EL GRAN FRAUDE ECUMÉNICO
Desenmascarando a la Ramera del Apocalipsis.
“No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la
injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo
con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo? ¿Y qué acuerdo hay entre
el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios
viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su
Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, salid de en medio de ellos, y
apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo, y Yo os recibiré”(2 Corintios
6: 14-17)
“Vino entonces uno
de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome:
Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada
sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los
moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me
llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia
escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez
cuernos… Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para
que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque
sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus
maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según
sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble”
(Apocalipsis 17: 1-3: 18: 4-6)
Introducción
Muchos ingenuamente piensan que a
partir del Concilio Vaticano II, el catolicismo actual ya no es como el que
siempre fue, que ahora los protestantes
ya no somos anatemas (malditos) sino “hermanos
separados”, y que es posible la unidad entre lo católico y el
cristianismo verdadero. ¡Qué equivocados están!
La realidad es que dicho Concilio
reafirmó los cánones y decretos de los concilios anteriores, que definieron el
dogma romano: “Este concilio sagrado (Vaticano II)
acepta lealmente la venerable fe de nuestros antecesores...y propone de nuevo
los decretos del Segundo Concilio de Nicea, del Concilio de Florencia, y del
Concilio de Trento” (Flannery,
op. Cit. Tomo 1 p.412) (1)
Realmente, a pesar del cacareado aggiornamento, nada ha cambiado. Roma es
“Semper Eadem” (siempre la
misma), y lo será hasta su estruendoso final (Ap. 17: 16, 18)
1. Los dos tipos de evangélicos ecuménicos
¿Deberíamos preocuparnos los
verdaderos cristianos por el manido asunto del ecumenismo en el contexto
evangélico-católico”? Yo creo que sí, hermanos; yo creo que sí…
Sin más preámbulos debo decir que ese
tipo de ecumenismo es absolutamente aborrecible ante los ojos de Dios – es el Gran Fraude Ecuménico.
En cuanto a la parte evangélica, les
diré que existen dos tipos de creyentes involucrados en esa cuestión ecuménica.
Uno se corresponde con el creyente que es muy ingenuo e ignorante y quizás
hasta insensato, y el otro se corresponde con el falso hermano.
Dentro de esta categoría existe una
subcategoría, la del falso hermano que sabe muy bien lo que está haciendo, y a
quién realmente sirve: a ciertas instancias del Vaticano. De estos
últimos, incluso hay muchos ministros.
Medítenlo: ¿Le sería muy difícil a la institución
del Vaticano el preparar concienzudamente a agentes suyos para que se hicieran
pasar por ministros evangélicos - aun y por años - hasta que muchos creyentes
confiaran en ellos sin llegar a percatarse de nada extraño? No por cierto.
Estos agentes católicos infiltrados estarían sirviendo a su “Santa Madre
Iglesia” y a su papa de esta manera, meritando
de ese modo. Debo añadir que esto es una indiscutible realidad.
“La infiltración en las iglesias
evangélicas, y en el seno eclesial en general es una realidad, que por lo
dantesca, a muchos les cuesta aceptar y aun pensar en ello”
Católicos
carismáticos
Hay que decir, respecto al primer
tipo de evangélicos mencionados arriba, (sobre todo los de tipo neo
pentecostal/carismático), que están muy engañados en cuanto a lo que realmente
es un católico carismático. Han llegado a creer que – en general - un verdadero
católico (*), en este caso carismático
y que habla en lenguas (**), es necesariamente un verdadero cristiano.
(*) Nótese que
hablo de un católico obediente y sujeto al dogma de su organización religiosa.
(**) Muchos ingenuamente
piensan que porque un católico hable en lenguas, esa es señal de que ha nacido
de nuevo. Las lenguas nada tienen que ver con este asunto.
¿Se puede ser cristiano sin ser
salvo? ¡No hay manera! Lo que define a un verdadero cristiano - en primera
instancia - es que ha nacido de nuevo, es decir, que es salvo (Jn. 3: 3).
¿Puede un católico, como descrito
arriba, fehacientemente creer que es salvo? No. A un católico confeso – sea
carismático o no - no le es permitido creer que es salvo bajo ningún concepto.
Ampliaremos este punto más adelante.
2. La ramera astuta y seductora
En aras de ese ecumenismo, el Vaticano dispone de
mentes muy pensantes, que han sabido y saben recrear diversas astucias para
engañar y seducir al ingenuo creyente evangélico, no en vano Roma es la ramera
del Apocalipsis.
“La católica Ramera del
Apocalipsis, desde el Concilio Vaticano II intenta agradar a todos y mostrar su
cara más amable, pero su fin está ya sentenciado Ap. 17: 16”
El
doble lenguaje
Una de las artimañas del Vaticano es el “doble lenguaje”; es decir usando unas
mismas palabras, decir dos cosas diferentes.
En la Conferencia Católica ,
Indianápolis ´90, y en preparación de la “Evangelización
2000” ,
Tom Forrest, el cura que dirige dicho movimientodesde el mismo Vaticano, ¡supo usar los términos evangélicos correctos cuando habló
ante una audiencia mixta de protestantes y católicos! (quédense con esto)
Atrajo aplausos de los protestantes cuando clamó por la
"Unidad Cristiana",
pero cuando habló en un taller sólo
para católicos, dejó saber, con aplausos repetidos de sus correligionarios
católicos, lo que él realmente cree, y lo que los católicos deben creer
también. Lo leemos a continuación:
“Nuestra labor es la de
hacer verdaderos cristianos llevándoles al seno de la Iglesia Católica.
Así pues, la evangelización nunca es completamente exitosa, sólo es parcial,
hasta que el convertido es hecho miembro del cuerpo de Cristo por ser llevado
al seno de la
Iglesia Católica.
Escuchad las palabras del
papa Pablo VI. Este es un documento que cada uno de vosotros deberíais tener en
vuestras casas, llamado “Sobre la evangelización del mundo moderno”. Esto es lo
que el papa dice:
“El compromiso de alguien
al que se acaba de evangelizar no puede quedar como algo abstracto (‘¡Oh, soy
cristiano', esto es demasiado abstracto). Debe dársele una forma visible y
concreta a través de ser parte de la Iglesia Católica ,
nuestro sacramento visible de salvación”.
Me gusta decir estas
palabras, y las voy a decir otra vez: “¡Nuestro sacramento visible de
salvación!”. ¡Esto es lo que la
Iglesia (católica) es, y si eso es lo que es la Iglesia (católica),
debemos estar evangelizando hacia la
Iglesia ! No, no debéis solamente invitar a alguien a ser cristiano,
les invitáis a ser católicos.
¿Cuál es la importancia de
esto? Primeramente, existen siete sacramentos, y la Iglesia Católica
tiene esos siete sacramentos. En nuestros altares tenemos el cuerpo de Cristo,
bebemos la sangre de Cristo. Jesús está vivo en nuestros altares, somos uno con
Cristo en la eucaristía. Como católicos tenemos a María, y esta Madre nuestra,
Reina del Cielo, está rezando por nosotros hasta que nos vea en la gloria. Como
católicos tenemos el papado, una historia de papas desde Pedro hasta Juan Pablo
II, tenemos la roca sobre la cual Cristo edificó su Iglesia.
Como católicos, me encanta
esto que voy a decir, tenemos el purgatorio, ¡gracias a Dios! Yo soy una de
esas personas que nunca llegarían a ver a Dios sin él. Esta es la única manera
de ir. Así pues, como católicos, nuestra labor es usar esta década antes del
2000 evangelizando a todos y cada uno tanto como podamos para llevarles al seno
de la Iglesia
Católica ” (hasta
aquí el cura Forrest) (2)
¿No se dan cuenta, queridos lectores, de la
falacia que supone el decir una cosa queriendo decir otra, y dejándolo claro
más tarde ante sus correligionarios? A eso se le llama “doble lenguaje”, y no es más que
hipocresía y engaño.
“El doble lenguaje es el típico
usado por la gran ramera para, manipulando así, conseguir sus propósitos”
“El cura católico carismático Tom
Forrest”
Para el cura Forrest, católico carismático, y de
cara a los católicos suyos, la cosa es bien clara; “… la Iglesia Católica , es el sacramento visible de
salvación”. Esto es así porque para el católico
verdadero, su iglesia es la única verdadera, y es el mecanismo exclusivo de
salvación. Esto está obligado a creer.
Si el “sacramento de salvación” es la iglesia romana, entonces quedan
excluidos de la salvación todos aquellos que no pertenezcan a esa “salvífica” institución, y eso mismo
enseña Roma.
O como dice el Dr. Nadir Carreño:
“El ecumenismo católico es
muy simple: 'Yo soy la
Iglesia. Sólo yo tengo la plenitud de los medios de gracia,
aunque por cortesía, llamo iglesias a otras comunidades. La unidad ya existe:
está en mí. Vuelvan a mí y se habrá logrado el propósito del ecumenismo. En mí
habrá campo para que cada denominación mantenga sus tradiciones propias'”. (3)
Sólo
hay salvación en la iglesia de los papas…eso aseguran
Claramente, Roma enseña que no hay
salvación fuera de la iglesia romana. En el principal documento del Concilio
Vaticano II, la
Constitución Dogmática “Lumen Gentium” (sobre la
Iglesia ) Cap. I, leemos textualmente lo
siguiente:
“14. El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles
católicos y enseña, fundado en la
Escritura y en la Tradición , que esta Iglesia peregrina es necesaria para la Salvación …por lo cual no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como
necesaria, rehusaran
entrar o no quisieran permanecer en ella” (4)
Y no cabe la menor de las dudas en cuanto a todo
ello, cuando esa misma institución religiosa por medio de sus responsables,
asegura que ella es la única iglesia de Cristo:
El día 5 de septiembre de 2000, el cardenal
Joseph Ratzinger (actual papa Benedicto XVI), responsable entonces de la
llamada “Congregación para la Doctrina de la Fe ”, antes llamada
la “Santa Inquisición”, publicó
la declaración “Dominus Lesus”.
En ella reiteró que “la iglesia
católica romana es la única verdadera”.
Dicha declaración fue ratificada por el Papa Juan
Pablo II “con ciencia cierta y
con su autoridad apostólica”,
es decir “ex cátedra”, o en
otras palabras, con infabilidad.
Dice la “Dominus Lesus” en su
artículo 17: “Existe, por lo tanto, una única Iglesia de Cristo, que subsiste
en la Iglesia
Católica , gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos
en comunión con él…”. (5) Esto último está transcrito al Catecismo
(5b).
Ahora bien, se identifica al “sucesor de Pedro” con el papa romano.
Por lo tanto, el católico está obligado a creer que la iglesia de los papas es
la única y verdadera iglesia, y que no hay salvación fuera de ella.
¡Es evidente que un católico no puede ser
cristiano, si decide seguir siendo católico!
Podríamos rizar el rizo, pero siempre llegaríamos
a la misma conclusión: la iglesia de Roma es la más grande de las sectas, ya
que ella se auto proclama la única y verdadera iglesia de Cristo. Por lo tanto
buscar unidad con ese espécimen constituye el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO.
“El
finado Juan Pablo II recibiendo en su biblioteca privada a los
representantes luteranos de Finlandia. ¿Sabían lo que hacían esos protestantes,
y con quien estaban?”.
“El
famoso evangelista y ecuménico Billy Graham, que nunca alentó a los católicos a
salir de su iglesia sino todo lo contrario, con su apreciado papa romano”
3. Volviendo a la cuestión ecuménica
En esa conferencia católica/carismática de
Indianápolis ´90, asistió nada más y nada menos que el afamado “apóstol” C.
Peter Wagner.
Según la web official de la American Presbyterian Church, en su artículo titulado “Fuller
Seminary – exhibit A”, C. Peter Wagner, citando a “Foundation, Julio-Agosto 1990” ,
fue junto a George Kraft – ambos profesores del Fuller Institute, cito, “figuras clave en la Conferencia Católica /Carismática
de Indianápolis ´90; sus seminarios reportaron audiencias más numerosas que
todos los demás allí” (6)
“El
“apóstol” y gran ecuménico C. Peter Wagner”
¿Qué estaban haciendo ahí esos supuestos
evangélicos? ¿Qué pretenden esos ministros supuestamente evangélicos, que
por serlo, conocen perfectamente acerca de lo que estoy escribiendo aquí,
apareciendo como “figuras clave” en una conferencia católica?... Pero hay mucho
más que añadir a esto.
“el cura fraile Cantalamessa,
rodeado de otros curas y de pastores evangélicos”
“Con
la misión de llevar a los cristianos de vuelta a Roma”
“El
dominionista Marcos Witt participando en el acto ecuménico de arriba”
“Cómo
se puede confraternizar con el espíritu de ese hombre que dice ser Cristo en la
tierra, ¿tan ciegos son?”
¡Pero
hay muchos más!
Lo que voy a dar a conocer a
continuación es escalofriante. Paso transcribir algunas de las declaraciones de
algunos muy conocidos ministros evangélicos acerca de la unidad presuntamente
cristiana en relación con el catolicismo romano. Declaraciones todas ellas
hechas en un congreso ecuménico-carismático patrocinado por el Comité de
Servicio de Renovación Americana en St. Louis, Missouri del 21 al 23 de junio
del 2000, y llamado “Celebration Jesus 2000” .
Me tomo la libertad de hacer algunos comentarios respectivamente.
Vinson Synan, neo pentecostal, y ecuménico convencido
dijo:
“Hay personas en St Louis del cuerpo de Cristo: Católicos,
Episcopalianos, Luteranos, Bautistas, Pentecostales, etc…A pesar de nuestras
diferencias teológicas, Jesús oró para que pudiéramos ser uno…Dios está
derrumbando las barreras para que podamos mostrar al mundo nuestra unidad”
(énfasis nuestro)
¿Las diferencias teológicas no son
importantes? ¿Es igual lo que cada uno crea con tal de ser “uno”? ¿Cómo se
puede ser “uno” no pudiéndolo ser? ¿Fue Cristo “uno” con la doctrina de los fariseos,
que eran los creyentes de su tiempo?
La auténtica barrera que Dios
derrumbó fue la levantada por el pecado, por enviar a Su Hijo a dar su vida por
nosotros. La sola fe en Cristo: ese es el mensaje bíblico, sin añadiduras, como
la “Tradición” católica. No nos engañemos.
“Vinson Synan, con algunos
religiosos”
El obispo Samuel Green, Iglesia de Dios en
Cristo, dijo:
“Necesitamos recibir a todos los grupos: Católicos,
Episcopalianos, Bautistas. Yo admiro al papa. No estamos
reconciliados con Dios a menos que aceptemos a otros sin importar su
denominación” (énfasis nuestro)
Pero ya sabemos que el catolicismo no
es una denominación cristiana; ni siquiera es denominación, ya que se considera
único de Cristo... y, ¿Qué cristiano auténtico puede decir: “yo admiro al papa”?
Nancy Kellar, una monja católica entre los evangélicos,
advirtió:
“…debemos confesar nuestros pecados por cómo hemos
quebrado el cuerpo de Cristo a través de la división”.
¡División!, Sí, aunque más que división, debería ser separación: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque
¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz
con las tinieblas?” (2 Co. 6: 14)
El célebre Pat Robertson, de “Christian
Broadcasting Network” (CBN), club 700, comentó:
“Necesitamos tener entre nosotros a algunos católicos carismáticos
viniendo a nuestras iglesias bautistas para enseñarnos como adorar” (énfasis
nuestro) (7)
¡Lamentable…!
“Pat
Robertson de CBN”
Así pues, para estas personas
presuntamente comprometidas con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según
hemos leído:
a)
El catolicismo es parte del cuerpo de Cristo.
b)
Es la voluntad de Dios la unidad de los cristianos con los creyentes en el
catolicismo.
c)
Dios quiere mostrar al mundo la unidad de los verdaderos creyentes junto con
los creyentes en el catolicismo romano.
d)
Necesitamos recibir como hermanos en la fe a los profesantes del catolicismo.
e)
Quizás también admirar al papa de Roma.
f)
Dios no nos perdona a menos que aceptemos la fe católica.
g)
Es división que apena a Dios no mezclarse con el catolicismo… y quizás lo más
pintoresco de todo,
h)
Deberíamos adorar como lo hacen los católicos carismáticos (¿quizás también a
María?).
4. ¿Puede un católico romano ser verdadero cristiano?
Retomamos lo que explicábamos al
principio. Para un católico, sea carismático o no, su misma iglesia le prohíbe
creer que es salvo, aduciendo que si así hace, incurre en pecado de presunción. Ese sería uno
de los peores pecados, porque según esa institución religiosa, se cometería
“contra el Espíritu Santo”, y sería: la presunción de salvarse sin
merecimientos (8)
El catecismo de la iglesia católica enseña, que si una
persona cree tener la seguridad de que irá al cielo cuando muera, comete el pecado de presunción. Leemos del
siguiente modo en el citado catecismo:
"Hay dos clases de
presunción. O bien el hombre presume de sus capacidades (esperando poder
salvarse sin la ayuda de lo alto), o bien presume de la
omnipotencia o de la misericordia divinas (esperando obtener su
perdón sin conversión y la gloria sin mérito)" (p. 465, #2092).
(énfasis nuestro) (9)
Esta declaración conciliar invalida la misma
Escritura, donde Dios nos dice que los verdaderos cristianos “Por gracia somos salvos, por medio de la fe,
y esto no de nosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe” (Ef. 2: 8, 9)
Pero si un católico quiere ser y definirse como
católico, está obligado por ley canónica a no declarar que es salvo por la fe
(contradiciendo así la misma Escritura, véase: 1 Jn. 5: 13; Ef. 2: 8, 9; Ro. 3:
24; 5: 1; 8: 1, 16; etc. etc.)
La
católica, una “salvación” aleatoria
Por lo tanto, un católico profesante jamás podrá
estar seguro de su salvación, ya que el obtenerla depende no sólo de su fe en
Cristo y Su suficiente obra meritoria, sino del cumplimiento de las
obligaciones sacramentales, así como de numerosas obras (nadie sabe cuántas)
con las cuales deberá meritar.
Es decir, ¡Se ha de ganar el cielo!
El Concilio de Trento, en su sesión número seis,
concluyó diciendo que las buenas obras personales no sólo nos justifican delante de Dios, sino que son
esenciales para la salvación. Así lo afirma el Canon 24 de ese mismo Concilio
de Trento. Esto implica que sólo Dios sabe cuantas “buenas obras” hay que hacer
y meritar para llegar al cielo, pero el católico regular no lo sabe. El
católico romano es un esclavo de su propia creencia; es un esclavo de su
iglesia.
Nos detenemos a preguntarnos: ¡¿De qué sirve
seguir concienzudamente todos los pasos que exige la religión de Roma, si nadie
que la practique puede tener la seguridad y certeza de la salvación?! ¿¡No dice
la Palabra
que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve!?
(Hebreos 11: 1)
Dave Hunt escribe al respecto:
“Para el católico, la
salvación no viene mediante recibir a Cristo como Salvador personal, sino que
es un extenso proceso que comienza con el bautismo, y de ahí en adelante
depende de la relación continua de la persona con la Iglesia. La salvación
viene mediante la participación en los sacramentos, penitencias, buenas obras,
sufriendo por los pecados personales y los pecados de otros aquí y/o en el
purgatorio, indulgencia para reducir el tiempo en el purgatorio, y cantidades
casi interminables de misas y rosarios dichos a favor del feligrés aún después
de la muerte. El “evangelismo” católico es por obras, la antítesis propiamente
dicha de “el evangelio de la gracia de Dios” (10)
En el catolicismo, el dogma católico se pone por
delante del Evangelio de la gracia, y lo esconde de los ojos del católico; esta
es la creencia y herencia del católico regular. Dicho con compasión: ¡El
católico es un ser infeliz!
¿Habemus
Purgatorium?
El Concilio de Trento, artífice de toda la
oficialidad dogmática romana lo expone con claridad meridiana:
“Si alguien dijera que
después de la recepción de la gracia de justificación, la culpa es remitida y
la deuda de la pena eterna es borrada de cada pecador arrepentido, que no queda
ninguna deuda temporal a ser descargada en este mundo o en el purgatorio antes
que las puertas del cielo puedan abrirse, sea anatema” (es decir, maldito o
excomulgado) (11)
Para la iglesia católica, la gracia que
justifica, contradiciendo lo que enseña la Biblia (véase Ef. 2: 8, 9), no es suficiente.
Para esa institución, el fiel deberá meritar, en este mundo, y en el próximo,
en lo que llaman el purgatorio:
“Los pecados deben
ser expiados; esto puede hacerse en este mundo mediante tristezas, miserias y
tribulaciones de esta vida y, sobre todo, mediante la muerte” (12)
En esta declaración dogmática conciliar,
vemos que la verdadera expiación, la que logró para todos los hombres Cristo
Jesús brilla por su ausencia, y es sustituida por “las tristezas, miserias y tribulaciones de esta vida”.
En otras palabras, ¡no sólo es insuficiente el sacrificio inigualable de Cristo
para cada hombre, sino que además, cada hombre debe de ser su propio cristo!
Sobre el asunto de la muerte, como lugar de
expiación, Roma sigue dice a través del Concilio Vaticano II: “De lo
contrario, la expiación debe hacerse en el más allá mediante el fuego y los
tormentos o castigos purificadores” (13)
es decir, el lugar de la “purga”: El llamado, purgatorio; (lugar inexistente, por otra parte).
Para el católico la sangre de Cristo no es
suficiente para purgar sus pecados, es necesario el fuego atormentador, el cual
– según esa institución – logra purgar dichos pecados. Es el fuego, y no la
sangre de Cristo; ¡terrible blasfemia!
“Representación
del purgatorio, con los justos quemándose ¡Qué horror! ¿Querrá Dios que los que
han creído en Su Hijo se quemen por siglos en ese supuesto lugar? ¡Qué
falsedad! Pues esto es lo que un católico está obligado a creer”
Acordémonos
de las palabras del cura carismático Tom Forrest:
“Como católicos, me encanta esto que voy a decir, tenemos el purgatorio,
¡gracias a Dios! Yo soy una de esas personas que nunca llegarían a ver a Dios
sin él”
Forrest
está ansioso por pasar por ese lugar de tormento; a esto se le llama
masoquismo.
¡En modo
alguno el catolicismo romano puede ser cristiano; en modo alguno!
Y sin embargo, como venimos diciendo, muchos
evangélicos han llegado a creer que esos infelices católicos son hermanos en la
fe. Lo siento, pero no lo pueden ser si siguen creyendo la nefanda doctrina de
los papas, por tanto, poniéndola por encima de la Escritura.
El
católico deberá escoger entre la
Escritura y la doctrina de los papas. Si escoge lo primero,
automáticamente dejará de ser católico.
Una cosa es clara también, cuando los
católico-romanos que tienen un corazón para Dios llegan a leer con fe la Biblia , obedeciéndola por
encima de los dictados romanistas, encuentran al verdadero Jesús, y dejan de
ser católicos para ser cristianos, pertenecientes a la Iglesia Universal
de Jesucristo. Inmediatamente esto hace que salgan de esa institución infernal,
y busquen una iglesia verdaderamente evangélica, donde se predique la sana
doctrina de nuestro Señor Jesucristo.
Por eso Roma odia la Biblia , porque sabe que el
Libro la denuncia, si se lee con atención.
5. Roma aborrece la Biblia
Esto fue lo que el papa Pío VII, el que en el año
1814 rehabilitara a la
Sociedad Jesuita , le escribió al primado de Polonia en el año
1816:
“Es
evidente, desde la experiencia, que las Sagradas Escrituras, circulando en
lengua vernácula, han producido más daño que beneficio (parafraseando a
Trento)...Hemos deliberadamente tomado las medidas oportunas para remediar y
abolir esta pestilencia”. (14)
El papa se quejaba de que la Biblia escrita en la lengua
nativa o vernácula, había dañado a sus intereses papistas, hasta el punto de
tratarla de pestilencia e intentar abolirla.
Que la
Biblia pone a la luz la mentira y maldad del catolicismo
romano lo sabían los cardenales del papa Julio III, por ello le aconsejaron lo
siguiente:
(*) “Hay que abrir bien los ojos y usar toda la fuerza
posible en la cuestión, a saber, para permitir lo menos posible la
lectura del Evangelio especialmente en lengua nativa, en todos los países bajo
la jurisdicción. Baste la pequeña parte del Evangelio leída usualmente en la
misa, y no se permita que nadie lea más. En cuanto el pueblo esté contento con
esa pequeña porción, florecerán los intereses de vuestra Santidad, pero cuando el pueblo quiera leer más,
sus intereses comenzarán a fallar. La Biblia es un libro que, más que cualquier otro,
ha levantado contra nosotros los alborotos y tempestades, por los cuales casi
perecemos. De hecho —escriben los cardenales—,
si alguien examina de cerca y compara las enseñanzas de la Biblia , como ocurre en
nuestras iglesias, entonces encontrará discordias y comprenderá que nuestra
enseñanza es muchas veces diferente a la Biblia y nunca cesará de desafiarnos hasta que
todo sea expuesto y entonces nos volveremos objeto de burlas y odios
universales. Por tanto, es necesario retirar la Biblia de la vista del
pueblo, pero con cuidado, a fin de no causar rebelión” (énfasis nuestro).(15)
(*) Este
discurso está contenido en un documento histórico, del tiempo de la Reforma , conservado en laBiblioteca Nacional de París, en
la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650)
Dese cuenta el lector de que se está tratando
aquí: la iglesia de Roma siempre ha sido la primera y tremenda opositora al
Libro que pretende poseer y defender: la Biblia.
6. Concluyendo
Huelga decir aquí que nosotros los verdaderos
cristianos debemos amar a todos los hombres, eso evidentemente incluye a los
católicos; no por ser católicos, sino por ser personas, por las cuales Cristo
también dio su vida.
Precisamente, por amor, hay que decir la verdad,
y mostrar la verdad. No podemos tratar a un católico como a un verdadero
hermano en la fe, porque entonces estaríamos pecando (1 Co. 5: 11; 2 Juan 1:
10, 11). Existe un límite al respecto.
Un católico regular, necesita ser salvo, así como
un musulmán, un judío, un testigo, un mormón, un ateo, un evangélico nominal,
etc. ¡Todo hombre precisa de la salvación, y esta sólo viene por gracia, por
medio de la fe en Jesucristo, y sin añadiduras! (Ef. 2: 8, 9)
La solución no vendrá en forzar una unidad a como
de lugar, siguiendo el GRAN FRAUDE ECUMÉNICO -
camino ineludible a la apostasía - sino en hablar la verdad de la Biblia , y así permitir que
el Espíritu Santo redarguya y convenza a todos aquellos a los que amamos, pero
que están fuera del Camino, aunque se consideren dentro.
Jesucristo dijo que el Camino es Él mismo, y no
una institución religiosa que dice ser la única suya, pero que no lo es, es
decir, Roma. Si el católico quiere conocer al verdadero Dios, deberá entregarse
a Cristo, tal y como Cristo así lo estableció, y tal instrucción es la Biblia , sin añadiduras (es
decir, la “Tradición conciliar católica”).
¡Sola Fide! ¡Sola Scriptura!
El ya cristiano, deberá compartir el Evangelio a todos,
guardándose de toda levadura y contaminación (Mt. 16: 6; 2 Co. 7: 1)
“Pero vosotros, amados, edificándoos sobre
vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de
Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A
algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de
otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su
carne” (Judas 20-23)
Amigo católico, lee esto:
“Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo
de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del
Hijo de Dios” (1 Juan 5: 13)
“Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío,
para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas;
porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus
maldades” (Ap. 18: 4, 5)
Dios les bendiga. ¡Cristo viene pronto!
© Miguel Rosell, pastor de Centro Rey Jesucristo,
Madrid, España.
Julio 2009
Citas:
·
1. Flannery, op. Cit. Tomo 1 pág.
412.
·
2. - "Roman Catholic
Double-Talk at Indianapolis '90," Foundation, pp. 14-16,
·
3. Dr. Nadir Carreño, cit. por el Ps. Víctor Pino Gamboa en su art.
“Hacia una iglesia mundial” http://ceirberea.blogspot.com/
·
4. (Documentos del Concilio Vaticano II)
·
http://www.archimadrid.es/princi/princip/otros/docum/magigle/vaticano/vati.htm
·
5. “Dominus Lesus”; art.
17
·
5b. Catecismo de la
Iglesia Católica (p. 208, #870)
·
6. American Presbiterian Church
http://www.americanpresbyterianchurch.org/fuller_seminary.htm
·
7. David W. Cloud, Fundamental Baptist Information Service, por Huron.
·
8.
http://www.corazones.org/espiritualidad/espiritu_santo/pecado_contra_es.htm)
·
9. Catecismo de la
Iglesia Católica (p. 465, #2092)
·
10. Dave Hunt, su libro, “Una mujer cabalga la bestia”
·
11. Concilio de Trento (Sexta
sesión, canon 30, p. 46).
·
12. Concilio Vaticano II: Los documentos conciliares y postconciliares,
ed. Rev. (Costello Publishing, 1988), tomo 1, p. 63).
·
13. Ibidem
·
14. Documento en archivo
·
15. Biblioteca Nacional de
París, en la hoja B, nº 1.088, vol. II, págs. 641 -650
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