lunes, 6 de mayo de 2013

La sombra de la muerte


Por Jhon MacArthur
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
- Salmo 23

 Este salmo nos presenta un cuadro memorable de la bondad y la misericordia de Dios mostrada en su constante cuidado por su pueblo. Se han escrito libros acerca de las grandes verdades en esa conocida canción del pastor pero me concentraré solo en una imagen. Es la que salta a nuestra vista cuando escuchamos ese salmo en algún funeral: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo”.

Las ovejas no pueden guiarse a sí mismas. Tienen que ser guiadas por un pastor para hallar alimento y el Señor es el pastor que nos alimenta. Las ovejas necesitan ser guiadas a aguas tranquilas, porque las agitadas aguas de los ríos y arroyos las pueden arrastrar y no pueden tomar de ellas. Las ovejas necesitan ser guiadas a lugares seguros. Necesitan ser protegidas por la vara y el cayado del pastor cuando están amenazadas por un peligro mortal, cuando están en la sombra de muerte.

 Como creyentes, nunca andamos en el valle de la muerte; andamos a través del valle de sombra de muere. ¿Qué piensa que quiso decir el salmista con eso? Una famosa historia contada por el gran predicador Donald Gray Barnhouse nos arroja luz al respecto.

 La muerte de la esposa del doctor Barnhouse los dejó a él y a su hijo de seis años en el hogar. Para él fue muy difícil pasar por esa experiencia dolorosa pero lo más difícil era consolar a su hija y explicarle la muerte. Un día estaban en una concurrida esquina en una intersección del centro de la ciudad esperando el cambio de luz. De repente un camión muy grande pasó a toda velocidad por la esquina, bloqueando brevemente el sol y atemorizando a la niña. A fin de consolarla, el doctor Barnhouse la cargó y en un instante, se abrió paso la sabiduría de Dios y pudo explicarle: “Cuando viste pasar el camión, te asustaste pero déjame preguntarte: ¿Te impresionaste por el camión, o más bien por la sombra del camión?”
 Ella respondió: “Por supuesto que por la sombra”. Él siguió explicando que, cuando: “Tu madre murió, solo fue golpeada por la sombra de la muerte porque Jesucristo fue golpeado por el camión (la muerte)” [James Hewett, Illustrations Unlimited[Ilustraciones ilimitadas], Wheaton: Tyndale House, 1988, p. 148]. La señora Barnhouse solo anduvo a través del valle de sombra de muerte, así que no tememos mal alguno para ella.

La muerte no es más que una pálida sombra para las ovejas del buen pastor. Como exclama el apóstol Pablo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?...gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 15:55, 57). El buen pastor nos protege de la muerte. Todos los días de nuestra vida nos siguen su bondad y su misericordia, mientras él cuida de nosotros, nos alimenta y pone aceite en nuestras heridas. Un día nos llevará para siempre a su mansión eterna.

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