Israel: El milagro moderno
Algunas personas están convencidas que en lugares como Lourdes,
Francia, tienen lugar apariciones y sanidades milagrosas. Católicos
devotos de todas partes del mundo,
acuden cada año a esos santuarios en multitudes, esperando experimentar
o ser testigos de un milagro de Dios.
Por otra parte, los evangélicos señalan a los modernos sanadores
de fe, como ejemplos del gran poder de Dios. Sin embargo, en la mayoría
de los casos no pueden proveer evidencia substancial de que estos “milagros” son reales. El hecho de
que las personas acudan por decenas de miles a estas cruzadas, colmando
estadios y coliseos o que vayan a peregrinar a lugares como Lourdes y Fátima,
indica sin duda alguna, que hay algo en nuestro interior que anhela ver y
experimentar el poder de Dios.
No obstante, en la actualidad sí contamos con evidencia real,
tangible y objetiva, de que el Señor está obrando en este mundo hoy. Si
le interesa, usted mismo puede examinar esta verdad con sus propios ojos.
Puede tocarla, sentirla y analizarla, si sabe dónde buscar. La evidencia
a que me refiero, no la encontrará en un santuario místico en Francia o en una
cruzada milagrosa de sanidad en Norte, Sur América o cualquier otro lugar en el
mundo, sólo la hallará en un solo lugar, en el Medio Oriente.
La evidencia a que estoy refiriéndome es la nación de
Israel. El diccionario American
Heritage dice que un “milagro”,
“Es un evento que parece inexplicable de acuerdo con las leyes de la naturaleza
y que por lo tanto es considerado como de origen sobrenatural o un acto de
Dios...” Por esta definición o por cualquier otra exposición
razonable, la existencia del moderno Israel, es exactamente eso: ¡un milagro!
La simple presencia y prosperidad de la diminuta nación
democrática judía de Israel en medio de un mar de dictaduras islámicas es un
verdadero milagro de la modernidad. Este reducido, perseguido y agobiado
grupo de personas que sobrevivió al Holocausto, ha ascendido hasta los lugares
más altos en cada área de especialidad y profesionalismo, desde el mundo del
entretenimiento, el cine, la cosmetología, al arte y la ciencia.
El escritor Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido por su
seudónimo de Mark Twain registró unas palabras muy inspiradoras en la
publicación Harper's Magazine en
septiembre de 1899, dijo: "Si las
estadísticas son correctas, los judíos constituyen una cuarta parte del uno por
ciento de la raza humana. Se asemejan a un efímero soplo de polvo estelar
perdido en el resplandor de la
Vía Láctea. Propiamente, el judío ni siquiera debería ser
afamado; pero es famoso y siempre lo será. Es tan prominente en el
planeta como cualquier otro pueblo, y su importancia es extravagantemente fuera
de proporción con relación a su diminuto tamaño. Sus contribuciones al
mundo, que incluyen grandes nombres en la literatura, la ciencia, el arte, la
música, las finanzas, la medicina y otros conocimientos recónditos, están muy
fuera de proporción comparadas con lo reducido de su población. Han
peleado una maravillosa batalla en este mundo, en todas las edades; y lo ha
hecho con las manos atadas tras sus espaldas”.
La intención de esta breve serie de mensajes es explorar el papel
que ha desempeñado la mano de Dios en la fundación y formación del moderno
estado de Israel por medio del Sionismo, el movimiento dedicado al
establecimiento de una patria judía.
Orígenes del Sionismo
El diccionario Merriam-Webster
en inglés, define sionismo como "Un
movimiento internacional cuyo propósito original fue el establecimiento de una
nación o comunidad judía religiosa en Palestina y luego el apoyo del moderno
Israel”. Asumiendo que esa definición es correcta, uno puede
concluir que el origen del sionismo se encuentra en Dios mismo, quien fue el
primer sionista verdadero.
Si examinamos las páginas de las Sagradas Escrituras encontraremos
que mucho antes que existiera un problema en el Medio Oriente, Dios tenía un
plan tanto para su territorio como para su pueblo, ya que dijo por medio del
profeta: “Y yo os tomaré de las
naciones, y os recogeré de todas las tierras, y os traeré a vuestro país” (Ezequiel
36:24).
Dios se ha valido del esfuerzo humano, al que fortaleció
divinamente para cumplir su plan y propósito sobre este planeta. A través
de la Escritura
podemos ver, que esta ecuación humana es la que ha adelantado su agenda
sionista a lo largo de las edades, por medio de personajes conocidos como
Abraham, a quien le dijo: “Y estableceré
mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones,
por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y
te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda
la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos” (Génesis
17:7, 8).
También hizo un pacto con Moisés: “Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así
dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: Vosotros visteis
lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he
traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi
pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía
es toda la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente
santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel” (Éxodo
19:3-6).
Asimismo prolongó este primer pacto con Josué y Caleb, quienes
dirigieron al pueblo para heredar el territorio de Israel, el sueño
sionista. El libro de Éxodo es una crónica de los cuarenta años de
la jornada de Israel, desde Egipto hasta la tierra prometida, a Canaán como se
le conocía en esos días. De hecho, ese viaje sólo debió tomar unas pocas
semanas, pero como los israelitas hicieron la jornada en incredulidad en
Cades-Barnea, estuvieron vagando en el desierto hasta que murió la generación
de incrédulos. Luego una nueva descendencia entró en la tierra que
Dios había prometido que le entregaría a sus padres y abuelos cuarenta años
antes.
Para el año 1000 antes de Cristo aproximadamente, Saúl fue
nombrado rey de Israel y fue sucedido por David. Cuando David murió, su hijo
Salomón se convirtió en rey y luego de la muerte de Salomón, el reino fue
dividido entre Roboam el hijo del rey y Jeroboam. A partir de entonces
hubo dos reinos, uno en el norte: el de Efraín, con su capital en Samaria y
otro en el sur: en Judá, con su capital en Jerusalén.
En el año 722 antes de Cristo, los asirios invadieron y
destruyeron el reino del norte. Muchos de los israelitas fueron llevados
cautivos a Asiria. Otro remanente de las diez tribus del norte fue
dispersado en otras partes del Medio Oriente, tal como Egipto, Asia Menor y
mucho más allá.
En el año 586 antes de Cristo, los babilonios invadieron el reino
del sur, el cual consistía de las tribus de Benjamín y Judá, y también fue
destruido. Después de setenta años de cautiverio en Babilonia, a un grupo
del pueblo judío se le permitió regresar a su hogar natal y comenzar el proceso
de reconstruir a Jerusalén, el templo y la nación. Sin embargo, la Biblia dice que las
personas de más edad, quienes recordaban la magnificencia del templo de
Salomón, lloraron cuando vieron el santuario reconstruido, porque era una
sombra de su glorioso predecesor.
Dios capacitó a los profetas para que predijeran tanto la
dispersión de Israel como su retorno. Usó a miles de personajes bíblicos
para obrar sus milagros, y creó una tierra prometida para su pueblo
disperso. Como referencia extra-bíblica tenemos la odisea de los Macabeos
en el segundo siglo antes de Cristo, quienes alcanzaron la victoria sobre el
imperio asirio y rededicaron el templo de Dios en Jerusalén.
Aunque los libros Primero y Segundo de Macabeos no están incluidos
en la Biblia ,
podemos leer allí que la ayuda de Dios, combinada con el esfuerzo humano de la
dinastía Hasmonea, hizo que el pueblo exhibiera enorme pasión sionista. Dirigidos
en un comienzo por Matatías, miembro de la familia sacerdotal de los Hasmoneos,
y después por su hijo, Judás Macabeo, los judíos entraron en Jerusalén y
purificaron el templo en el año 164 antes de Cristo.
De hecho, la asombrosa victoria que obtuvo el movimiento sionista Hasmoneo y la manera milagrosa en que Dios intervino, dio lugar a la fiesta anual conocida mundialmente como la fiesta de Jánuca, o Fiesta dela Dedicación ,
a la cual alude Juan 10:22, cuando dice: “Celebrábase
en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno”.
De hecho, la asombrosa victoria que obtuvo el movimiento sionista Hasmoneo y la manera milagrosa en que Dios intervino, dio lugar a la fiesta anual conocida mundialmente como la fiesta de Jánuca, o Fiesta de
La nueva nación judía restablecida, apenas estaba comenzando
cuando fue absorbida por el imperio romano en expansión. El rey Herodes
el Grande gobernó a Israel en favor de Roma. Le costó mucho pacificar al
pueblo judío, porque siempre lo vieron como un intruso - a pesar de que
técnicamente, es decir de acuerdo con la ley judía, era completamente judío ya
que era el nieto de un edomita prosélito. Herodes pasó muchos años
expandiendo el templo en Jerusalén.
Este templo herodiano conocido como el segundo templo en la
historia judía, todavía estaba bajo construcción durante el tiempo en que el
Señor Jesucristo residiera temporalmente en Israel. El proyecto no fue
concluido sino un poco antes de su destrucción en el año 70 de la era
cristiana. Para entonces, con todas las adiciones que le hiciera Herodes,
se asemejaba mucho al primer templo, el de Salomón, en su gloria y esplendor.
Los tiempos modernos
Si nos adelantamos a tiempos más modernos, encontramos muchos
otros personajes que Dios escogió con el propósito de cumplir su agenda divina.
El sionismo moderno comenzó en la última década del siglo diecinueve con un
hombre llamado Teodoro Herzl. Este abogado judío nació en 1860 en el
Reino de Hungría, en el condado de Pest, que hoy constituye la parte oriental
de la ciudad de Budapest, que entonces estaba compuesto por dos ciudades
separadas, junto a la
Gran Sinagoga de Budapest.
Al principio mantuvo tesis asimilacionistas, creía que el pueblo
judío se debía asimilar en los países donde vivía. Como corresponsal en París
constató y analizó el crecimiento del antisemitismo, y comenzó a implicarse
emocionalmente en el “problema judío”,
al que hasta entonces no le había prestado demasiada atención. El Caso Dreyfus en 1894 - un notorio proceso
antisemita ocurrido en Francia, en el que un capitán judío del ejército
francés, Alfred Dreyfus, fue injustamente acusado de traición, inculpado de
espiar para Alemania, ocasionó en Herzl un cambio en su punto de vista hacia el
nacionalismo ya que, en sus propias palabras, asistir al proceso Dreyfus y a la
agitación antisemita que se generó en torno a ese caso fue lo que le convirtió
definitivamente en sionista.
Como corresponsal de Neue
Freie Presse, fue uno de los pocos periodistas que les permitió
asistir a la ceremonia de degradación de Dreyfus. Dos semanas antes había
acudido a la sala del tribunal y presenció el anuncio del veredicto de
culpabilidad del capitán. A la salida del edificio fue testigo de las
manifestaciones en París tras el juicio al capitán en el que las hordas
gritaban: "¡Muerte a Dreyfus! ¡Muerte
a los judíos!".
La profunda atmósfera antisemita condujo a Herzl hacia un nuevo
horizonte conceptual. Comenzó a rechazar sus primeras ideas sobre la
emancipación judía y la asimilación, para creer que el pueblo hebreo debía
retirarse de Europa y crear su propio estado.
Escribió en su libro El Estado
Judío lo siguiente: "Siento
que, con la publicación de este folleto, he cumplido con mi tarea... ¿Declaro
algo falso? ¿Me adelanto al tiempo? ¿No han sufrido los judíos suficiente?
Veremos lo que sucede. Depende de ellos mismos si este folleto político se
reduce a un simple romance político. Si la actual generación es demasiado
torpe para entenderlo correctamente, una más excelente y mejor se levantará
para comprenderlo. Los judíos que deseen un Estado lo tendrán, y
merecerán tenerlo". El camino hacia el moderno estado de
Israel resultaría muy difícil.
Sin embargo, los que se sintieron animados por el movimiento
sionista de Herzl reconocieron que la suya era una época muy importante, no
sólo para los descendientes dispersos de Abraham, sino también para todas las
poblaciones del mundo.
Herzl continuó escribiendo:
"El Estado Judío es esencial para el mundo, y por lo tanto, será creado”. Aunque
el padre del sionismo moderno vio que Israel era "esencial para el mundo", no se percató plenamente
de cuán importante sería esa nación. El autor y erudito cristiano de
Oxford, doctor Ron Moseley, dijo muy correctamente: "Aunque a muchos cristianos se les ha enseñado que los judíos como
un todo le dieron muerte a Jesús y que han sido eternamente malditos, la verdad
es que han sido más exitosos en peores condiciones que cualquiera otra
raza". Miles de personas han admitido, y a veces de mala gana,
que el mundo no podría existir sin el pueblo judío entre las naciones. Desde
presidentes hasta filósofos, todos han tenido que elogiar a los hijos de Jacob.
Hasta Voltaire, el filósofo francés antisemita de los años 1800,
dijo: "Si yo fuese ateo, y creyese en
un ciego destino eterno, todavía estaría persuadido que el destino predestinó a
los judíos para ser el instrumento más esencial para civilizar a las
naciones. Si fuese un ateo de la otra secta, quienes creen o pretenden
creer, que todo ocurre por casualidad, todavía afirmaría que la casualidad ha
ordenado a los judíos para que preserven y propaguen la doctrina de un Ser
supremo, inteligente, sabio y todopoderoso del universo, lo cual estimo es el
gran principio esencial de toda moralidad y, consecuentemente, de toda
civilización”.
El segundo presidente de Estados Unidos, John Adams, concordó con
Voltaire respecto a Israel, dijo: "Insistiré
en que los hebreos han hecho más para civilizar al hombre que cualquiera otra
nación”. Comentarios como éstos dan lugar a la idea de que la
presencia del pueblo judío es un recordatorio constante de que el Dios de
Israel aún trabaja en los asuntos humanos.
Tanto Herzl como Voltaire usaron la palabra "esencial" cuando describieron
la importancia de los hijos de Israel en la economía global. El
lugar donde nacería esta nación tan esencial era inmisericorde y hostil.
Pero de ese terreno baldío florecería algo grandioso y exitoso, como
cumplimiento a las palabras de los profetas, tal como dijo Isaías por
inspiración divina: “Se alegrarán el
desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa” (Isaías
35:1).
El paisaje en ese tiempo de la historia todavía era igual cuando
Mark Twain lo describió luego de visitar el país en 1867: "Un país desolado cuya tierra es suficientemente
buena, pero abandonada cubierta de abrojos... una enlutada y silenciosa
expansión... una desolación... Nunca vimos una sola persona en toda la ruta...
apenas vimos algún árbol o arbusto en todos los alrededores. Aún el olivo
y el cactus, amigos cercanos a una tierra despreciable, habían casi desertado
del país". Sin embargo, a este lugar desolado, Dios a volvería
a llevar de regreso a los judíos, y del polvo levantaría la nación "esencial" de Herzl y
cambiarían su desolación en productividad y fruto abundante.
Sueños Sionistas
cumplidos
Si la tarea del movimiento sionista fue restablecer una patria
judía en la antigua tierra de Israel, sin duda logró su cometido. El 14
de mayo de 1948 nació el moderno estado de Israel, cumpliéndose así las
palabras proféticas de Isaías 66:8 de que la nación nacería en un día. “¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa?
¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto
Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos”.
Como Dios estuvo involucrado en el restablecimiento de la nación,
es posible ver cómo el producto y sustancia de tal evento, ciertamente ha
impactando al mundo, ya que Israel es la nación más esencial jamás vista. Esa
chispa Divina es sin duda, la fuerza tras la creación de este moderno estado, y
ha sido el combustible para el movimiento sionista.
Chaim Weizmann, el primer presidente israelí, hablando ante las
Naciones Unidas en 1947, un año antes de cumplirse la profecía de Isaías sobre
el restablecimiento de Israel, describió su interpretación de la chispa divina
diciendo: "Palestina, por razones que
no necesito elaborar, emite energía e impulso al pueblo judío que no son
emitidos en ninguna otra parte. No podría decir que todo judío lo
siente. No voy a decir que lo experimenta enseguida. Pero hay
sentimientos que crecen en cada uno de nosotros, y las piedras, los pantanos y
la arena de Palestina se convierten en una posesión preciosa a la que vertimos
nuestro sudor, nuestra sangre, nuestro esfuerzo y nuestro ingenio, para hacer
de ella lo que es".
Chaim Weizmann, un judío secular, nació el 27 de noviembre de
1874, en Molti, área que en la actualidad se conoce como Bielorrusia.
Estudió en Alemania y Suiza, en las universidades de Berlín y Friburgo.
Fue profesor de química en la
Universidad de Ginebra en 1901, y profesor adjunto de
bioquímica en la
Universidad de Manchester en 1904. Los hechos más
destacados en la vida de Weizmann comenzaron a desarrollarse cuando irrumpió la
primera guerra mundial y Dios hizo que saliera de Polonia y se trasladase a
Inglaterra. Mientras desempeñaba el cargo de director de los laboratorios
del Almirantazgo Británico entre 1916
a 1919, el científico se advirtió de que quizá los
británicos no iban a terminar la guerra victoriosamente. Fue así como se
puso realizar investigaciones de manera incansable, terminando por descubrir y
desarrollar un método para sintetizar acetona.
Weizmann, que no era dado a explicaciones sobrenaturales, usó la
palabra "energía" para
describir lo que otros llamarían "bendición"
o "influencia
sobrenatural".
Durante sus días estudiantiles, se interesó por el sionismo y pasó
a ser uno de los primeros líderes del movimiento. En junio de 1917 el
primer ministro de Gran Bretaña David Lloyd George, prometió retribuirlo por
este logro espectacular y Weizmann pidió como recompensa que el gobierno
británico proporcionara un hogar geográfico nacional para el pueblo judío.
Participó en las conversaciones que llevaron a la proclamación en
1917 por parte del gobierno británico de la Declaración Balfour ,
que aprobaba el establecimiento de “una
patria nacional para el pueblo judío” en Palestina. Entre 1921 a 1929 fue presidente
de la
Organización Sionista Mundial, la que actuó como fuerza de
equilibrio entre aquellos que querían un cumplimiento inmediato de la
declaración Balfour y los británicos y árabes, que se resistían a cualquier
maniobra de este tipo.
Esto finalmente conllevó al establecimiento del estado de Israel
el 14 de mayo de 1948. Weizmann pudo ver en esto, parte del cumplimiento
dramático de la promesa dada por Dios a Ezequiel dos mil quinientos años antes:
“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y
viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová” (Ezequiel 37:14).
En 1925 inauguróla
Universidad Hebrea de Jerusalén, y fue presidente de la Agencia Judía para
Palestina, un organismo representativo de los intereses judíos en la zona bajo
las preceptivas autoridades británicas; de este modo ejerció alguna autoridad
política sobre los residentes judíos de Palestina. Se trasladó a
Palestina en 1934 y trabajó como director del Instituto de Investigación Daniel
Sieff de Rehovot y como presidente de la Universidad Hebrea
de Jerusalén. Durante la segunda guerra mundial, fue asesor honorario del
Ministerio de Suministros británico.
En 1925 inauguró
En 1948 fue nombrado presidente del gobierno provisional y al año
siguiente se convirtió en el primer presidente del nuevo estado de Israel,
cargo que mantuvo hasta su muerte. El Instituto Weizmann de Ciencia, que
incorporaba al Instituto Sieff, fue fundado en Rehovot en 1949 y él fue
nombrado su director. Sus investigaciones en este instituto,
principalmente en agronomía, mejoraron la producción de cosechas, la gestión
del suelo y el desarrollo de alimentos proteínicos.
Dios usó a este ilustre sabio judío para hacer que se refundara el
estado de Israel y que los judíos regresaran a su tierra natal. El
profeta Ezequiel fue absolutamente preciso cuando declaró: “Y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí,
yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los
recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la
tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca
más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos”
(Ezequiel 37:21, 22).
Otro capítulo de importancia en la pintoresca vida de Weizmann
tuvo lugar durante la segunda guerra mundial. En esa época el científico
ofreció sus servicios al gobierno de Estados Unidos como consejero en la
elaboración de un caucho sintético, siendo aceptado su ofrecimiento con
beneplácito. Aportó una contribución sustancial en el desarrollo de la
industria del caucho, que vino a ser el factor clave en la producción de guerra
de Estados Unidos.
La mayoría de los hechos que involucran al moderno estado de
Israel son proclamados como sobrenaturales o milagrosos por muchos quienes han
sido testigos de los hechos.
El autor Ron Moseley es aún más específico cuando narra la serie
de luchas, comenzando con las cruzadas en 1096 por liberar la Tierra Santa de los
infieles, luego las masacres en Polonia entre 1648 a 1656, terminando con
el Holocausto de la segunda guerra mundial. Describe la supervivencia del
pueblo judío como algo "milagroso".
La perspectiva de Moseley es semejante a la de David Ben-Gurión, el primer
Ministro de Israel, quien dijo que "El
regreso del pueblo judío a su propia tierra ha sido el milagro más grande en
toda la historia mundial".
Verdaderamente, no existe otro pueblo o nación sobre el planeta
que haya sido conquistado, dispersado y restablecido en su tierra original dos
veces, sólo Israel. La historiadora norteamericana y ganadora del premio
Pulitzer, Barbara Tuchman, una vez escribió que Israel es "La única nación en el mundo que se gobierna a
sí misma en el mismo territorio, bajo el mismo nombre, con la misma religión y
con el mismo idioma que tenía hace tres mil años”. Ben-Gurión
añadió: "En Israel, para ser realista,
uno tiene que creer en milagros".
Sin importar cuál sea el término que se use, la realidad es que gracias a la colaboración de lo Divino, junto con el movimiento sionista de Herzl, la "energía" de Weizmann o los "milagros" de Ben-Gurión, los judíos lograron que renaciera el estado de Israel. Fue ese grupo de personas, el que enfrentó los obstáculos insuperables y sobrevivió el nazismo y el fascismo, el que eventualmente llegó a ser, de acuerdo con las palabras de Herzl, la "Más excelente y mejor generación" que alcanzaría la meta de estado nacional y experimentaría el cumplimiento de la causa sionista.
Sin importar cuál sea el término que se use, la realidad es que gracias a la colaboración de lo Divino, junto con el movimiento sionista de Herzl, la "energía" de Weizmann o los "milagros" de Ben-Gurión, los judíos lograron que renaciera el estado de Israel. Fue ese grupo de personas, el que enfrentó los obstáculos insuperables y sobrevivió el nazismo y el fascismo, el que eventualmente llegó a ser, de acuerdo con las palabras de Herzl, la "Más excelente y mejor generación" que alcanzaría la meta de estado nacional y experimentaría el cumplimiento de la causa sionista.
El comienzo de la reconstrucción de la nación de Israel fue
explosivo, literalmente. Después de sólo doce horas de existencia
nacional, todo el mundo árabe le declaró la guerra a la recién nacida nación
judía. La intención de esa declaración fue unificar a toda la región en una
guerra contra Israel, el que contaba con una mínima cantidad de armas. A
pesar de que el infante Israel, con su lastimera cantidad de armas, miraba
directo a los innumerables cañones árabes, pronto escribiría una moderna
versión de la milagrosa batalla de David contra Goliat.
Ésta fue la más sangrienta de las guerras para Israel. Costó la
vida de seis mil trescientos setenta y tres combatientes muertos en acción,
esto desde los días previos a la creación del estado, hasta el 20 de julio de
1949. Sin embargo, vale la pena hacer notar que esta cifra de muertos
incluye también una buen cantidad de inmigrantes y algunos voluntarios del
extranjero.
John Westwood dice así en su libro sobre las guerras del Medio
Oriente: "Pero ellos planeaban atacar
desde varias direcciones a las pequeñas fuerzas judías, que no sólo estaban
faltos de armas sino que carecían de ellas”. Él describe las
condiciones del Palmach, grupo
que consistía sólo de tres mil soldados de ambos sexos. Poseían menos de mil
rifles, quizás igual número de ametralladoras, y municiones para durar sólo
varios días. No poseían unidades blindadas, y sólo contaban con once pequeños
aviones civiles de uno o de dos asientos, y únicamente como con veinte pilotos
para volarlos.
Lo más destacado de esta guerra fue lo que ocurrió el día séptimo
de la refundación del estado de Israel, cuando Líbano, Siria, Jordania, Iraq y
Egipto, dijeron: “Si permitimos la
existencia de Israel, se convertirá en una espina en el costado. La
historia demuestra todos los problemas que han causado. Vamos a empujar a
los judíos hacia el mar, vamos a hacer literalmente que se ahoguen en el
Mediterráneo”.
Fue así como el séptimo día los árabes comenzaron a agrupar sus
tanques, sus ejércitos y todo el armamento posible, listos para hacer
retroceder a los judíos hasta el mar. En la noche, entre el séptimo y el
octavo día, Israel al tanto de los planes de los árabes, instituyó lo que llamó
“Plan Gedeón”. Si acaso
usted no sabe que fue lo que hizo Gedeón, le aconsejo que lea el capítulo 7 del
libro de Jueces.
Ese séptimo día, los judíos tomaron todos los vehículos que
poseían: buses, taxis, camiones, camionetas y automóviles privados.
Tratando de no hacer ningún ruido los condujeron hasta la cercanía del
campamento de los árabes, en los montes de Israel, allí les quitaron los tubos
de escape, y le aceleraron la revolución de los motores, les ataron cadenas,
latas y cuando tuvieron todo listo, encendieron las luces de los vehículos,
sonaron los pitos, y comenzaron a hacer un ruido tan descomunal con los motores
y dando alaridos, ¡que los árabes pensaron que estaban rodeados por tanques y
un gran ejército! Aterrorizados abandonaron el campamento en desbandada
dejando allí todo el armamento. Al día siguiente no había un solo árabe
en contra de Israel y los judíos contaban con un cuantioso botín de
guerra. ¿Coincidencia?
Cuando terminó la guerra, Israel había conquistado el setenta y
ocho por ciento del territorio y había arrasado cientos de pueblos palestinos
provocando oleadas de miles de refugiados en Gaza, Cisjordania y otros países
árabes. En la zona israelí quedaron cien mil palestinos.
Como resultado de lo que Ben-Gurión llamó "milagros realistas", ellos
eliminaron a las fuerzas árabes unidas, y la victoria que sólo era sustancia de
sueños se convirtió en realidad. El columnista y comentarista político de
Estados Unidos, Charles Krauthammer, dijo: "Ellos
[los judíos] no existían.
No estaban en ninguna parte. Su disipación entre la neblina de la
historia, durante el exilio de Israel en el año 722 antes de Cristo, no fue
algo misterioso. Era algo normal que, cuando un antiguo pueblo derrotaba
a otro, los destruía, los dispersaba y los exilaba; con una sola excepción: una
historia milagrosa de redención y restauración, no después de un siglo o de
dos, sino después de dos mil años. Notablemente, ese milagro ocurrió en
nuestros tiempos".
Segunda guerra árabe-israelí en 1956
Esta guerra se denominó La
crisis del canal de Suez. El detonante de este nuevo
conflicto fue el anuncio del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser de la
nacionalización del canal de Suez, en julio de 1956.
Este fue el segundo de los conflictos bélicos entre israelíes y
musulmanes, y tuvo lugar desde octubre hasta noviembre de 1956. El conflicto se inició el 29 de
aquel mismo mes con la ofensiva terrestre, bautizada como Operación Kadesh, con
el ejército israelí bajo la dirección del general Moshé Dayán, sobre la
península del Sinaí.
El ataque sorpresa, provocó una desordenada retirada del ejército egipcio hacia el canal, culminando con el control de los estrechos de Tirán, en la entrada del golfo de Aqaba.
El ataque sorpresa, provocó una desordenada retirada del ejército egipcio hacia el canal, culminando con el control de los estrechos de Tirán, en la entrada del golfo de Aqaba.
A medida que se acercaba junio de 1967, las turbinas de la "energía" de Weizmann
comenzaron a girar de nuevo. Desde los días de Jericó el mundo no había
presenciado el tipo de victoria que ocurriría allí.
El 5 de junio de 1967 se desencadenó un nuevo conflicto armado,
que pasó a ser conocido como La guerra de
los Seis Días y se proyectó sobre tres frentes, encabezado por
Egipto. El 10 de junio cuando cesaron los combates, Israel controlaba la
totalidad de la península del Sinaí, la franja de Gaza y Cisjordania - con la
totalidad de la ciudad de Jerusalén, y las estratégicas Alturas del Golán en
Siria. Israel conquistó un territorio cuatro veces mayor que el suyo propio en
1949, y albergaba en sus nuevas fronteras una población árabe de un millón y
medio de personas.
En menos de seis días, Israel perdió setecientos setenta y siete
militares en combate; dos mil quinientos ochenta y seis de sus hombres - muchos
de ellos oficiales fueron heridos; diecisiete de ellos en su mayoría pilotos
fueron hechos prisioneros. Por su parte las bajas en los ejércitos árabes
sumaron quince muertos y seis mil prisioneros, más un gran número de
desaparecidos.
Israel actuando solo, derrotó a tres de sus vecinos apoyados por
numerosos países árabes, en lo que se recordará como una de las campañas
militares más rápidas y de mayor éxito en la época actual. Destruyeron
más de cuatrocientos aviones árabes, de éstos unos sesenta en el aire.
Capturaron unos ochocientos tanques y destrozaron completamente a muchos otros.
El valor del equipo militar perdido por los árabes durante la Guerra de los Seis Días
ascendió a más de mil millones de dólares, cifra que constituía aproximadamente
el setenta por ciento del equipo pesado de tres ejércitos árabes.
Al final de esta corta guerra, Israel estaba en posesión de
sesenta y ocho mil seiscientos setenta y dos kilómetros cuadrados de territorio
que antes se hallaban en manos de los árabes, lo que equivalía a unos mil
ciento quince kilómetros cuadrados en las Alturas del Golán, cinco mil ochocientos
setenta en Judea y Cisjordania, trescientos sesenta en la franja de Gaza, y
sesenta y un mil ciento setenta y cinco en la península del Sinaí.
El maestro y escritor Daniel Pinner escribió lo siguiente: "Por lo tanto, cabe responder a la pregunta: ¿Cuál fue el mayor milagro enla
Guerra de los Seis Días? No existe una simple respuesta,
porque sucedieron muchos, tanto escondidos como evidentes”.
El maestro y escritor Daniel Pinner escribió lo siguiente: "Por lo tanto, cabe responder a la pregunta: ¿Cuál fue el mayor milagro en
Milagros ocurridos
durante la Guerra
de los Seis Días
·
Son incontables las historias documentadas de
los milagros ocurridos durante esta guerra: Un comandante de tanques egipcios
en el desierto del Sinaí se rindió ante una fuerza israelí sumamente inferior
el segundo día de la guerra, porque vio un espejismo de cientos de tanques
israelíes cuando realmente eran menos de una docena.
·
Las fuerzas jordanas le dieron la bienvenida a
los tanques israelíes bajo el comando del coronel Uri Ram, porque creyeron que
eran tanques iraquíes que los venían a ayudar.
·
El Cerro de Municiones, en las afueras al norte
de Jerusalén, fue capturado por un soldado israelí, quien por error fue a
investigar y cayó en una trinchera jordana una noche sin luna a las dos de la
mañana y comenzó a disparar a ciegas. La caída del Cerro de Municiones
fue un preámbulo necesario para la captura de la Ciudad Antigua de
Jerusalén treinta horas después.
·
Este fue el titular que apareció publicado en la
edición del 26 de junio de 1967 del periódico Jerusalem Post: “Huestes celestiales invisibles no vistas por hombres
mortales, visitaron a los israelitas cuando estaban amenazados con destrucción
por los egipcios”. Y continúa diciendo:
·
Cientos de camiones y vehículos armados se
estropearon cerca del frente de batalla.
·
Tal parece que el sistema de radar egipcio
se dañó por completo. En el Cairo se escucharon las alarmas después que
los aviones israelíes habían atacado los aeropuertos y volaban ya de regreso a
casa. En varias ocasiones se oyó decir que ‘Todo estaba bien’, mientras
los aviones israelitas se aproximaban al blanco.
·
Las tropas que retornaban del frente en
Sinaí hablaban de una falla de los militares estrategas y en las comunicaciones.
·
Enteros regimientos fueron rodeados cuando
quedaban expuestos sus flancos por retiradas carentes de coordinación.
·
La jefatura militar egipcia tenía muy poco
control sobre sus ejércitos después que comenzó la batalla.
·
Columnas de camiones y tanques quedaron
abandonados por falta de combustible y repuestos.
·
La disciplina a menudo colapsó ante el
asalto de las tropas israelitas.
·
Un coronel cuyo vehículo se descompuso fue
ignorado por los conductores de sus ejércitos a pesar de hacer señales
con una bandera pidiendo un transporte alterno.
·
Egipto tenía algunas de sus tropas élite de
ataque en el desierto de Sinaí, veteranos de la campaña de Yemen. La
mayoría de estas unidades fueron destruidas.
·
Israel se apropió de toneladas de equipo
militar ruso por un valor de dos mil millones de dolares, consistente de
tanques, armas pequeñas y municiones, que quedaron esparcidos por todo el Sinaí.
·
Dos trenes cargados con gas venenoso también
fueron encontrados en el Sinaí”.
La guerra de Yom Kippur en
1973
Tal parecía que al consolidarse la frontera por medio de la Guerra de los Seis Días, y
al aumentar la inmigración a Israel, las aspiraciones sionistas del moderno
estado de Israel se habían cumplido. Pero, según Moseley, “los ojos” de Dios se mantuvieron una vez
más sobre Israel en la Guerra
de Yom Kippur. Los
Alturas de Golán se sumarían a la lista de milagros evidentes que confirmarían
la intención de Dios por establecer un hogar judío nacional.
Esta guerra se llamó de Yom-Kippur
porque comenzó el 6 de octubre de 1973, cuando se celebraba el día
más sagrado del calendario judío, el día de expiación o de perdón. En
este día, Egipto y Siria lanzaron su ataque contra Israel. Escogieron
esta fecha con cuidado, sabiendo que la mayoría de la población israelí se
encontraría en sus casas o de festejos.
Egipto y Siria iniciaron el conflicto para recuperar los
territorios que Israel ocupaba desde la Guerra de los Seis Días de 1967. Ambas partes
sufrieron graves pérdidas, aunque Israel mantuvo los territorios conquistados.
El productor de películas y documentales Michael Greenspan, relata
la historia de un grupo de soldados israelíes en el Golán que se dirigían, en
una clara noche de octubre, hacia un pueblo cercano, y quienes de repente se
encontraron en medio de un campo minado. Mientras los soldados comenzaban
a palpar el suelo tierra con sus rifles tratando de localizar los explosivos,
un extraño viento se levantó. La brisa fue tan fuerte que removió unos
cuarenta y cinco centímetros de arena, exponiendo así mas de mil
explosivos. Tan pronto quedaron expuestos, el viento se detuvo, y todos
los hombres pudieron salir a salvo del campo a la luz de la luna.
Ejemplos de milagros durante la fundación de Israel son más que evidentes para
demostrar que el Señor de los Ejércitos estuvo comandando los ejércitos
israelíes.
Todas las opiniones sobre la formación sionista del moderno estado
de Israel, son las mismas. Puede leerlas tanto en fuentes seculares como
religiosas. Por falta de tiempo no mencionamos todos los "milagros" experimentados entre
1948 hasta 1973, pero sólo es necesario decir que, sin la poderosa intervención
del Altísimo, nada hubiese quedado de los hijos y las hijas de Abraham.
El doctor Ron Moseley comenta: "Una
simple mirada casual a la 'Guerra de Independencia' de 1948, el 'Conflicto del
Suez' contra Egipto en 1956, el 'Milagro de los Seis Días' en 1967 y la
victoria en la 'Guerra de Yom Kippur' de 1973 debería convencer a cualquiera
que Dios mantiene sus ojos sobre el Israel de la actualidad”.
Más por venir
Vez tras vez, frente a increíbles obstáculos, la pequeña fuerza
que describió Westwood derrotó al gigante del mundo árabe combinado.
Nuevamente, David derrotó a Goliat en su batalla, no en un monte escondido de
Judea, sino en un escenario que atraería la atención del mundo entero.
Verdaderamente, se puede decir que el nacimiento de la nación de Dios comenzó
con un estallido, y la más excelente generación de Herzl finalmente ocupó su
lugar central entre las familias del mundo.
El Ministerio de Asuntos Extranjeros de Israel describe la
redención del pueblo judío durante la
Guerra de Independencia como "Un milagro que ocurrió en un momento de desesperación".
Los milagros definieron la existencia del antiguo Israel, y los
milagros volvieron a definir la historia de la reconstitución del moderno
estado de Israel y la realización de la visión del sionismo.
Si caracterizáramos al sionismo como el movimiento expansionista
más allá de la simple creación del estado actual, cuya meta final es recuperar
el territorio total que ocupara Israel durante el gobierno del rey David,
entonces “la más excelente generación de
Herzl” aún no se ha manifestado. Sólo con esa perspectiva en mente
podrá decirse que el sueño sionista ha fracasado y ha quedado inconcluso.
Sin embargo, no creo que la agenda sionista haya fracasado.
Los propósitos de Dios realmente se han ido cumpliendo por medio
de sus vasos escogidos a través de las edades, y el moderno estado de Israel es
verdaderamente la renovada semilla de Abraham. Pero... Esas
semillas que ya están de regreso en su tierra, ¿viven en conformidad con la
promesa de Dios? ¡No! Pero tampoco la mayoría de los cristianos vivimos
en la plenitud del Reino de Dios. Sin embargo, el hecho que no vivamos en una
total rendición al Reino, comportándonos según las promesas, no significa que
el Reino no habite dentro de nosotros. De la misma manera, el hecho de
que todavía el pueblo de Israel no ocupe la totalidad del territorio prometido,
no contradice el glorioso retorno de Jacob a la Tierra Prometida
y el cumplimiento del sueño sionista nacional.
El futuro del sionismo se fundamenta en el pasado. Hace cuatro mil
años, las palabras proféticas sellaron el destino de las aspiraciones futuras
del sionismo. El profeta dijo que nunca más sería Jacob arrancado de su
tierra: “Pues los plantaré sobre su
tierra, y nunca más serán arrancados de su tierra que yo les di, ha dicho
Jehová Dios tuyo” (Amós 9:15).
Tanto los judíos como los cristianos esperamos la llegada triunfal
del Mesías al territorio de Israel para asegurar las fronteras prometidas a
Abraham hace tantos años. Hasta que no se presente el Mesías, la
responsabilidad del futuro de Sion recae sobre todos nosotros. De acuerdo con la Palabra de Dios que define
nuestras responsabilidades, el futuro de Sion ahora es nuestro futuro.
Nuestros destinos están juntamente ligados. Anhelamos el día cuando toda
la tierra de Canaán se llame Israel, cuando reine la paz y cuando Jerusalén sea
puesta por alabanza en la tierra.
Hasta que no sea una realidad manifiesta el sionismo mesiánico,
debemos mantener el texto de Isaías 62:1 como nuestro lema: “Por amor de Sion no callaré, y por amor de Jerusalén
no descansaré, hasta que salga como resplandor su justicia, y su salvación se
encienda como una antorcha”.
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