Cinco Solos
Solo la Escritura
La iglesia medieval había
aceptado teóricamente la autoridad de La Escritura, pero la había acompañado
con la autoridad superior de la interpretación del Papa, los concilios y la
tradición. La Reforma barrió aquello y restauró La Escritura como la autoridad
única de la Iglesia.
La Escritura es la única
Palabra de Dios en este mundo, es la única guía para la conciencia y la
Iglesia, la única fuente del conocimiento verdadero de Dios y su gracia, el
único juez capacitado del testimonio y la enseñanza de la Iglesia, pasada y
presente.
Siguiendo el modelo del apóstol
Pablo, según la carta a los Romanos 4:3, los reformados han preguntado
históricamente con respecto a todo lo que les ha sido requerido creer o
hacer: "¿Pues qué dice la Escritura?" Ninguna
otra autoridad, tradición, filosofía o la llamada profecía tiene autoridad
sobre la conciencia del cristiano: solo La Palabra de Dios, La Biblia.
Los reformados en toda la
historia, en cada denominación, se han distinguido por este resuelto
compromiso con La Escritura sola.
La Biblia, tanto para el
calvinismo como para el luteranismo, fue central. Para la Iglesia Reformada,
La Biblia y solo La Biblia, sin la tradición, es la autoridad final. Es decir
que somos reformados por el concepto básicamente bíblico y solo bíblico, nos
paramos bajo La Palabra de Dios para que nos continúe reformando en forma
permanente; es decir, que el concepto de reformado no es un concepto estático
sino dinámico, y la famosa frase “ecklesia reformata
sempre reformanda” implica que somos una iglesia reformada por La
Biblia, pero abierta a seguir siempre siendo reformada justamente por La
Biblia.
Eso es lo que nos señala 2
Timoteo 3:16-17: “Toda la Escritura es inspirada por
Dios, y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en
la justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado
para toda buena obra”.
Solo gracia
La noción medieval de la gracia
convirtió al hombre en un pecador que hacía cosas para ganar el favor de
Dios, por su utilización de la ayuda que Dios le dio. Fue en este concepto de
la gracia lo que envió a Lutero, el católico, al monasterio. Él creyó que “Dios había capacitado al hombre para ganar su favor
mediante actos meritorios...”
Mediante su estudios en el
libro deRomanos, Lutero llegó a ver que la gracia no es la obra del hombre
para ganar el favor de Dios, sino el favor de Dios hacia el hombre que está
en pecado. La gracia no es la acción humana para ganar el favor de Dios para
los pecadores, sino el favor de Dios hacia pecadores sin méritos.
Técnicamente, la gracia es “una relación objetiva de favor inmerecido por
parte de un superior a un inferior. Es totalmente inmerecida, no evocada por
la disposición de la criatura”.
Lutero se dio cuenta de que “no
porque el hombre fuera bueno y digno, ni aun porque obrara para llegar a ser
bueno y digno, sino porque era pecador y nunca podría salvar la brecha, Dios
se acercó. Dios salva a los pecadores porque Él quiere, por razones que Él
tiene en sí mismo, y no a causa de actitudes o acciones por parte de ellos.
La gracia, necesariamente, es la libre gracia: inmerecida, no ganada.
¿Pensáis que el Señor de la vida y la gloria podría haber bajado del cielo,
podría haber tomado forma de hombre, y no haber sido conducido para morir por
cualquier mérito vuestro?"
Como bien expresa la carta a
los Efesios 2:8-9: “Porque por gracia ustedes
han sido salvados mediante la fe; esto no procede de
ustedes, sino que es el regado de Dios; no por obras, para que
nadie se jacte”.
Solo fe
Algunos insisten en que “la sola fe no nos salvará sin buenas obras: debemos
también tener esperanza y caridad”
La posición reformada es, sin
embargo, que “somos justificados por esa fe que
recibe y se apoya en Cristo solo para la salvación, cómo Él se ofrece
libremente a nosotros en el Evangelio”.
Muchos no pueden darle al
carcelero de Filipos la respuesta que dio Pablo, pero el reformado sí puede.
En el libro de los Hechos 16:29-30, el carcelero pregunta: “¿Qué tengo que hacer para ser salvo?" Y
la respuesta fue: " Cree en el Señor Jesús;
así tú y tu familia serán salvos”. ¡Nada más y nada menos!
Solo el reformado tiene un
mensaje aún para el hombre agonizante. Los demás sistemas lo llama a hacer
obras que no tiene posibilidad de hacer, y rituales que no tiene
tiempo para efectuar.
Fundamenta este concepto la
carta a los Romanos 1:17: “En el evangelio se revela la justicia que
proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal
como está escrito: «El justo vivirá por la fe».
Solo Cristo
Jesús es el único mediador
entre Dios y el hombre y, por ende, es Profeta, Sacerdote y Rey. Él es el
Salvador y cabeza de la iglesia. Jesús es la segunda persona de la Santísima
Trinidad, siendo uno en sustancia e igual que el Padre y al mismo tiempo
siendo hombre. Dice la Confesión de Westminster: ”Las
naturalezas de Dios y el hombre fueron unidos en una persona sin conversión,
composición o confusión”.
La salvación es cumplida
solamente por la obra del mediador Jesucristo, el hombre histórico. Es su
vida perfecta y su expiación como substituto que es, la única y suficiente
razón para nuestra justificación con el Padre.
Hebreos 12 habla de una gran
multitud de testigos que testifican tanto de el propósito como en
el curso de la historia. Ellos previeron que el Señor Jesucristo iba a
proveer por ellos la salvación. Estos testigos dieron un testimonio confiable
del carácter salvífico de Dios, como bien lo expresa 2 Pedro 1:16:
"No estábamos siguiendo sutiles cuentos
supersticiosos sino dando testiminio de su grandeza, que vimos con nuestros
propios ojos".
Somos animados a mirar a Cristo
solamente, porque Él es el mediador del Pacto de Gracia. Él es la palabra
final de Dios al hombre. No hay otros medios por cual el hombre puede hacer
propiciación a la ira de Dios. Solo Cristo satisfizo las demandas de Dios
todopoderoso, porque solo Jesús es la verdadera expresión del amor de Dios.
Eso es lo que nos dice 1
Timoteo 2:5: “Porque hay un solo Dios y un solo
mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre”.
Solo a Dios la
gloria
Los reformadores no admiten la
adoración de objetos, de grandes personalidades del pasado ni de personalidades
del presente. "Soli Deo Gloria"
fue el principio principal de la reforma, y estaba presente en cada protesta
hecha por los reformadores.
Cuando estudiamos el
significado del verbo "glorificar",
vamos que significa una declaración de alabanza, honor y adoración a Dios.
Significa reconocer quién es Dios y quiénes somos nosotros. Todo lo que Dios
hace manifiesta su honor hacia el universo. No hay ni otra cosa ni otra
persona que merezca esa gloria.
Una defensa bíblica de Soli Deo
Gloria la vemos en Salmo 148:13; Romanos 16:27; 1Timoteo 1:16; Judas 25;
Apocalipsis 15:4.
Las Escrituras dicen que Dios
es un Dios celoso, y demanda que no se adore a otro en su lugar. Cualquier
substituto de Dios es idolatría.
El catecismo menor de
Westminster pregunta: “¿Cuál es el fin del
hombre?" Y el mismo catecismo responde: "Glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre”.
Dios reveló su gloria
plenamente en Jesucristo. Solo en Cristo podemos vivir para glorificar a
Dios. Y el Espíritu Santo fue dado para glorificar a Cristo en el mundo. Eso
es lo que muy claramente expresa el evangelio de Juan 16:14 y 2
Corintios 3:17-18.
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