristianos creyentes leen y aceptan como Palabra de Dios. (Aland/Aland lo ven muy claro: “En esto no se trata de un texto cualquiera, sino de la base para la interpretación del Nuevo Testamento por todos los teólogos de todas las confesiones y denominaciones en todo el mundo”.  Der Text..., p. 44-45.)  ¡Las nuevas ediciones del “Nestle-Aland” son nada menos que un texto ecuménico universal!  En 1968, el Vaticano y las Sociedades Bíblicas Unidas acordaron unas directrices según las cuales ¡se habría que utilizar exclusivamente este texto en las iglesias, ediciones de la Biblia, en los estudios universitarios y en las escuelas!  Esto debería dar mucho que pensar a todos los cristianos sumisos y fieles a la autoridad de la Biblia.
Cuando este círculo ecuménico de eruditos tacha una frase de la Biblia, entonces en la próxima edición de muchas Biblias en el mundo faltará esa frase; cuando cambien algunas palabras, ¡entonces repercute en las Biblias modernas de muchos países del mundo!  En cuanto a las palabras genuinas de la Sagrada Escritura, los creyentes que se han decidido por Biblias modernas críticas tienen que confiar en las conclusiones de la razón de estas personas, de las que la Palabra de Dios dice que tienen el entendimiento entenebrecido y son incapaces de conocer las cosas de Dios, porque tienen que ser juzgadas espiritualmente (véase Ef. 4:18; 1 Co. 2:9-16).

domingo, 19 de enero de 2014

EL CODIGO DA VINCI

Después que Dan Brown publicó su libro El código Da Vinci, una novela de ficción anticristiana que declara que los evangelios del Nuevo Testamento son una invención, y que la deidad del Señor Jesucristo es una fábula, fue aclamado de inmediato como un historiador brillante.
La publicación Library Journal definió su trabajo como«fascinante, una mezcla de historia y suspenso, una obra maestra que debe leerse obligatoriamente».
Este libro de inmediato se convirtió en un éxito de ventas en todo el mundo. Hasta ahora se han vendido millones de ejemplares de la novela, la que ha sido traducida a 44 idiomas, y con los derechos para la película en manos de Columbia Pictures y el director Ron Howard.
En Estados Unidos en particular, prevalece un estándar doble que es totalmente deplorable. En este país no se puede atacar a ningún sistema religioso, con excepción del cristianismo. Si alguien se atreve a criticar el politeísmo, el sistema de castas del hinduismo, o hacer comentarios adversos contra Buda por abandonar a su esposa e hijo para dedicarse a la meditación, de inmediato es acusado de intolerancia. Cuestionar aspectos de la vida del profeta Mahoma, no es políticamente correcto en nuestra sociedad pluralista, y puede incluso hasta ser peligroso. Pero hablar contra el cristianismo, caricaturizar al Señor Jesucristo y declarar falsedades en su contra y contra la iglesia que él fundó, no representa problema alguno. ¡Eso sí es políticamente correcto y la última moda!
No se puede negar que Dan Brown desarrolla una trama en su libro que atrapa al lector. Su descripción del museo de Louvre, de las catedrales y de los castillos franceses e ingleses son reales, bien documentada. La acción es arrolladora, sus 477 páginas cubren un período de horas, no de días o semanas. La narrativa es excitante y esos que gustan de los misterios, acertijos y enigmas se ven rápidamente atrapados. Sin duda esto contribuye en parte al éxito del libro.
Literalmente millones de lectores encuentran la obra del señor Brown fascinante, pero una cosa es bien clara: esta novela nunca habría sido aceptada ni siquiera como un buen misterio, sin su ataque gratuito en contra del cristianismo, al proclamar como una verdad hechos heréticos en contra de Cristo.
Es por esta razón que El código Da Vinci es tan peligroso, porque muchos lectores dan por sentado que todo el contexto suplementario y trasfondo que rodea al cristianismo es verdadero, cuando no es así. En lugar de eso, sus referencias son heréticas, entremezcladas con ficción o mentiras absolutas, comenzando desde la primera página en donde declara como un hecho la base de la entera trama.
En la novela los protagonistas se ven involucrados en una excitante aventura al tratar de descifrar la simbología secreta en la pintura de Leonardo Da Vinci. No obstante, hay que admitir que la trama, en parte se basa en hechos reales, en unos documentos misteriosos que aparecieron en París en 1956, con una larga lista de nombres. Supuestamente se trataba de miembros distinguidos del llamado Priorato de Sión, una misteriosa sociedad secreta, a la cual según dice el señor Brown, perteneció el pintor italiano Leonardo Da Vinci.
De acuerdo con este escritor y los defensores del Código Da Vinci, Leonardo dejó claves ocultas en sus obras, destacando esas claves en su famoso cuadro de la Mona Lisa. El señor Brown asegura que Leonardo era un miembro prominente de una orden esotérica y descendiente del linaje de Jesús. Este artista supuestamente dejó diversas claves ocultas en su obra, las que años más tarde descubrió un párroco rural del sur de Francia a finales del siglo XIX.
De acuerdo con el argumento de la novela, antes de morir asesinado, Jacques Sauniére, el último granMaestre de una sociedad secreta que se remonta a la fundación de los templarios, le deja a su nieta Sophie una misteriosa clave. Sauniére y sus predecesores, entre los que se encontraban hombres como Isaac Newton y Leonardo Da Vinci, habían conservado durante siglos un conocimiento que podía cambiar completamente la historia de la humanidad.
Ahora Sophie, con la ayuda del experto en simbología Robert Langdon, comienza la búsqueda de ese secreto, en una trepidante carrera que les lleva a la primera clave que es el propio cadáver de Jacques Sauniére, quien antes de morir se desnuda, abre sus piernas y brazos, traza un círculo a su alrededor y representa así la famosa obra de Leonardo, El hombre de Vitrubio. Su búsqueda continúa en los famosos cuadros del genial pintor y en las paredes de antiguas catedrales. Un rompecabezas que deberán resolver pronto, ya que no están solos en el juego: el Opus Dei, una poderosa e influyente organización católica está dispuesta a emplear todos los medios para evitar que el secreto salga a la luz.
La novela es un apasionante juego de claves escondidas, sorprendentes revelaciones, acertijos ingeniosos, verdades, mentiras, realidades históricas, mitos, símbolos, ritos, misterios, anagramas (es decir frases y palabras que al invertir su orden dicen otra cosa) tal como si escribiésemos «amor» y luego lo convirtiéramos en «Roma». Es una trama llena de giros inesperados, narrada con un ritmo imparable, que conduce al lector hasta el supuesto secreto más celosamente guardado del inicio de nuestra era. De que:
• Jesús no es Dios hecho hombre. Brown asegura que inicialmente ningún cristiano pensaba que Jesús era Dios, hasta que el emperador Constantino lo deificó en el concilio de Nicea en el año 325.
• Jesús tuvo como compañera sentimental a María Magdalena con la que tuvo hijos, la descendencia real que fue la fundadora de la orden del Santo Grial, de la sangre real. Esta descendencia fue supuestamente la progenitora de la dinastía Merovingia en Francia y de los antepasados de la protagonista de la novela.
• Jesús y María Magdalena representaban la dualidad masculina y femenina, como Marte y Atenea, Isis y Osiris.
• Según el señor Brown, la Iglesia destruyó todos los evangelios gnósticos que no les gustaban, dejando sólo los cuatro evangelios los cuales retocaron convenientemente para que dijeran lo que les convenía. En la trama, el Opus Dei trata de impedir que los héroes saquen a la luz el secreto: «que el Grial son los descendientes de Jesús y Magdalena y que el primer Dios de los ‘cristianos’ gnósticos era femenino».
Sin embargo, estas ideas heréticas no son nada nuevo, sino que se remontan a una época anterior a la hechicería europea. Aparentemente fueron incorporadas en el cristianismo por un hombre llamado Mani, Manes o Maniqueo, el fundador del maniqueísmo. Maniqueo, quien naciera alrededor del año 242 de la era cristiana, trabajó como esclavo en la casa de un hombre que comerciaba con tesoros y objetos de artes antiguos.
Este hombre también conservaba un archivo de la iniciación de las sectas de las civilizaciones antiguas y murió un poco después que el joven Maniqueo llegó a vivir en su casa. Ravenscroft escribió que el hombre continuó inspirando al joven más allá de la tumba. Cuando joven, Maniqueo al igual que los sacerdotes zoroatristas proclamaba que el Señor Jesucristo era la encarnación del dios sol. Sus enseñanzas fueron condenadas como herejía y fue ejecutado en Bagdad despellejándosele vivo.
Pese a todo, sus doctrinas llegaron finalmente a Europa y pueden verse en la leyenda del Grial. Maniqueo combinó las enseñanzas cristianas de la salvación con las creencias zoroatristas de los dos principios opuestos que gobiernan el universo (una mezcla de luz y tinieblas) que representaban lo bueno y lo malo.
Con sus distorsiones y mentiras el señor Brown hace que muchos se hagan preguntas sobre estos asuntos vitales:
• La confiabilidad de la Biblia
• La verdadera naturaleza del Señor Jesucristo
• El origen de las creencias cristianas
• Las realidades dentro de la iglesia primitiva
• El papel de los supuestos “libros perdidos de la Biblia” y los muchos intentos falsos y herejes por desacreditar los evangelios del primer siglo.
Nada de esto es incidental en la novela, sino que es central a su trama. Constituye un ataque intencional contra el Señor Jesucristo y su iglesia. Es algo propio de una sociedad que no tiene fe en Dios y que intenta desacreditar a Jesús y el cristianismo. Esto fue evidente durante la entrevista pública que le hicieran al señor Brown en un especial de noticias de la cadena de televisión ABC y durante otra entrevista en el programaGood Morning America (Buenos días América). Es obvio que sus intenciones eran claramente deliberadas.
Sin embargo, es necesario que estemos preparados para poder defender la verdad respecto a quién era realmente el Señor Jesucristo. El tema fundamental que yace detrás de la entera cadena de eventos es la herejía merovingia de que Jesús y María Magdalena tuvieron hijos, quienes finalmente dieron origen al linaje Merovingio de los reyes medievales de Francia, el cual continúa detrás de toda Europa hoy.
Mucho de esto fue adaptado del libro de Michael Baigent, Richard Leigh y Henry Lincoln, titulado Holy Blood, Holy Grail (Sangre Sagrada, Santo Grial) que se publicara en 1982. El nombre de Leigh Teabing, uno de los expertos en criptografía en la novela de Brown, es un anagrama, una transposición de las letras de los nombres Leigh y Baigent.
De acuerdo con las explicaciones expertas, dadas en la novela de Brown, los secretos misteriosos que rodean la fabulosa búsqueda por el “Santo Grial” eran referencias codificadas a esta descendencia.
Como un ejemplo de los varios códigos sugeridos en la novela, está la idea de que en el famoso cuadro de Leonardo, La última cena, la persona sentada a la derecha del Señor Jesucristo no es Juan como se cree comúnmente, ¡sino una mujer! Esto, claro está, es otra de las características inventadas para apoyar la idea de que quien está sentada a su mano derecha es su consorte María Magdalena. La Mona Lisa y La virgen de las Rocas, también son parte de la trama inventada de esta mentira.
La novela no se limita sólo a los objetos de arte clásico, sino que hay varios textos criptográficos, el uso de los códigos hebreos atbash, en el cual la primera letra del alfabeto se sustituye por la última y sucesivamente, y una serie de acertijos y anagramas. Es imposible negar la forma inteligente como se usa todo esto en la intrigante conjura para envolver al lector.
Las personas que no conocen la Biblia, ni mucho menos al Señor Jesucristo como su salvador, sucumben muy fácilmente a todas estas mentiras, por lo tanto es necesario aclarar algunas cosas, como por ejemplo:
• ¿Quién era realmente María Magdalena?
• ¿Cómo sabemos que el Señor Jesucristo no era casado?
• ¿Por qué confiamos en los cuatro evangelios y rechazamos los otros?
• ¿Cómo y por qué fueron escogidos?
• ¿Por qué fueron rechazados los evangelios gnósticos y “los libros perdidos de la Biblia?
• ¿Fue que acaso existió una conspiración para editar la Biblia dentro de la iglesia primitiva?
• ¿Existe en realidad el Priorato de Sión?
• ¿Cuál es su agenda?
• ¿Es cierto que los “merovingios” tienen un programa determinado detrás de la Nueva Europa?
María Magdalena
Son incontables los libros que se han escrito clasificando las distorsiones deliberadas y las mentiras expuestas en la novela de Brown, sin embargo una de las principales ofensas, entre las muchas, es la herejía de María Magdalena, la cual constituye el tema central de la historia.
Lo primero que debemos aclarar es que la Escritura menciona más de seis Marías, las que a menudo son identificadas erróneamente, está:
• María la madre de Jesús, quien fue divinizada por los católicos: “Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS” (Lc. 1:30, 31).
• María de Betania, hermana de Marta y Lázaro. Era sin duda discípula de Jesús, y cuando éste llegó a su casa, le dejó a su hermana las preocupaciones domésticas para sentarse a los pies del Maestro. Jesús elogió la acción de María cuando Marta reclamó la ayuda de ésta. “Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana” (Jn. 11:1).
• María, madre de Jacobo y José. Era parte del grupo de mujeres que apoyaba a Jesús económicamente. Estuvo presente durante la crucifixión, entierro y resurrección del Señor: “...María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo” (Mt. 27:56).
• María la esposa de Cleofas: “Estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas...” (Jn. 19:25).
• María la madre de Juan Marcos, prominente en la Iglesia, cuya casa era centro de reunión para los primeros cristianos en Jerusalén: “Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos...” (Hch. 12:12).
• María de Roma, a quien Pablo saluda y alude en Romanos 16:6 como trabajadora en la congregación de Roma: “Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros” (Ro. 16:6).
• María Magdalena. Mujer probablemente oriunda de Magdala. Se menciona solamente una vez durante el ministerio de Jesús, como persona liberada de siete demonios, que luego figuró entre las mujeres agradecidas que servían al grupo itinerante de discípulos: “Y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios” (Lc. 8:2).
Sin embargo, en el año 591 de la era cristiana, el papa Gregorio Primero, el Magno, durante un sermón de Pascua, erróneamente declaró que la prostituta del capítulo 7 de Lucas, era la María Magdalena del capítulo 8 de Lucas. En 1969, el Vaticano corrigió siglos de error, reconociendo que no hay base alguna para identificar a María Magdalena como una prostituta.
María Magdalena es muy visible en el registro de los evangelios. Siguió a Jesús desde Galilea, ministrándole. Presenció su crucifixión, y con el propósito de ungir su cuerpo, acompañada de otras mujeres llegó a la tumba. Fue la primera en ver al Señor resucitado e informó de su resurrección a los discípulos.
En cuanto al argumento de que el Señor Jesucristo tenía que ser casado porque «era rabino y por consiguiente debía ser miembro del Sanedrín, el cual exigía que sus miembros estuvieran casados», hay que aclarar que sus discípulos le llamaban «rabí», no porque fuese rabino y miembro del Sanedrín, como argumenta el señor Brown, sino que «rabí» quiere decir «Maestro» y Jesús era su maestro. No hay base alguna para sugerir que Jesús estuviera casado, o que tuviera relaciones íntimas con Magdalena. Esta sola idea demuestra, que el señor Brown no tiene idea alguna de quién es Jesús y para qué vino.
Las leyendas acerca de Jesús y María Magdalena, comenzaron a emerger en el sur de Francia durante el siglo IX. La novela de Brown intenta apoyar estas repulsivas alusiones tomando como base, fuera de su contexto, el versículo 32 del Evangelio apócrifo según Felipe el cual dice: «Tres eran las que caminaban continuamente con el Señor: su madre María, la hermana de ésta y Magdalena, a quien se designa como su compañera. María es, en efecto, su hermana, su madre y su compañera». Sin embargo, esto no sugiere matrimonio, ni ninguna insinuación sexual.
El señor Brown se basa en una palabra aramea de este texto, a pesar de que El evangelio apócrifo según Felipe llegó hasta nosotros en cóptico. La palabra que él traduce como esposa, es el vocablo griego koinonia, que significa «compañerismo entre hermanos».
Para reafirmar su posición, hace alusión al versículo 55, que dice: «La compañera (de Cristo es María) Magdalena. (El Señor amaba a María) más que a (todos) los discípulos (y) la besó en la (boca repetidas) veces». Pero hay algo bien interesante en este versículo, y es que hay frases y palabras que están escritas dentro de corchetes, sencillamente porque estas porciones estaban borradas en el texto original y fueron añadidas. El texto original dice: «La compañera... Magdalena... más que a... los discípulos... la besó en la... veces». ¡Valiente clave!
Es cierto que trabajar con manuscritos antiguos es bien difícil, porque realmente nadie puede adivinar qué decía el texto original. En la mayoría de los casos se añaden las palabras basándose en el contexto y en el sentido común. En este texto algunos sugieren que bien podría decir que la besó en la frente, o cualquier otra cosa, pero otros sugirieron que fue en la boca por esta otra porción del versículo 31 del mismo Evangelio apócrifo según Felipe, donde dice: «Los perfectos son fecundados por un beso y engendran. Por eso nos besamos nosotros también unos a otros (y) recibimos la fecundación por la gracia que nos es común».
El evangelio apócrifo según Felipe no hace ninguna referencia adicional que apoye este reclamo de Brown, de que María y el Señor Jesucristo fueran esposos, pero incluso aun en el caso que lo hiciera no tendría importancia alguna, ya que este texto fue escrito más de dos siglos después del período de los evangelios, con un seudónimo que usó alguien que pretendía ser quien no era. Ningún erudito respetable lo toma seriamente, ni lo considera con mérito histórico.
El Concilio de Nicea
El Concilio de Niceafue convocado en el año 325 de la era cristiana por el emperador Constantino, para determinar las disputas con el arrianismo el cual amenazaba la unidad de la iglesia cristiana. Un poco más de 300 obispos se reunieron en Nicea, para decidir disputas sobre la Cristología, no para modificar el “canon”, es decir, los libros que eran considerados como parte de la Escritura y que eran aceptados por la Iglesia primitiva como inspirados por Dios.
Otro de los puntos principales tratados en este concilio, fue la disputa entre Arrioy Atanasio. Arrio argumentaba que el Señor Jesucristo era simplemente un ser creado. Como gozaba de respeto entre la iglesia sus ideas habían causado profundas disputas a través del imperio. Atanasio defendía la absoluta deidad de Cristo y fue completamente vindicado en este concilio.
Sin embargo la versión del señor Brownes que en este concilio los líderes de la iglesia decidieron que Jesús era divino, ya que según él hasta ese momento sólo era considerado por sus seguidores como un profeta mortal. Afirma que esto fue resuelto por una votación bien estrecha, y que también fue entonces cuando se seleccionaron los cuatro evangelios entre más de 80. ¡Todo esto es una mentira deliberada para apoyar su ataque contra el Señor Jesucristo y su Iglesia!
Fueron 20 las decisiones adoptadas en el Concilio de Nicea. El contenido de todas ellas todavía existe y ninguno de los temas involucrados tiene que ver con el canon. En cuanto al voto, sólo cinco de unos 318, no estuvieron de acuerdo y al final sólo dos rehusaron firmar las resoluciones finales que reafirmaban la deidad del Señor Jesucristo, pero ninguna decisión involucraba la canonicidadde los evangelios.
Son demasiadas las pruebas que confirman la Deidad de Cristo. Podría citar miles de testimonios para demostrarlo, pero eso ya sería tema de otro estudio. No sólo los primeros padres de la Iglesia lo confirmaron, sino que estimo que una de las mayores pruebas contra esos que niegan a Cristo como Dios, fueron las grandes persecuciones en Roma y el martirio voluntario y muerte que sufrieron los primeros cristianos, por negarse a adorar al emperador. El martirio de ellos fue un resultado de su compromiso total con Cristo como Dios.
Cómo se estructuró el Nuevo Testamento
El Nuevo Testamento fue constituido como un canon en el primer siglo, mientras los apóstoles todavía estaban vivos y todos los hechos podían ser verificados:
• “Tal como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra”(Lc. 1:2).
• “Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección” (Hch. 1:21, 22).
• Fue apoyado por Cristo anticipadamente: “Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan 14:25, 26).
• Y fue considerado como la palabra profética más segura: “Porque no os hemos dado a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo siguiendo fábulas artificiosas, sino como habiendo visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo. Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 P. 1:16-19).
Los evangelios gnósticos
El término «gnóstico» significa «gnosis» o conocimiento. No obstante, aquí se refiere al concepto de un secreto oculto, o conocimiento especial. Los gnósticos eran un problema creciente en la Iglesia primitiva, la mayoría de las epístolas del Nuevo Testamento, al igual que las numerosas citas de los padres de la Iglesia primitiva fueron para refutar muchas de las herejías promovidas por los gnósticos.
De hecho, la segunda carta de Pablo a los Tesalonicenses fue una respuesta a una falsificación que pusieron a circular como si hubiera sido escrita por Pablo. Por eso dijo: “Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” (2 Ti. 4:3).
El gran número de documentos falsificados emergieron durante los siglos que siguieron a los ministerios de los apóstoles y fueron rechazados universalmente por la Iglesia primitiva. Un grupo de estos escritos fueron encontrados en NagHammadi, Egipto, los cuales datan de los siglos tercero o cuarto y son aceptados sin crítica por el señor Browncomo si fuesen fidedignos. Esto incluye El evangelio de Tomás, El evangelio apócrifo según Felipe, El evangelio de María, El evangelio de la verdad y unas cuatro docenas de otros más.
Estos no son para nada “evangelios”, sino más bien opiniones especulativas, totalmente desprovistas de cualquier hecho verificable. Además, fueron escritos bajo pseudónimos falsos en un intento por darles legitimidad. La Iglesia primitiva rechazó todos los documentos firmados con pseudónimo, por considerarlos inconsistentes con el concepto de inspiración divina.
Finalmente, estos “evangelios” fueron escritos siglos después de haber muerto el último de los apóstoles y todos esos que fueron testigos de los milagros y vida del Señor Jesucristo y de los relatos narrados en el Nuevo Testamento. Estos escritos no sólo son anti-históricos, sino que carecen de historicidad alguna.
Los Merovingios
Los merovingios fueron una dinastía de reyes franceses que gobernaron entre los siglos V al VIII de la era cristiana. Según la tradición son descendientes de Meroveo, el primero de la dinastía Merovingia. Entre los reyes más destacados de la dinastía Merovea, están Meroveo, rey de los francos, su hijo ChildericoPrimero y su nieto Clodoveo Primero.
En el año 496 de la era cristiana, el obispo de Roma hizo un pacto con Clodoveo, el nieto de Meroveo, y rey de los francos, llamándole el «Nuevo Constantino». Asimismo le otorgó autoridad para presidir sobre un imperio romano “cristianizado”.
Cuando el rey Clodoveo murió, su hijo Clotarioascendió al trono. Clotariofue sucedido por su hijo Childerico Primero, quien fue sucedido por su hijo ClotarioSegundo. Finalmente tomó el mando Dagoberto, quien fue asesinado después de convertirse en rey de los francos en el año 630 de la era cristiana. Dagoberto Primero fue padre de dos hijos quienes eran portadores del linaje Merovingio. El primer hijo fue Clodoveo Segundo y la sucesión continuó a ChildericoTercero. Él fue el último Merovingio conocido que se sentó sobre el trono de Francia. El otro hijo fue SegibertoTercero, de quien descendió Godofredo de Bouillony varias otras familias reales, tal como los Blanchefort, Gisors, Saint Clair, quienes en Inglaterra son conocidos como los Sinclair, los Montesquiou, los Monpezat, Poher, Luisignan, Plantardy Habsburgo-Lorraine.
Alex, hermana de Godofredo de Bouillony Baudouin, contrajo matrimonio con el emperador Enrique Cuarto del Sacro Imperio Romano. Y así el linaje continuó hasta la dinastía de Habsburgo.
Se dice que la dinastía Merovingia se las ingenió para emparentar con las familias reales europeas, llegando a ocupar la mayoría de tronos en Europa. No obstante el hecho es que hoy existe una organización secreta en Europa conocida como «Los guardianes del Santo Grial».
Es cierto que la mayoría de las familias gobernantes en Europa, si acaso no todas, son descendientes de la dinastía Merovingia y aunque usted no lo crea, en esta dinastía Merovingia se hallan incluidos hasta Papas de la Iglesia Católica, entre ellos Esteban Noveno, líder de la iglesia en el siglo sexto, durante el período de las cruzadas.
Por otra parte las cruzadas jugaron un papel importante en el ascenso del linaje Merovingio. Muchos de los cruzados eran franceses que fueron a Palestina a librar la tierra santa del poder musulmán. Para el año 1061 de la era cristiana, las cruzadas católicas habían conquistado la ciudad de Jerusalén y habían puesto en el trono de Jerusalén a Godofredo de Bouillon, del linaje Merovingio.
Algunos dicen que Godofredo de Bouillon, quien declaraba ser descendiente del linaje de David, organizó en el año 1099 una sociedad secreta llamada el «Orden de Sion» y que hoy se llama «Prieure» que significa«Priorato de Sion». Esta orden clandestina, el «Priorato de Sion», todavía existe hoy después de casi 900 años de haber sido constituida. Sin embargo otros aseguran que el «Priorato de Sion» fue organizado en 1956, con Pierre Plantardcomo su gran Maestre, un antisemita con un récord criminal de fraude. Sus antecedentes fueron comprobados por un grupo de documentos que fueron encontrados en la Biblioteca Nacional de París. Pero se asegura también que esos documentos fueron colocados allí por el propio Pierre Plantard. Uno de sus hombres de confianza admitió haberlo asistido en la fabricación de estos materiales, incluyendo las tablas genealógicas y listas de los grandes maestres del priorato. Esto fue expuesto en una serie de libros y en un documental presentado por la BBC de Londres en 1996.
El Código Da Vinci, es solamente uno de los muchos ataques de que está siendo objeto el cristianismo verdadero en estos últimos días. Tales ataques no son nada nuevo, han tenido lugar una y otra vez en la historia de la Iglesia. Sin embargo, siempre ha prevalecido la verdad. La fe cristiana está bien equipada para defenderse por sí misma contra tales asaltos.
El cristianismo se basa en historia, no en mitos; en hechos no en ficción. Tal vez todo esto, en el fin sea beneficioso. Por extraño que pueda parecer, la herejía siempre ha sido buena para la Iglesia, ya que nos obliga a renovar nuestra atención en las doctrinas centrales del cristianismo a fin de contraatacar el error. Sin las herejías no tendríamos los grandes dogmas de la fe cristiana.
Esta popular novela, es verdaderamente una ficción perversa, presentada sutilmente como un hecho, siendo claramente en sí misma un cumplimiento de esta profecía: “Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado” (2 P. 2:1, 2).