domingo, 22 de septiembre de 2013

¿NO TOQUEIS A MIS UNGIDOS?

Por Miguel Rosell
 
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4: 1, 2)
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4:1)
"Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas" (Efesios 5:11)

Partiendo de ciertos posicionamientos teóricamente bíblicos, y digo así, porque se usan a la libre e interesada interpretación de algunos como veremos, hoy en día se ha desarrollado una forma de caciquismo espiritual, el cual eleva y mantiene en una posición de intangibilidad a esos que se les ha venido a llamar, “nuevos ungidos”. 

Esos líderes, que no siervos, ya no son como los que solían ser; es decir, verdaderamente humildes, accesibles, transparentes, sufridos, enseñables (Tito 1: 7-9). No, ahora, subidos en sus imaginarios e intocables pedestales de religiosa infalibilidad, se pavonean ante todos en su supuesta superioridad, abrigados en soberbia, mostrando los preciosos colores de sus etéreas y suntuosas plumas, como los especialmente elegidos para liderar a sus súbditos correligionarios. Cualquier cuestionamiento que se les haga, es visto como un signo de rebelión.
“Subidos en sus álgidos pedestales; sólo en su imaginación, claro”
Muchos de ellos, saben como disimular su orgullo ante los demás, otros, ni siquiera se molestan en hacerlo, pero el resultado es el mismo, y su mensaje con el cual han sabido aleccionar muy bien a todos por años, que les sirve de escudo y protección, también:
“¡No toquéis a mis ungidos!”, dicen.

Criticar o cuestionar cualquier cosa que digan o hagan; juzgar las evidencias de sus acciones, actuaciones, enseñanzas, conducta, etc. es inaceptable; ahora bien, muchos de ellos, o sus seguidores, a los que se oponen o discrepan, se permiten el lujo de atemorizarlos con amedrentamiento, y hasta con decretos no exentos de amenaza:

“¡Ay, del que toca al ungido!
Defendiéndose como gato panza arriba ante la crítica de sus enseñanzas o de su presunto ministerio por parte de los que nos atrevemos a hacerlo, la respuesta de ellos o de sus correligionarios – cosa que nosotros no osamos hacer - es siempre la de cuestionar los motivos; sin cortapisas, aduciendo envidia, celos, u odio, etc. como si de veras pudiesen juzgar la intención del corazón. Olvidan que el único que puede juzgar el corazón, es Dios que es el único que lo ve.

Por lo tanto, al resto de los mortales, no se nos permite observar y denunciar sus desvaríos, así como reprenderlos (2 Ti. 3: 16), bajo caer en el pecado de la murmuración, y la crítica, según dicen. Para ello - y entre otras actuaciones - esgrimen de forma inadecuada la Palabra, presentándonos diferentes ejemplos veterotestamentarios sacados de su contexto e intención originales. Veamos algo de eso último.


Comparando a los modernos “ungidos” con Moisés
 
Uno de estos ejemplos: la murmuración (*) de María y Aarón contra Moisés, y el castigo que sufrieron (ver Números 12), sin comprender que los dos hermanos de Moisés realmente procedieron mal, llevados por los celos y el racismo, y no por una sana crítica (**).

(*) La murmuración es conversación en perjuicio de un ausente. (**) La crítica es examen y juicio acerca de alguien o algo.

Otro de los varios ejemplos que presentan, es el de la rebelión de Coré (Nm. 16), donde éste, Datán y Abiram, On, etc. “se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel...” (Nm. 16: 1, 2). Poner ese caso como ejemplo, nos parece también de un especial absurdo. 

Coré y los demás, por envidia y rebeldía se levantaron contra la autoridad espiritual que Dios había colocado en su pueblo. Varias cosas hay que entender primeramente:
  1. Moisés era un tipo de Cristo. Fue el mediador verdadero y escogido que Dios levantó para guiar a Su pueblo, sacándolo de Egipto y llevándolo a través del desierto hacia la Tierra Prometida. Levantarse contra Moisés en ese momento, sería como hoy en día levantarse contra Cristo hombre (1 Ti. 2: 5)
  1. Hoy en día no existen figuras como la de Moisés, ya que vivimos en una dispensación muy diferente a aquella del antiguo Israel. Pero hay más;
  1. Si Moisés hubiera hecho algo públicamente pecaminoso, malo o incorrecto, hubiera sido absolutamente lícito y escritural que se hubieran levantado personas para demandarle rectificación, exponiendo públicamente sus presuntos pecados. Eso no hubiera sido murmuración, ni crítica desautorizada, sino un acto de justicia. Eso último no ocurrió, porque Moisés fue fiel todos los días de su peregrinación (Nm. 12: 7)
Si Moisés hubiera requerido de corrección o reprensión, pública o privada, habría que habérsela dado, porque Dios siempre ha tenido a sus profetas dispuestos para el caso, como fue con Natán respecto a David (2 S. 12).
“La murmuración no es la sana crítica, o la reprensión bíblica – 2 Ti. 4: 2 – sino una herramienta del diablo para destruir con la lengua”
 
El ejemplo de Pablo y Pedro/¿privacidad o publicidad?
 
Hermanos, si es que deseamos y oramos por un verdadero cristianismo conforme a la Biblia, entonces nadie en el Cuerpo de Cristo – o presuntamente en él – puede ser inmune a la corrección; ¡nadie!, y quien públicamente enseña herejía, públicamente deberá ser reprendido. Este último caso lo tenemos descrito en la Palabra de Dios cuando Pablo reprendió a Pedro, y lo hizo públicamente:


“Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar... cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos...” (Gálatas 2: 11, 14)
El asunto fue que el apóstol Pedro, antes que llegaran algunos judíos de parte de Jacobo, comía con los gentiles, “pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión, y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos” (Gálatas 2: 12, 13).

En otras palabras, Pablo, se dio cuenta de que Pedro estaba siendo hipócrita y tremendamente deshonesto, y otros ya seguían sus sibilinos pasos. Conque públicamente pecó, públicamente fue reprendido. Ese es un ejemplo muy claro de cómo debemos proceder hoy en día también, y más enseñanza existe en la Palabra al respecto:
“Contra un anciano no admitas acusación sino con dos o tres testigos. A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman (1 Timoteo 5: 19, 20).

Como vemos aquí, el motivo, no es tanto para que los públicos infractores se arrepientan, sino para que los demás se aparten del mal.

Pablo no pudo por un mínimo sentido de justicia haber tratado este asunto de Pedro de manera privada con él, porque no fue un asunto personal, es decir, no fue que Pedro particularmente ofendió a Pablo. La cuestión es que Pedro, por su temor al hombre, había llevado a aquellos creyentes que estaban con él al extravío; por lo tanto Pablo estaba no sólo obligado a corregir a Pedro, sino a hacerlo de forma que corrigiese la situación que el error de Pedro había causado en aquel medio.

Como vemos también, un cristiano, en este caso Pablo, se atrevió a “tocar” al ungido Pedro, el cual en su día fue declarado bienaventurado por el mismo Jesucristo (Mt. 16: 17).
Toda hipocresía y falsa verdad, así como toda herejía y quien la promueve, ha de ser todo ello puesto a la luz pública, con toda reprensión y exhortación y doctrina – 2 Ti. 4: 2-.  Ese proceso es parte del amor también; lo contrario es deshonestidad y cobardía”
 
¡Damos tantas gracias a Dios, de que en esta dispensación de la gracia y la verdad (Jn. 1: 17), ya no hay ungidos especiales, sino que todos los verdaderos cristianos, por haber sido constituidos hijos de Dios por adopción, (Jn. 1: 12; Ro. 8: 15; Gál. 4: 5) somos todos ungidos, a causa del Ungido, Cristo Jesús, es decir el Mesías! No hay diferencias entre unos y otros, sino que todos somos hermanos (Mt. 12: 48; 23: 8) e iguales ante Dios.

Si se permite que exista una especie de “élite clasista lideral”, cuyas enseñanzas y acciones no pueden ser cuestionadas por nadie, puestas a la luz de la Palabra, y expuestas públicamente, entonces tenemos un cáncer dentro del seno eclesial, del cual, si no nos arrepentimos y corregimos a tiempo, padeceremos cada vez más las consecuencias, como de hecho ya está empezando a ocurrir de unos años a esta parte de manera aterradora, llegándose a formar una metástasis.

1. Entonces, ¿qué significa “no tocar al ungido”?
 
No podemos usar la Biblia ni parte de ella, como un arma arrojadiza según nuestra conveniencia. Creo que todos aunque sea en teoría estaremos de acuerdo con esto. Cuando leemos en ella: “No toquéis... a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas” (S. 105: 15), no podemos usar esa escritura para defender lo indefendible.


Por lo tanto, vayamos por partes. Primeramente entendamos que nos tiene que enseñar la Palabra de Dios acerca de lo que es un ungido, y sigamos con la exposición de nuestro argumento de forma exegética. Vemos que en el Antiguo Testamento, los llamados ungidos eran personas apartadas para Dios para desempeñar tres diferentes funciones. La primera vez que se menciona a alguien con ese apelativo, es al sacerdote:

“Y las vestiduras santas, que son de Aarón... si el sacerdote ungido pecare según el pecado del pueblo...” (Éxodo 29: 29; Levítico 4: 3)
Vemos que Aarón fue el primer sacerdote, ungido por Moisés - tipo de Cristo – (ver Ex. 29), y que no estaba libre de pecado, ni de ser reprendido.

Pero la primera persona expresamente mencionada como profeta, y eso de parte de Dios directamente, fue Abraham (Gn. 20: 7); y acerca del cuidado que Dios tenía y tiene por sus hombres, leemos en la Biblia:
“No consintió que nadie los agraviase, y por causa de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas (Salmo 105: 14, 15).
También en 1 Crónicas 16: 22,
“No permitió que nadie los oprimiese; antes por amor de ellos castigó a los reyes. No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas
Como veremos con algo de detalle un poco más adelante, Abraham fue vindicado por Dios por el hecho de ser profeta, y por tanto, ungido del Señor.

En el Antiguo Testamento
En el Antiguo Testamento, los ungidos pertenecían a tres clases oficiales:

  1. Los profetas
  2. Los sacerdotes
  3. Los reyes
En el Israel del Antiguo Testamento, como adelantamos, esos tres descritos se correspondían con personas que fueron apartadas para Dios para sus correspondientes trabajos u oficios. Los profetas eran llamados y ungidos directamente por Dios con Su Espíritu (Nm. 11: 29). Los sacerdotes y los reyes eran ungidos con aceite para desempeñar sus oficios, después de lo cual se les llamaba, y así eran reconocidos, los “ungidos de Jehová” (ver Ex. 30: 22-31; 37: 29; 40: 12-16; Lev. 4: 16; 6: 20; Nm. 3: 3; 35: 25; 1 S. 2: 10; 10: 1; 16: 12, 13; 2 S.1: 21; 2: 4; 5: 3; 23: 1; Is. 61: 1; Lc. 2: 26; Lc. 4: 18; Hchs. 4: 27; 10: 38)

Esos tres oficios mencionados, iban a ser a ser recogidos y colocados sobre Jesús de Nazaret, el Mesías – que significa el Ungido – por lo tanto Jesucristo es el Ungido por excelencia; y como ya dijimos antes, cada uno de sus salvados somos sus ungidos, porque Él es el Ungido (2 Co. 1: 21), que por Su Espíritu ha venido a morar en cada uno de nosotros, siendo nosotros uno en Él y con Él... ¡y no hay diferencias entre unos y otros en ese contexto y en esta dispensación!

Por lo tanto, en este tiempo, sea lo que en principio signifique “no tocar a los ungidos” – lo cual veremos en un instante - deberá aplicarse a todos los creyentes sin distinción, y no meramente a unos exclusivos y públicos líderes. ¡O todos, o ninguno! 
“Los sacerdotes, y más aún, los sumos sacerdotes – debían ser personas intachables, y si no, debían ser consecuentemente reprendidos, cosa que por ejemplo no hizo Elí con sus hijos que eran sacerdotes, y le vino por ello en su momento el juicio terrible de Dios – 1 S. 2: 12-25”
 
Así pues, en definitiva, ¿Qué significa “no tocar a los ungidos”? Vayamos por partes. En el Antiguo Testamento, el “no tocar” a los ungidos ni a los profetas, tenía el sentido de no hacerles mal, ni de injustamente agraviarles o matarles. El caso muy concreto fue el de Abimelec cuando estuvo a punto de tomar por concubina a Sara, la esposa de Abraham y Dios intervino directamente como lo hizo (ver Gn. 20: 3-7), por ser él un ungido.
Efectivamente, en ese caso, ese hombre, Abimelec, aun y en su ignorancia, estuvo a punto de cometer un gran pecado, ofendiendo y dañando a Sara y a Abraham (aunque Abraham se lo buscó, ver la historia).

David y Saúl
 
Otro caso, fue el de David y el rey Saúl. En 1 de Samuel 24, encontramos que el rey Saúl, empecinada e injustamente, perseguía con ahínco satánico a David para darle muerte. No obstante, y a pesar de su obstinación, Dios entregó a Saúl en manos de David dos veces; la primera vez, en aquella cueva del desierto de En-gadi. Hubiera podido David matar a Saúl allí mismo, pero conque aquél era todavía el rey ungido de Israel, no lo hizo, y estas fueron sus palabras:


“Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido de Jehová” (1 Samuel 24: 6)
Más tarde, la misma situación se repitió, y David volvió a negarse a dar muerte a su terrible enemigo:

“Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha entregado Dios a tu enemigo en tu mano; ahora, pues, déjame que le hiera con la lanza, y lo enclavaré en la tierra de un golpe, y no le daré segundo golpe. Y David respondió a Abisai: No le mates; porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente?” (1 Samuel 26: 8, 9)

Claramente podemos ver que en ese caso, la ley prohibía dar muerte a Saúl, por ser el ungido de Dios para reinar, aunque ya Dios lo había desechado. David no se atrevió a dañarle, menos todavía, matarle a causa de esa palabra: No toquéis a mis ungidos” (S. 105).

Ahora bien hermanos, ¿Qué tendrá que ver esto, con no reprender a aquellos que en la actualidad enseñan herejía o malas acciones al pueblo de Dios? ¡Absolutamente, nada! En ningún modo se puede justificar con esta frase veterotestamentaria (S. 105), que no debamos atrevernos a cuestionar las enseñanzas de algunos de estos líderes “ungidos” de la actualidad, y a ellos mismos – muchos de ellos que lo son sólo en apariencia - ¡En ningún modo!
David, aunque pudo, no dañó ni dio muerte a Saúl por dos veces; es decir, no le “tocó”, no obstante, sí le reprendió en presencia de todo su ejército, por lo menos dos veces (ver 1 S. 24: 10-15; 26: 17-20). 

Entendamos esto: todos los ungidos del Antiguo Testamento, incluido el propio David, fueron debidamente reprendidos, incluso públicamente, por los profetas de Dios; la Biblia ofrece una amplia exposición de todo ello. Así también ha sido en el Nuevo Testamento, como vimos, con el caso de Pablo hacia Pedro, etc.
“El rey Saúl, aunque no fue “tocado” por David, si fue reprendido por él públicamente”
Veamos de nuevo la porción escritural con la que abríamos este artículo:
“Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4: 1, 2)
Por lo tanto, y de una vez por todas, no se puede esgrimir el texto bíblico de “no tocar a los ungidos” a la hora de vernos refutar, reprender, exhortar, redargüir, combatir las falsas enseñanzas y a los que las promueven:
- Porque el “no tocar” se refiere a no dañar injustamente, maldecir, matar, descalificar, calumniar, infamar; en definitiva, destruir.
- Porque en la actualidad los ungidos, no son una clase sacerdotal aparte, sino que todos los verdaderos creyentes somos ungidos.

- Porque es un deber del cristiano el hacer una defensa ardiente de la fe una vez dada a los santos a causa de que han entrado encubiertamente hombres impíos en el seno eclesial (Judas 3, 4)

¡Más alto se puede decir; más claro no!

2 ¿No debemos juzgar?
 
Equivocadamente muchos hoy en día, escudándose en un sentido humanista del amor y de la ética, creen que es incorrecto, no sólo delatar el error, sino además, dar a conocer los autores del mismo. 


Aquellos que creemos fielmente en exponer o delatar la herejía de acuerdo a la Biblia, ahora estamos siendo en muchos casos ferozmente increpados, acusados de ser descorteses y faltos de amor. Algunos todavía van más lejos como dijimos al principio, tomándose el incierto lujo de acusarnos de envidiosos o de llenos de odio. O sea, que en un sentido, ¡están haciendo “peor que nosotros”!

Uno de los famosos dichos que esgrimen para no hacer, ni permitir hacer una defensa de la fe, es el de “no juzgar”. Uno de los versículos mal usados de la Biblia para ello, es: "No juzguéis, para que no seáis juzgados" (Mateo 7: 1). Pero como siempre venimos diciendo a lo largo de tantos artículos, cada versículo de la Escritura debe ser entendido en su contexto, y no de manera aislada, y menos aún, intencionada.

Se desmonta fácilmente la errónea intencionalidad al usar ese versículo de forma aislada, cuando examinamos su contexto:

“Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7: 2-5)
Claramente vemos que el tipo de juicio al que se refiere el Señor – el cual además tiene la implicación de “juzgar condenando” (krínete en gr.) - se refiere a un juicio hipócrita, es decir, basado en el fingimiento, doblez y ceguera voluntaria, y no en la verdad de la Escritura. Como nos lo remata el ministerio “Discernimiento Bíblico”, cuando señala:

“El hermano que tiene una viga en su propio ojo no debe juzgar a otro que tiene una paja en el suyo. La enseñanza es clara; usted no puede juzgar a otro acerca de su pecado, si usted es culpable del mismo pecado” (1)

Cierto. Eso dista muy, y mucho de hacer un juicio justo, conforme a la Escritura, como el Señor Jesús nos alienta a hacer en Juan 7: 24; “No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio”

Aquellos que se aferran a "no juzguéis, para que no seáis juzgados", al condenar a aquellos que delatan el error, deberían leer el capítulo entero.  Jesús dijo, "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas...." (v. 15).  ¿Cómo podemos conocer a los falsos profetas, si no los juzgamos de acuerdo a la Palabra de Dios? (2)
Algunos se acogen a otro pasaje bíblico para argumentar que no debemos juzgar:

Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez. Uno solo es el dador de la ley, que puede salvar y perder; pero tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4: 10, 11)

Nótese que dice murmurar, y ese juzgar al hermano va en ese mismo contexto, por lo tanto no es un sano juzgar, sino más bien un dañar injustamente, o un “tocar” al hermano. Evidentemente eso no lo debemos hacer, pero esto dista mucho de la apologética o defensa de la fe tal y como venimos enseñando. MacArthur dice así respecto a ese pasaje:

“Esto se refiere a calumniar o difamar. Santiago no prohíbe la confrontación de quienes están en pecado, lo cual se manda en otros pasajes bíblicos (Mt. 18: 15-17; Hchs. 20: 31; 1 Co. 4: 14; Col. 1: 28; Ti. 1: 13; 2: 15; 3: 10). Más bien condena las acusaciones negligentes, derogatorias y maledicientes en contra de otros”

Hermanos, antes de avanzar en este punto, dejemos claro lo siguiente:
¿Con qué autoridad podemos y debemos reprender y corregir? Respuesta: con la que nos concede la Palabra de Dios. 
 
Es la Palabra de Dios la que juzga, y no nuestro parecer humano. Es la Palabra de Dios la que descalifica lo incalificable, la que reprende lo reprensible, la que corrige lo incorregible, la que separa lo inseparable, la que destruye lo destructivo. La que juzga es la misma Palabra de Dios, y esa Palabra de Dios, cual espada de dos filos (He. 4: 12; Ef. 6: 17), ¡ha de ser consecuentemente esgrimida con rigor!

La Palabra, cual espada del Espíritu, tiene que ser desenvainada y blandida con rigor y con amor. Esa es nuestra porción.
“Y tomad la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios – Ef. 6: 17”
No vale con decir, como muchos hacen: “Ya Dios les juzgará, y usted sólo dedíquese a orar y a llevar la palabra a los perdidos”

¡No! eso no es así. Usted y yo tenemos la tremenda responsabilidad ante Dios de ser sal y ser luz (Mt. 5: 13, 14); de no participar en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprenderlas (Ef. 5:11); de hacer un azote de cuerdas y echar fuera del templo de Dios todo lo que no es de Dios, y no permitir que se haga de la casa del Padre, casa de mercado, aun y a tenor de ser considerados faltos de amor, ásperos o desagradables como pensaron que lo fue nuestro Señor cuando así literalmente él hizo (Juan 2: 3-16).

No podemos vivir un cristianismo pasivo, sincrético y ajeno a lo que otros hacen. Existe un Tribunal, el de Cristo que nos juzgará severamente si no hacemos como el Maestro hizo y nos enseñó a hacer (2 Co. 5: 10). 


Tenemos la enorme e ingrata responsabilidad de parte de Dios en Su Palabra, de juzgar todas las cosas (1 Co. 2: 15), por amor, no sólo a los perdidos, sino mayormente a los salvos, pero que están o pueden estar en gran peligro por llegar a seguir los postulados demoníacos de muchos falsos maestros y profetas, que enseñan – por citar unas pocas aquí -  aberraciones como los “Encuentros del G12” y su contenido, el G12, el falso ecumenismo, la falsa prosperidad/doctrina de pactos con Dios, el falso mover y manifestación del Espíritu Santo, el falso avivamiento, la fe en la fe, la visualización, la confesión positiva, el pensamiento positivo/posibilista, la doctrina de los pequeños dioses, la teología del dominio o dominionismo, etc. etc. etc. Es decir, todo un añadido al Evangelio, lo cual es anatema (véase Gal. 1: 8, 9) y aún contumazmente pretende ser considerado evangélico.


¡No, no vale con argumentar “ya les juzgará Dios”! Dios quiere que les juzguemos nosotros y ahora (1 Co. 5: 12), no con condenación, sino poniendo a la luz lo que hacen para que los demás sean advertidos y se aparten.

"Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos". (Romanos 16:17)

"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4:1)

"Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas" (Efesios 5:11)

¡La Palabra no puede ser más clara!
“Desde los púlpitos, plataformas mediáticas, usando todo medio a nuestra disposición, es menester hoy más que nunca refutar, redargüir, reprender, exhortar y elevar la verdad doctrinal por encima de las cabezas de los que quieran atender”
 
Si un hombre que dice serlo de Dios, públicamente enseña doctrina y acción heréticas y destructivas, aunque las presente adornadas con mil y un diferentes atuendos graciosos, que no de gracia, tendrá que ser públicamente expuesta esa falsedad y a él mismo a través del ministerio de la Palabra, y si no se hiciera así, pecaría él y pecaríamos todos los que entendiendo la situación, no hiciéramos nada al respecto.

Como dice el Hno. Vicente Mercado Santamaría dirigiéndose a la Amada Iglesia.
“No hay nada que haga más daño que el silencio de los inocentes o el silencio de los "buenos", en nuestro caso, el silencio de los buenos cristianos.Nada entristece más que el hielo de la indiferencia o de los oídos tapados, ante la denuncia de situaciones en extremo graves, es decir, mortales, en nuestra amada Iglesia. Sentimos que la Iglesia evangélica de nuestros días se precipita cuesta abajo en caída pavorosa a la apostasía y la perversión o corrupción del evangelio que se predica y practica en muchísimas congregaciones.Y sigue diciendo el hermano:

Es una situación similar a la que vivió el príncipe de los predicadores, Charles Spurgeon, en el siglo XIX, cuando tuvo que enfrentarse a los nuevos vientos de doctrina o herejías del modernismo, el liberalismo y otros movimientos que se repiten amplificadamente hoy. Spurgeon se vio obligado a renunciar a su concilio de la Unión Bautista, donde casi todos se le habían opuesto o callaban ante sus denuncias.  Precisamente, Spurgeon había titulado sus mensajes de esa controversia dentro de la Iglesia, "El declive" ("Down-Grade", o la cuesta abajo, el despeñadero, etc.). Sabemos donde comienzan o donde han llegado hoy las herejías, pero no sabemos hasta donde puedan llegar en próximos años.   Es escandaloso lo que estamos viendo”. (3)

No podemos jugar más al cómodo y pueril “silencio de los corderos”, el deber de cada verdadero creyente es el de ser celoso y activo en la defensa de la fe:
“Este testimonio es verdadero; por tanto, repréndelos duramente, para que sean sanos en la fe, no atendiendo a fábulas judaicas, ni a mandamientos de hombres que se apartan de la verdad(Tito 1: 13, 14)

Como también se expresa Dave Hunt a continuación:
“No osaremos mantenernos en silencio - ¡no debemos! -, ni nos dejaremos llevar del miedo a hablar por temor a ofender o a causar divisiones, mientras se falsea la fe una vez dada a los santos. No debemos contemporizar, porque ello no ayuda sino que estorba la causa de la verdad. Dejar de contender ardientemente por la fe deshonra a Dios, y, aunque puede evitar que surjan sentimientos heridos y egos dañados, destruye almas por las cuales Cristo murió. Si el amor de Cristo gobierna nuestros corazones, entonces contenderemos ardientemente por la fe que Él nos ha dado” (4)

El miedo a levantar la voz, no es manifestación del amor sino que es obra del enemigo, no nos engañemos. Ahora es tiempo de proclamar desde las azoteas eclesiales (Lc. 12: 3) el valiente mensaje de exhortación y reprensión porque la palabra profética se está cumpliendo de forma ineludible en estos nuestros días finales:

“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4: 3, 4)
Más que nunca antes, es menester que cada verdadero creyente se levante como fiel atalaya de Cristo, no consintiendo el engaño y la falacia, sino predicando la Palabra, instando a tiempo y fuera de tiempo, redarguyendo, reprendiendo, exhortando con toda paciencia y con la doctrina de Cristo.

Tristemente, hoy en día, los que son llamados a ser ese tipo de atalayas celosos de Dios, están durmiendo en sus puestos de guardia, cumpliéndose a cabalidad el dicho del profeta Isaías:
“Sus atalayas son ciegos, todos ellos ignorantes; todos ellos perros mudos, no pueden ladrar; soñolientos, echados, aman el dormir. Y esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado”. (Isaías 56: 9-11)

Cuando uno busca sólo su propio provecho, sólo busca el provecho del diablo. Cuando uno sólo busca el Reino de Dios y Su justicia, sólo está buscando el provecho de Dios. Hagamos esto último, aunque muchos rechinen los dientes y continúen maldiciéndonos.

“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,  porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros” (Mateo 5: 10-12)

Dios les continúe bendiciendo. ¡El Señor Jesús viene pronto!
© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.
Diciembre 2007

viernes, 20 de septiembre de 2013

LOS ENCUENTROS G12 SON CATOLICOS


Los "encuentros" han sido introducidos en la Iglesia Evangélica con el propósito de unir a los evangélicos con los católicos, es un plan jesuita. El pueblo esta siendo engañado porque no lee la Biblia, la salvación no es por obras, no es por participar en los encuentros es por gracia, es por nada. El creyente se guía por la Escritura y no por sentimientos.

domingo, 15 de septiembre de 2013

¿Psicología Cristiana?

La gran mayoría de los cristianos nada malo ven en la psicología.  Realmente piensan que es científicamente correcta, es decir, que es una ciencia, tal como lo es la medicina, por ejemplo.  Lo cierto es que se trata de una religión, donde impera el “evangelio del yoismo”

Mientras el cristiano considera a Cristo como el centro de su fe, el “Psicoanalismo” (el otro evangelio) coloca en el centro al yo.

Creo que hemos llegado a un punto cuando lo correcto es considerar a la psicología, especialmente el psicoanálisis lo mismo que el chamanismo, el budismo, la brujería, el hinduismo, etc.  De ser así, nosotros los pastores deberíamos de asumir una actitud mucho más drástica.  Estoy considerando seriamente que en nuestra Iglesia Bíblica Misionera, debemos advertir a nuestros jóvenes que la iglesia se verá obligada a separar de la membresía a quienes opten por seguir la carrera de la psicología.  Si no lo hacemos, entonces de nada valen nuestros argumentos, en contra de esta extraña corriente de brujería y paganismo.

Libros tales como Más Allá de la Seducción de Dave Hunt y Psico Herejía de Martín y Deidre Bogan, deberían de ser leídos por todos los pastores y los miembros de nuestras iglesias, especialmente los jóvenes.

Lamentablemente este último parece haberse agotado y no se imprime más.  Esperamos que se vuelva a imprimir.  ¡Es todo un documento sobre este tema!

Comprendo que con lo que digo me estoy cargando con nuevos enemigos, como que me faltan estos.  Son muchos los pastores quienes se sienten muy orgullosos de poseer su título de «Psicólogo».  Los hay seculares y “cristianos”, aunque esto, si fuera ciencia, sería algo así como decir “medicina secular” y “medicina cristiana”.  Tal cosa no puede ser, porque no existe una terapia aplicada por los médicos seculares y otra por los médicos cristianos.  

Esto ocurre porque la medicina sí es ciencia, mientras que la psicología no, porque es religiónEs una mezcla de brujería, budismo, espiritismo, misticismo oriental y ocultismo.  Pero el “paciente” falla porque es “demasiado humilde”, es decir, necesita elevar más y más su autoestima. 

 Dave Hunt en su libro Más allá de la Seducción, páginas 108, 109 y 110, dice: «De las 10.000 mil terapias, la mayoría tienen el propósito de desencadenar una infinita sabiduría y un infinito poder internos.  La tasa de éxito es baja, lo que lleva a los insatisfechos consumidores a pasar de terapia a terapia, y a los terapeutas a hundirse más y más hondo en técnicas ocultistas. 

 Reflejando su propia implicación en ocultismo y misticismo oriental, Carl Jung llamó al yo el «dios dentro de nosotros».  Cuando los humanistas se refieren al «dios» o a lo «divino» interior, no se refieren al Espíritu Santo que vive en los pecadores salvados por la gracia por medio de la muerte y resurrección de Cristo; se refieren a un yo deificado que suplanta al Dios de la Biblia.  Es un falso evangelio que no ofrece ninguna verdadera esperanza.

A pesar de su impotencia para proveer ninguna ayuda duradera, los psicoterapeutas a miles han llegado a ser tan parte de la vida como la maternidad o la tarta de manzana.  Por ello, el cristiano medio ni siquiera se da cuenta que consultar a un psicoterapeuta es prácticamente lo mismo que ponerse en manos del sacerdote de cualquier religión rival.  Naturalmente, cuando es practicada por un cristiano, la psicología recibe una legitimación injustificada que engaña a los no avisados.  La falacia sigue siendo falacia, y no es menos peligrosa ni cuando es proclamada o practicada por cristianos.  Por causa de la ingenua aceptación de la psicoterapia como suplemento ‘científico’ a la verdad bíblica que ha sido pasada como ‘curación interior’ o ‘psicología cristiana’, la Iglesia se ha visto atacada por una esquizofrenia espiritual.  Tozer explica: ‘Es en esta cuestión de cómo tratar con la orgullosa, perversa y pecaminosa naturaleza humana que descubrimos dos posiciones dentro del marco de la cristiandad.  

Una posición es la que se apoya fuertemente en la práctica de la psicología y de la psiquiatría.  Hay los autodenominados líderes cristianos que insisten en que Jesús vino al mundo para traernos un ajuste de nuestro ego...  De modo que hay miles de remisiones con las que los clérigos pasan nuestros problemas de la iglesia al diván del psiquiatra.

Por otra parte, demos gracias a Dios, la Biblia dice que Jesucristo vino a poner fin al yo, ¡no a educarlo, ni a tolerarlo ni a pulirlo!  Con verdadero arrepentimiento y autorrepudio, podemos dar la espalda a la vieja vida...  Tenemos el derecho y la capacidad de... pasar a la victoria y bendición espiritual... andando gozosos desde aquella hora en adelante bajo la bandera de la cruz de Jesucristo’.

No hay ningún problema emocional que intente tratar la psicología que la Biblia no afirme que Dios mismo ofrece una total curación que puede ser recibida por la fe.   

Confiar en Dios y obedecer su Palabra lleva a la liberación de la ansiedad que parece colgar sobre este mundo como una nube.   Elisabeth Elliot conoció el terror de la ansiedad y la desesperanza durante aquellas horas de espera, sólo para saber que su esposo Jim y sus cuatro compañeros habían sido enviados al cielo con las lanzas de los aucas.  Ella experimentó su fragilidad y temores de otra clase al emprender aquel peligroso viaje por la jungla para vivir con los asesinos de su esposo y finalmente ver la conversión de ellos a Cristo. En una entrevista dijo: ‘Durante todos los años que he explicado la historia (de los aucas, ver Portales de esplendor.  Editorial Portavoz) y he reflexionado sobre ella a la luz de la experiencia posterior, resplandece una lección por encima de todas las demás: Dios es Dios.  Si Él es Dios, es digno de mi adoración, de mi confianza, de mi obediencia.

Yo soy sólo una hija, Él es mi Padre.  Él no me lo explicará todo, pero puedo encontrar descanso en su gloriosa voluntad.  Su voluntad es infinita, inmensurable, inenarrablemente mucho más que mis más grandes conceptos de lo que Él está haciendo, pero en ninguna otra parte encuentro reposo’

Cosa extraña, sin embargo, hay un número grande de cristianos que se encuentran viviendo bajo la misma nube de ansiedad que acosa al mundo, y no parece que sepan cómo volverse al resplandor del amor de Dios.  Muchos buscan ayuda psicológica porque parece ofrecerles una vía de escape del dolor que a menudo acompaña al crecimiento espiritual»

martes, 10 de septiembre de 2013

Algunos buenos pastores

John MacArthur

Algunos líderes de iglesias modernas se creen empresarios, figuras del espectáculo, artistas, psicólogos, filósofos o abogados. Esos conceptos contrastan claramente con la forma en que la Escritura presenta a los líderes espirituales.

En 2 Timoteo 2, por ejemplo, Pablo usa siete metáforas diferentes para describir los rigores del liderazgo. Describe al pastor como maestro (v. 2), soldado (v. 3), atleta (v. 5), labrador (v. 6), obrero (v. 15), instrumento (vv. 20-21) y esclavo (v. 24). Todas esas imágenes evocan ideas de sacrificio, trabajo, servicio y dificultades. Hablan con elocuencia de las complejas y variadas responsabilidades del liderazgo espiritual. Ninguna de ellas hace que el liderazgo luzca glamoroso.

Esto se debe a que no se supone que así lo sea. El liderazgo en la iglesia - y estoy hablando de todos los aspectos de liderazgo espiritual, no sólo el papel del pastor - no es un responsabilidad de jerarquía que se otorga a la aristocracia de la iglesia. No se gana por antigüedad, compra con dinero o hereda a través de los lazos familiares. No necesariamente lo reciben los que tienen éxito en los negocios o las finanzas. No se distribuye en base a la inteligencia o el talento. Sus requisitos son carácter íntegro, madurez espiritual y, sobre todo, la voluntad de servir con humildad.

La metáfora favorita de nuestro Señor para el liderazgo espiritual, una figura que a menudo utilizó para describirse a sí mismo, era la de un pastor - que cuida el rebaño de Dios. Cada líder de la iglesia es un pastor. La palabra pastor es una imagen apropiada. Un pastor dirige, alimenta, cría, consuela, corrige y protege. Esas son las responsabilidades de cada sacerdote.

Los pastores no tienen estatus social. En la mayoría de las culturas, los pastores ocupan los peldaños más bajos de la escala social. Es apropiado, ya que nuestro Señor dijo: "Sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve" (Lucas 22:26).

Bajo el plan que Dios ha ordenado para la iglesia, el liderazgo es una posición de servicio humilde y amoroso. El liderazgo de la Iglesia es un ministerio, no una administración. Aquellos a quienes Dios designa como líderes están llamados a ser no alguien que rige como monarcas, sino como esclavos humildes; no como grandes celebridades, sino como siervos que trabajaban. Los que quieran liderar al pueblo de Dios deben, sobre todo, ser ejemplo de sacrificio, devoción, sumisión y humildad.

 Jesús mismo nos dio el ejemplo cuando se inclinó para lavar los pies de Sus discípulos, una tarea que se realiza habitualmente por el más bajo de los esclavos (Juan 13). Si el Señor del universo haría eso, ningún líder de la iglesia tiene derecho a pensar de sí mismo como un amo.

Pastorear animales es mano de obra semi-calificada. No hay universidades que ofrezcan títulos de postgrado en pastoreo. No es un trabajo tan difícil. Incluso un perro puede ser entrenado para cuidar un rebaño de ovejas. En los tiempos bíblicos, jóvenes - David, por ejemplo – pastoreaban ovejas, mientras que los hombres mayores hacían tareas que requerían más habilidad y madurez.

Pastorear un rebaño espiritual no es tan simple. Se necesita más que un trabajador no calificado para ser un pastor espiritual. Los estándares son altos, los requisitos difíciles de satisfacer (1 Timoteo 3:1 - 7). No todo el mundo puede cumplir con los requisitos, y de aquellos que lo hacen, pocos parecen distinguirse en la tarea. El pastoreo espiritual exige un hombre de Dios piadoso, integro, versatil. Sin embargo, debe mantener la perspectiva y la actitud humilde de un joven pastor.

Junto con la gran responsabilidad de conducir el rebaño de Dios viene la posibilidad de una gran bendición o un gran juicio. Los buenos líderes son doblemente bendecidos (1 Timoteo 5:17) y los líderes malos son doblemente castigados (v. 20), porque "a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará" (Lucas 12:48). Santiago 3:1 dice: "No no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos mayor condenación."

La gente a menudo me pregunta cuál creo que es el secreto del crecimiento excepcional de Grace Community Church en las últimas décadas. En primer lugar, siempre señalo que Dios soberanamente determina el número de miembros de una iglesia; y los números por sí solos no son indicador del éxito espiritual. En medio de un gran crecimiento numérico, sin embargo, la vitalidad espiritual de nuestra iglesia ha sido notable. Estoy convencido que Dios nos bendice porque nuestra congregación ha demostrado un fuerte compromiso al liderazgo bíblico. Al afirmar y emular el ejemplo piadoso de nuestros ancianos, la iglesia ha abierto la puerta a las bendiciones extraordinarias de la mano de Dios.

Los líderes de la Iglesia Grace se han esforzado para soportar la preocupación que algunas iglesias parecen tener con respecto a la autoestima y el egoísmo de nuestra sociedad contemporánea. Nuestros ancianos no solo son el modelo sino que también proclaman el llamado de Jesús al discipulado: "El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará "(Mateo 10:38-39). Y un compromiso al discipulado de auto-sacrificial produce una actitud que es la antítesis del egoísmo - la humildad.

La receta para una iglesia saludable es la siguiente: "Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros"(Filipenses 2:3-4). ¿Cómo debe el pueblo de Dios ministrar el uno al otro? Tratando de honrar a las demás personas y satisfaciendo sus necesidades. Si la gente de una iglesia está luchando por posiciones de autoridad, habrá el mismo tipo de caos que hubo entre los discípulos cuando estaban discutiendo sobre quién sería el mayor (Mateo 20:20-28, Marcos 9:33-37, Lucas 22:24-30).

Como ancianos, debemos liderar a nuestra congregación de manera humilde. El pastor se determina la dirección de la grey. Ninguna iglesia puede tener éxito si sus líderes fracasan en su tarea. Y ningún rebaño puede sobrevivir y prosperar si sus pastores tratan de cambiar sus varas por tronos.

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Una llamada de advertencia a la Iglesia Moderna

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Hace más de una década, John MacArthur exhortó a las iglesias modernas a que volvieran a la sana doctrina - necesitamos escuchar ese llamado de nuevo.

Históricamente, los cristianos han entendido que su llamado es a estar en el mundo pero no ser del mundo. Como Os Guinness señaló en una serie perceptiva de artículos sobre el movimiento de crecimiento de la iglesia, el evangelismo tradicional no sólo resistió las influencias mundanas, sino que también solía hacer énfasis en el "desafío cognitivo" del espíritu del mundo.

Ahora, sin embargo, "el mundo se ha vuelto tan poderoso, dominante y atractivo que la postura tradicional de desafío cognitivo se ha vuelto rara y casi inconcebible" ("Reciclando el compromiso del liberalismo", Tabletalk [mayo 1992], 51.). En algún momento, los evangélicos decidieron hacer amistad con el mundo.

Guinness señaló que a pesar de que somos llamados a estar en el mundo pero no ser del mundo (Juan 17:14 -18), muchos cristianos han invertido la fórmula, siendo del mundo, mientras que en realidad no están en el mundo. Ellos hicieron esto al permitir que la televisión por cable, los reproductores de vídeo, radio y otras formas de comunicación infundieran los valores del mundo a sus pensamientos, mientras que aíslan de cualquier participación personal con la gente del mundo que necesita desesperadamente el Evangelio.

"Los evangélicos están superando hoy en día a los liberales como modernizadores religiosos supremos - y conciliadores" escribe Guinness (Ibid.). La filosofía impulsada por el mercado tan popular entre los evangélicos modernos no es más que "un reciclaje del error del liberalismo clásico" (Ibíd.).

La razón por la que mayoría de los evangélicos fue tomada por sorpresa por el modernismo hace cien años es que los liberales surgieron de entre las filas evangélicas, utilizaban el vocabulario evangélico y ganaron aceptación a través de incesantes llamamientos a la paz y la tolerancia. Nuevos movimientos de crecimiento de la iglesia están siguiendo exactamente el mismo curso; y esa táctica ha tomado por sorpresa a los evangélicos una vez más.

La mayoría de las mega-iglesias dirigidas por el mercado insisten en que nunca pondrían en peligro la doctrina. Son atractivas para los evangélicos precisamente porque dicen ser tan ortodoxas en su doctrina como poco ortodoxas en su metodología. Multitudes han sido aseguradas por esas promesas y han simplemente abandonado su espíritu crítico, por lo que su vulnerabilidad ha aumentado. Desafortunadamente, el discernimiento verdadero es escaso entre los evangélicos modernos.

Al igual que los modernistas hace un siglo, las iglesias en el movimiento “amigable” han decidido que la doctrina es divisiva - la paz es más importante que la sana doctrina. Queriendo agradar a la edad moderna, han delimitado su mensaje como un diálogo amable, agradable y relevante; y no como una confrontación con el Evangelio de Cristo.

Los aspectos relevantes de nuestra época moderna - el radicalismo, el aborto, el feminismo, la homosexualidad y otros temas morales con carga política - plantean la amenaza más obvia para las iglesias “amigables”. Su teología indefinida y filosofía sensible a quien está en la búsqueda no permiten tomar una postura bíblica firme sobre tales asuntos, porque en el momento que desafían el espíritu de la época, pierden su atractivo comercial. Por tanto, están obligadas a guardar silencio o ceder. De cualquier manera, comprometen la verdad.

Si una iglesia no está dispuesta a adoptar una postura firme en contra del aborto, ¿cómo va a hacer frente a la erosión de la doctrina fundamental? Si una iglesia no tiene discernimiento suficiente para condenar este tipo de errores manifiestos como la homosexualidad o el feminismo, ¿cómo va a manejar un ataque sutil a la integridad doctrinal?

Muchas iglesias evangélicas han abandonado por completo la predicación enérgica sobre el infierno, el pecado y la ira de Dios. Afirman que el atributo principal de Dios es la misericordia - que anula y sustituye a Su santidad, justicia, ira y soberanía.

En lugar de hacer frente a la mayor necesidad de la humanidad - el perdón de los pecados – los sermones modernos tratan temas contemporáneos, problemas psicológicos (depresión, trastornos de la alimentación, la imagen personal), relaciones personales, temas motivacionales y otros asuntos de moda.

La filosofía impulsada por el mercado de las iglesias “amigables” no permite que tomen fácilmente posiciones doctrinales lo suficientemente firmes como para oponerse a las falsas enseñanzas. Su perspectiva sobre el liderazgo los lleva a contratar a comerciantes que pueden vender más que pastores bíblicamente calificados para poder enseñar. Su acercamiento al ministerio está tan alejado de la doctrina que no pueden educar a sus congregaciones contra los errores sutiles. Eludiendo la controversia, se sitúan en una posición en la que no pueden oponerse a la enseñanza falsa que se hace pasar por el evangelismo.

De hecho, las nuevas tendencias de la teología parecen ideales para la filosofía amigable. ¿Por qué habría de oponerse esa iglesia a tales doctrinas?

Pero debemos oponernos, si hemos de ser fieles a la Palabra de Dios y mantener un testimonio evangélico. Los enfoques pragmáticos del ministerio no tienen respuestas a los peligros que enfrenta el cristianismo bíblico hoy. El pragmatismo promete iglesias más grandes, más gente y una iglesia viva, pero en realidad es sabiduría carnal - en bancarrota espiritual y en contra de la Palabra de Dios.

Las técnicas de mercadeo solo ofrecen la promesa de popularidad y aprobación mundana. Desde luego, no ofrecen ninguna protección contra los peligros de la degradación que conduce a la ruina espiritual.

La única esperanza es un retorno a la Escritura y a la sana doctrina. Nosotros, los evangélicos, tenemos que recuperar empeñosamente nuestra determinación a ser bíblicos, nuestra negativa a conformarnos según el mundo, nuestra voluntad de defender lo que creemos y nuestro coraje para desafiar la falsa enseñanza. A menos que despertemos colectivamente a los actuales peligros que amenazan nuestra fe, el adversario nos atacará desde dentro; y no seremos capaces de resistir.

Sin duda, debe haber algunos que se arrojan al lado del amor vil cobarde de la paz; y hablan a favor de nuestro Señor y de Su verdad. Muchos tienen un espíritu cobarde y sus lenguas están paralizadas. ¡Oh, por un estallido de verdadera fe y celo santo! (Charles Haddon Spurgeon)

jueves, 5 de septiembre de 2013

¿Es igual Rezar que Orar?

Por: Mariano González V.
       Apartado 2153
       Santo Domingo, República Dominicana

 
Muchos rezan y rezan el "Padrenuestro".  Tal vez mi lector sea uno de ellos.  Déjeme preguntarle . . .
  • ¿De qué le aprovecha? 
  • ¿Cómo le afecta interiormente? 
  • ¿Le santifica?  
  • ¿Le acerca a Dios? 
  • ¿Efectúa algún cambio o reajuste en la dirección de su vida?  
  • ¿Hace más tiernos sus afectos? 
  • ¿Lima sus asperezas?  
  • ¿Reorienta sus intenciones? 
  • ¿Modifica sus ambiciones? 
  • O simplemente ¿le deja igualito sirviéndole para nada?

  • Si el 'Padrenuestro' no afecta y cambia profundamente la dirección de su vida, me temo que enfrente usted un problema titánico, una interferencia descomunal en su comunicación con el Eterno.  Se me sugiere que el meollo de su problema radica en que usted está rezando en vez de estar orando.

    Existe una diferencia abismal entre  rezar y orar.  Rezar es repetir una oración que otro ha pensado, expresado ó escrito. Orar no es repetir sino hacer oración.  Orar, pues, es crear; crear oración basándose en sentimientos propios, en emociones personales, en dificultades y problemas muy de uno y no meramente estar reproduciendo, como reproduce repetitivamente una grabación en cinta magnética o en un disco compacto.  Orar es tener experiencia primaria y no secundaria, de primera mano y no de segunda. Cuando rezamos es como si nos pusiéramos una ropa ajena, ropa usada por otro, estrenada por otro. Cuando oramos es como cuando nos vestimos con ropa nueva que estrenamos nosotros. 

    El rezar aplasta la creatividad y oblitera la vibración libre del alma en la presencia del Señor.  El orar estimula y promueve ambas.  Rezar es dormitar.  Orar es velar (Mt 26:41). Rezar es aprisionarse en la cárcel del pensamiento ajeno.  Orar es soltarse en la plenitud del pensamiento propio y expansionar el espíritu en la inmensidad de Dios.  Rezar es repetir como repiten los loros.  Orar es ejercitarse inteligentemente como es propio de seres creados a la imagen de Dios.

    Cristo advirtió seriamente contra la práctica de rezar.  Jesús se pronunció en contra de repetir, y repetir y repetir, hasta gastar las ideas y dejarlas sin fuerza, sin sabor, y sin sentido.  Recitar y recitar una oración es desteñirla, desvirtuarla.  El Señor Jesús enseñó de esta manera:  “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos” (Mt 6:7).  Bien se parafrasea en la Biblia Al Día este versículo así: “Cuando estés orando, no te pongas a estar repitiendo la misma oración, como los paganos, que piensan que si repiten la oración varias veces, Dios va a contestar enseguida”

    El Padrenuestro no es un rezo.  Es una oración.  Es la oración que el Maestro enseñó a sus discípulos y no el rezo que los discípulos recitarían a su Maestro.  Se la dio como un modelo, como una pauta para enseñarlos a orar, no para enseñarlos a rezar.  Para enseñarlos a crear, no a repetir.  Tenía como objeto enseñarlos a expresarse articuladamente, no a dormitar.  La intención del Cristo no era que se la embotellaran en la computadora del cerebro para repetirla lorificándola, sino para que los discípulos derivaran de ella directrices, sacaran principios, patrones, con los cuales formular sus propias oraciones y así llegaran a ser creativos conversadores con su Dios.

    Alguien ha dicho: “Al orar con este modelo de oración no puedo decir PADRE si no encuentro la realidad de este parentesco en mi vida personal y cotidiana por no haber nacido todavía del Espíritu Santo en la familia de Dios.  No puedo decir NUESTRO (Padre nuestro) si mi ser íntimo vive en estrechez espiritual, creyéndome ser el sólo y único objeto de la atención del cielo, el favorito del Padre, el monopolizador de su atención.  NUESTRO incluye a otros que como yo son objetos también del amor, del interés y del cuidado del Padre. No puedo decir QUE ESTAS EN LOS CIELOS si pienso y si vivo como si sólo existiera este mundo, que no hay cielo sino el de la gratificación de mis apetitos terrenales.  No puedo decir SANTIFICADO SEA TU NOMBRE si mi lengua es todavía profana, si no ha sido santificada por el Señor.  No puedo decir VENGA TU REINO si no he hecho nada para que ese reino venga al corazón de los que me rodean, si no testifico a otros para que por fe entren en ese reino.  No puedo decir HAGASE TU VOLUNTAD si yo estoy decidido a hacer la mía continuamente.  No puedo decir ASI EN EL CIELO COMO EN LA TIERRA si no me consagro al instante y por entero al servicio de Dios.  No puedo decir EL PAN NUESTRO DE CADA DIA DANOSLO HOY si vivo únicamente de mis experiencias pasadas, si vegeto en el conocimiento adquirido ayer, si no estoy renovando mi espíritu día a día en la lectura y reflexión de la Palabra de Dios.  El ejercicio de  alimentación espiritual ha de hacerse cotidianamente.  No puedo decir NO NOS DEJES CAER EN TENTACION si deliberadamente me coloco al borde de las mismas, si juego con las posibilidades de pecar enlodándome en ellas.  No puedo decir TUYO ES EL REINO si no le doy a Cristo, Rey de reyes y Señor de señores, el primer lugar en mis afectos y si no me someto a EL voluntariamente para obedecerle negándome a mí mismo.  No puedo decir PORQUE TUYO ES EL PODER si altaneramente vivo en el ejercicio de mis propias fuerzas y no en las de Dios, si me creo y actúo como un engreído y autosuficiente.  No puedo decir TUYA ES LA GLORIA si ando siempre en busca de mi propia buena fama y de las lisonjas de mis prójimos.  No puedo decir POR TODOS LOS SIGLOS si mi horizonte y visión se limitan sólo al siglo presente.  No puedo decir AMEN, sin bregar, cueste lo que cueste, para que los postulados de esta oración transpiren en mi propia vida.”

    Reiteramos que el Padrenuestro no es un rezo sino una oración.  Es una experiencia vital y a la vez exclusiva, no para todo el mundo sino para un grupo definido.  Desde su mismo principio la oración indica para quién ella sirve de modelo.  ¿Cómo principia la oración?  Pues, con la palabra “PADRE”, PADRE NUESTRO.  Es decir, la oración es exclusivamente para los hijos, no para los hijos de cualquiera, sino para los hijos del Padre, del Padre Dios.

    ¿Es usted hijo de Dios?
    Déjeme cerciorarme . . .
    ¿Habla usted mentiras . . . aun sean mentiras piadosas o “mentirillas blancas”?  El diablo, dijo Jesús, es padre de mentira.  ¿Tiene usted malos  deseos?  ¿Entretiene usted pensamientos obscenos en su mente habitualmente?  ¿Amamanta usted en su pecho algún rencor, odio, resquemor contra alguien?  ¿Se aíra y maldice apasionadamente?  Estas cosas vienen del diablo. Cristo dijo que los hijos del diablo cumplen ó hacen los  deseos de su padre.  Como el Padrenuestro es una oración exclusiva para los hijos de Dios, los hijos del diablo no tienen derecho a usarla.

    Quizás a esta altura se ande preguntando usted: ¿Cómo puedo llegar a ser un auténtico hijo de Dios?  Pues simplemente . . . haciendo lo que Juan 1:12 dice: “A los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”  Juan 1:12 pone en evidencia que hay que recibir a Cristo como Salvador en el corazón para nacer en la familia de Dios.

    Déle, pues, entrada por fe en su corazón a Jesucristo hoy. Arrepiéntase sinceramente de sus muchos pecados y por fe identifíquese con la Obra de Cristo en la Cruz.  La Biblia dice: “La sangre de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado” (1 Jn 1:7). Al usted apropiarse por fe la obra de la Cruz ingresa automáticamente en la familia de Dios.  Desde esa posición de privilegio, como pecador ya hecho hijo, podrá orar con toda propiedad: “Padre nuestro”. ¡A apropiarse por fe, pues, la Obra de la Cruz ahora mismo!  ¡A disfrutar de lo lindo de la dulce comunión con el Padre Dios! 

    ¡A clamar a Dios, de todo corazón!  ¡A balbucear en su presencia, “Padre, Padre, Padre Nuestro”!